Leccionario Santoral: Is 66, 10-14; Sal 130, 1-3; Mt 18, 1-5.
LECTURA Jb 19, 21-27
Lectura del libro de Job.
Job dijo: ¡Apiádense, apiádense de mí, amigos míos, porque me ha herido la mano de Dios! ¿Por qué ustedes me persiguen como Dios y no terminan de saciarse con mi carne? ¡Ah, si se escribieran mis palabras y se las grabara en el bronce; si con un punzón de hierro y plomo fueran esculpidas en la roca para siempre! Porque yo sé que mi Redentor vive y que Él, el último, se alzará sobre el polvo. Y después que me arranquen esta piel, yo, con mi propia carne, veré a Dios. Sí, yo mismo lo veré, lo contemplarán mis ojos, no los de un extraño. ¡Mi corazón se deshace en mi pecho! Palabra de Dios.
Comentario: Es el punto central del diálogo de Job con sus seres más queridos. Ellos pensaban que sufría a causa de sus pecados. En cambio, Job proclama su inocencia y su fe en Dios, sumando además el tormento de la incomprensión. ¿Cómo reaccionamos frente a las contrariedades?
SALMO 26, 7-9. 13-14
R. ¡Contemplaré la bondad del Señor!
¡Escucha, Señor, yo te invoco en alta voz, apiádate de mí y respóndeme! Mi corazón sabe que dijiste: «Busquen mi rostro». R.
Yo busco tu rostro, Señor, no lo apartes de mí. No alejes con ira a tu servidor, Tú, que eres mi ayuda. R.
Contemplaré la bondad del Señor en la tierra de los vivientes. Espera en el Señor y sé fuerte; ten valor y espera en el Señor. R.
ALELUIA Mc 1, 15
Aleluia. El Reino de Dios está cerca. Conviértanse y crean en la Buena Noticia. Aleluia.
EVANGELIO Lc 10, 1-12
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
El Señor designó a otros setenta y dos, además de los Doce, y los envió de dos en dos para que lo precedieran en todas las ciudades y sitios adonde Él debía ir. Y les dijo: «La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha. ¡Vayan! Yo los envío como a ovejas en medio de lobos. No lleven dinero, ni provisiones, ni calzado, y no se detengan a saludar a nadie por el camino. Al entrar en una casa, digan primero: “¡Que descienda la paz sobre esta casa!”. Y si hay allí alguien digno de recibirla, esa paz reposará sobre él; de lo contrario, volverá a ustedes. Permanezcan en esa misma casa, comiendo y bebiendo de lo que haya, porque el que trabaja merece su salario. No vayan de casa en casa. En las ciudades donde entren y sean recibidos, coman lo que les sirvan; sanen a sus enfermos y digan a la gente: “El Reino de Dios está cerca de ustedes”. Pero en todas las ciudades donde entren y no los reciban, salgan a las plazas y digan: “¡Hasta el polvo de esta ciudad que se ha adherido a nuestros pies, lo sacudimos sobre ustedes! Sepan, sin embargo, que el Reino de Dios está cerca”. Les aseguro que en aquel Día, Sodoma será tratada menos rigurosamente que esa ciudad». Palabra del Señor.
Comentario: Jesús envía de dos en dos a sus discípulos, marcando que la actividad misionera se realiza en una comunidad. Quien responde al llamado de Dios, con el espíritu de Jesús, lo hace con otros. El Señor, sigue llamándonos para ser, junto a otros, testigos de la alegría del evangelio.
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“Divino Jesús, escucha la oración que te dirijo por el que quiere ser tu misionero; guárdale en medio de los peligros del mundo, hazle sentir cada vez más la nada y la vanidad de las cosas pasajeras y la dicha de saber despreciarlas por amor tuyo. Que ya, desde ahora mismo, se ejerza su apostolado sobre los que lo rodean, y que sea un apóstol digno de tu Corazón sagrado…” (Santa Teresa del Niño Jesús, Oración, octubre de 1895).