21º durante el año. Verde.
Gloria. Credo. Prefacio dominical durante el año.
“Señor, ¿es verdad que son pocos los que se salvan?”, esa pregunta de un oyente de Jesús puede ser la nuestra: “¿Me voy a salvar?”, o “¿Se salvará mi familia, mis amigos?”, “¿Se salva mucha o poca gente?”.
Es una duda que puede generar mucha angustia. Hay personas, que pasaron por estas situaciones, y terminaron en los escrúpulos y sus consecuencias…
La respuesta de Jesús parece que, a primera vista, dice que se salvan pocos… pero termina diciendo que vendrán multitudes de Oriente y Occidente y entrarán… entonces no serán pocos los que se salvan…
La cuestión no está en la puerta, más que amplia por la misericordia de Dios, sino en la forma de vivir: no hay muchas maneras de llegar a la salvación. Y no hay caminos más cortos o menos difíciles que otros. No hay seguridades, aunque pretendidamente fundadas en promesas de santos y en visiones.
Lo más importante: la salvación es una gracia de Dios que nadie puede pretender o merecer… Nos basta el ejemplo de la que recibió el ladrón crucificado con Jesús. Méritos no tenía ninguno, salvo el de reconocerse pecador a último minuto y pedir perdón.
No es suficiente haber comido y bebido con él en este mundo, o escuchado en nuestras iglesias y plazas… Las amistades en este mundo se pagan con premios en este mundo. Evidentemente Jesús se dirigía a las personas de los pueblos por los que pasaba.
La puerta estrecha se abre estando completamente abiertos al prójimo y a Dios. Esa es la única llave.
Todos pueden salvarse porque Dios quiere que todos nos salvemos. Al crearnos, él confió en nuestra capacidad de amarlo. La puerta del cielo se abre sólo con el amor, si son muchos los que aman al prójimo, serán muchos los que se salvan.
“Señor, ¿es verdad que son pocos los que se salvan?” (Lc 13, 22).
P. Aderico Dolzani, ssp.
Guía: Somos parte de la comunidad de los creyentes en Jesús, único Maestro y único Salvador. En comunión con toda la Iglesia, con fe y amor, caminamos tras sus pasos.
Guía: A través de un lenguaje poético, el profeta anuncia la reunificación de todos los pueblos en el único pueblo de Dios.
Lectura del libro de Isaías.
Así habla el Señor: Yo mismo vendré a reunir a todas las naciones y a todas las lenguas, y ellas vendrán y verán mi gloria. Yo les, daré una señal, y a algunos de sus sobrevivientes los enviaré a las naciones extranjeras, a las costas lejanas que no han oído hablar de mí ni han visto mi gloria. Y ellos anunciarán mi gloria a las naciones. Ellos traerán a todos los hermanos de ustedes, como una ofrenda al Señor, hasta mi Montaña santa de Jerusalén. Los traerán en caballos, carros y literas, a lomo de mulas y en dromedarios –dice el Señor– como los israelitas llevan la ofrenda a la Casa del Señor en un recipiente puro. Y también de entre ellos tomaré sacerdotes y levitas, dice el Señor.
Palabra de Dios.
R. Vayan por todo el mundo y anuncien el Evangelio.
¡Alaben al Señor, todas las naciones, glorifíquenlo, todos los pueblos! R.
Es inquebrantable su amor por nosotros, y su fidelidad permanece para siempre. R.
Guía: Como un buen padre corrige a sus hijos, así el Padre Dios nos corrige a veces con dureza, para que demos frutos de justicia y paz.
Lectura de la carta a los Hebreos.
Hermanos: Ustedes se han olvidado de la exhortación que Dios les dirige como a hijos suyos: Hijo mío, no desprecies la corrección del Señor, y cuando te reprenda, no te desalientes. Porque el Señor corrige al que ama y castiga a todo aquél que recibe por hijo. Si ustedes tienen que sufrir es para su corrección; porque Dios los trata como a hijos, y ¿hay algún hijo que no sea corregido por su padre? Es verdad que toda corrección, en el momento de recibirla, es motivo de tristeza y no de alegría; pero más tarde, produce frutos de paz y de justicia en los que han sido adiestrados por ella. Por eso, «que recobren su vigor las manos que desfallecen y las rodillas que flaquean. Y ustedes, avancen por un camino llano», para que el rengo no caiga, sino que se sane.
Palabra de Dios.
ALELUIA Jn 14, 6
Aleluia. «Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre, sino por mí», dice el Señor. Aleluia.
Guía: La puerta de la salvación es estrecha y exige una correspondencia constante y seria al llamado del Señor.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
Jesús iba enseñando por las ciudades y pueblos, mientras se dirigía a Jerusalén. Una persona le preguntó: «Señor, ¿es verdad que son pocos los que se salvan?» Él respondió: «Traten de entrar por la puerta estrecha, porque les aseguro que muchos querrán entrar y no lo conseguirán. En cuanto el dueño de casa se levante y cierre la puerta, ustedes, des de afuera, se pondrán a golpear la puerta, diciendo: “Señor, ábrenos”. Y él les responderá: “No sé de dónde son ustedes”. Entonces comenzarán a decir: “Hemos comido y bebido contigo, y tú enseñaste en nuestras plazas”. Pero él les dirá: “No sé de dónde son ustedes; ¡apártense de mí todos los que hacen el mal!” Allí habrá llantos y rechinar de dientes, cuando vean a Abraham, a Isaac, a Jacob y a todos los profetas en el Reino de Dios, y ustedes sean arrojados afuera. Y vendrán muchos de Oriente y de Occidente, del Norte y del Sur, a ocupar su lugar en el banquete del Reino de Dios. Hay algunos que son los últimos y serán los primeros, y hay otros que son los primeros y serán los últimos».
Palabra del Señor.
Presentación de las ofrendas
Guía: La ofrenda del pan y del vino nos obtenga los dones de la unidad y de la paz.
Guía: La comunión con Jesús debe manifestarse ante todo en el cumplimiento fiel de la voluntad de Dios.
Despedida
Guía: Vayamos a anunciar el poder salvador de Cristo, en medio de un mundo cambiante, conflictivo y sin misericordia.