Desde octubre del año pasado, los chilenos estamos estresados. Los hechos de violencia que se dan en el marco del estallido social nos dejan con miedo e incertidumbre. La seguridad de la que disfrutábamos, de un día para otro, se desmorona y nos preguntamos: ¿Hasta cuándo durará? ¿Qué vendrá después? ¿De qué manera se arreglará? La psicosis colectiva fue alta.
Pasan cinco meses llenos de dudas y nos azota otra amenaza, pero esta vez internacional: la pandemia COVID-19.
Y nuevamente el miedo y la incertidumbre nos agobian. Las autoridades sanitarias decretan cuarentena y nos vemos obligados a vivir encerrados. Las noticias son cada día más nefastas: aparte de los contagiados y fallecidos, casi todos los países cierran fronteras, con el objetivo de detener lo más pronto posible la expansión del letal virus; muchas empresas dejan de operar y como consecuencia se suma otro problema: el desempleo. Nuevamente, nos preguntamos: ¿Hasta cuándo durará? ¿Qué vendrá después? ¿De qué manera se arreglará?
En nuestra larga y angosta faja de tierra, de todos los desastres que nos ha tocado sufrir, siempre hemos sabido levantarnos, recuperarnos y salir airosos. No nos han vencido terremotos, tsunamis, temporales, sequías, plagas ni avalanchas. En cada una de esas situaciones adversas, siempre sale a flote la solidaridad del chileno y juntos hemos agarrado palas y carretillas para recoger escombros, limpiar y reparar daños y nos hemos organizado para reconstruir y volver a levantarnos. Y en esas labores, por siempre, aparece nuestra bandera flameando, dándonos a entender que en este suelo debemos estar siempre unidos. La tricolor nos hermana.
En el Mes de la Patria, en el Día de Oración por Chile, con la llegada de la primavera, es momento de mostrar nuevamente lo que nos caracteriza: el amor a nuestro hermoso país y la solidaridad con los que viven en él.
Pidamos a la Virgen del Carmen que bendiga nuestro suelo con lluvias, progreso y bienestar. De manera especial le pedimos que en este mes nos encontremos viviendo con cierta normalidad, para que cuando todo haya terminado podamos, con nuestros seres queridos, darnos un abrazo largo y estrecho como Chile.
¡Virgen del Carmen, Reina de Chile, salva a tu pueblo que clama a ti!
En Jesús, María y Pablo,
El Director