Gloria. Prefacio de la Virgen María.
LECTURA Miq 5, 1-4
Lectura de la profecía de Miqueas.
Así habla el Señor: Tú, Belén Efratá, tan pequeña entre los clanes de Judá, de ti me nacerá el que debe gobernar a Israel: sus orígenes se remontan al pasado, a un tiempo inmemorial. Por eso, el Señor los abandonará hasta el momento en que dé a luz la que debe ser madre; entonces el resto de sus hermanos volverá junto a los israelitas. Él se mantendrá de pie y los apacentará con la fuerza del Señor, con la majestad del nombre del Señor, su Dios. Ellos habitarán tranquilos, porque Él será grande hasta los confines de la tierra. ¡Y Él mismo será la paz! Palabra de Dios.
Comentario: El Profeta desconoce cómo se realizará esta promesa de Dios, pero sí la asocia a un jefe-pastor-davídico al señalar el lugar donde naciera David: Belén de Efratá. Además, su gobierno será realizado en virtud del amor y la misericordia de Dios; por esa razón, será un reino distinto a cualquier otro. Allí se encontrarán la paz, la armonía y la bonanza hasta los confines de la tierra.
O bien: Rom 8, 28-30
Lectura de la carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Roma.
Hermanos: Sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de los que lo aman, de aquéllos que Él llamó según su designio. En efecto, a los que Dios conoció de antemano, los predestinó a reproducir la imagen de su Hijo, para que Él fuera el Primogénito entre muchos hermanos; y a los que predestinó, también los llamó; y a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. Palabra de Dios.
SALMO Sal 12, 6
R. ¡Mi corazón se alegra en el Señor!
Yo confío en tu misericordia: que mi corazón se alegre porque me salvaste. R.
¡Cantaré al Señor porque me ha favorecido! R.
ALELUIA
Aleluia. ¡Eres feliz, santa Virgen María, y digna de toda alabanza; de ti nació el sol de justicia. Cristo, nuestro Dios! Aleluia.
EVANGELIO Mt 1, 1-6. 18-23
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.
[Genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham: Abraham fue padre de Isaac; Isaac, padre de Jacob; Jacob, padre de Judá y de sus hermanos. Judá fue padre de Fares y de Zará, y la madre de éstos fue Tamar. Fares fue padre de Esrón; Esrón, padre de Arám; Arám, padre de Aminadab; Aminadab, padre de Naasón; Naasón, padre de Salmón. Salmón fue padre de Booz, y la madre de éste fue Rahab. Booz fue padre de Obed, y la madre de éste fue Rut; Obed fue padre de Jesé; Jesé, padre del rey David. David fue padre de Salomón, y la madre de éste fue la que había sido mujer de Urías. Salomón fue padre de Roboám; Roboám, padre de Abías; Abías, padre de Asá; Asá, padre de Josafat; Josafat, padre de Jorám; Jorám, padre de Ozías; Ozías fue padre de Joatám; Joatám, padre de Acaz; Acaz, padre de Ezequías; Ezequías, padre de Manases; Manases fue padre de Amón; Amón, padre de Josías; Josías, padre de Jeconías y de sus hermanos, durante el destierro en Babilonia. Después del destierro en Babilonia: Jeconías fue padre de Salatiel; Salatiel, padre de Zorobabel; Zorobabel, padre de Abiud; Abiud, padre de Eliacím; Eliacím, padre de Azor; Azor fue padre de Sadoc; Sadoc, padre de Aquím; Aquím, padre de Eliud; Eliud, padre de Eleazar; Eleazar, padre de Matan; Matan, padre de Jacob. Jacob fue padre de José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, que es llamado Cristo.]
Éste fue el origen de Jesucristo: María, su madre, estaba comprometida con José y, cuando todavía no habían vivido juntos, concibió un hijo por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, que era un hombre justo y no quería denunciarla públicamente, resolvió abandonarla en secreto. Mientras pensaba en esto, el Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: «José, hijo de David, no temas recibir a María, tu esposa, porque lo que ha sido engendrado en ella proviene del Espíritu Santo. Ella dará a luz un hijo, a quien pondrás el nombre de Jesús, porque Él salvará a su Pueblo de todos sus pecados». Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que el Señor había anunciado por el Profeta: «La Virgen concebirá y dará a luz un hijo a quien pondrán el nombre de Emanuel», que traducido significa: “Dios con nosotros”. Palabra del Señor.
Comentario: El relato está cimentado en la tradición judía y la profecía del Mesías, Salvador. En efecto, la maternidad de María no tuvo intervención de varón, en este caso de José, sino de la acción del Espíritu Santo. José era un hombre justo y no quería difamar a María para no repudiarla públicamente, por eso lo hizo en privado. Pero lo que realmente tenía perplejo a José no era el hecho en sí, sino el temor ante tamaño misterio.
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En la fiesta de la Natividad de la Santísima Virgen honramos con alegría el nacimiento de la Madre de Dios. Gracias a ella Dios se hizo hombre y la tristeza de Eva, fruto del pecado, se transforma en la alegría de la “llena de gracia”, fruto del amor.
Festejar la Natividad de María es reconocer su preeminencia en los planes salvíficos de Dios. Desde toda la eternidad María fue elegida para que libremente aceptara ser la Madre del Creador. Un gran misterio de amor y un motivo de gran alegría: el Dios eterno, el Creador de todo, el Onmipotente, necesitaba una Madre. Y María fue la elegida. Y ella fue la que aceptó a Dios en su vida.