Leccionario santoral: Ecli 26, 1-4. 13-16; Sal 130, 1-3; Lc 7, 11-17.
LECTURA 1Cor 1, 1-9
Lectura de la primera carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto.
Pablo, llamado a ser Apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, y el hermano Sóstenes, saludan a la Iglesia de Dios que reside en Corinto, a los que han sido santificados en Cristo Jesús y llamados a ser santos, junto con todos aquellos que en cualquier parte invocan el Nombre de Jesucristo, nuestro Señor, Señor de ellos y nuestro. Llegue a ustedes la gracia y la paz que proceden de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo. No dejo de dar gracias a mi Dios por ustedes, por la gracia que Él les ha concedido en Cristo Jesús. En efecto, ustedes han sido colmados en Él con toda clase de riquezas, las de la palabra y las del conocimiento, en la medida que el testimonio de Cristo se arraigó en ustedes. Por eso, mientras esperan la Revelación de nuestro Señor Jesucristo, no les falta ningún don de la gracia. Él los mantendrá firmes hasta el fin, para que sean irreprochables en el día de la Venida de nuestro Señor Jesucristo. Porque Dios es fiel, y Él los llamó a vivir en comunión con su Hijo Jesucristo, nuestro Señor. Palabra de Dios.
Comentario: San Pablo motiva a la comunidad para que no claudique en su fe y persevere hasta el final. Es un llamado a dejar toda presunción y autosuficiencia. Por eso propone que el cristiano mantenga una actitud atenta y responsable, sobre todo en la hora de la prueba o tentación, que siempre acompaña a la condición humana.
SALMO Sal 144, 2-7
R. ¡Te alabamos, Señor, y bendecimos tu Nombre!
Señor, día tras día te bendeciré, y alabaré tu Nombre sin cesar. ¡Grande es el Señor y muy digno de alabanza: su grandeza es insondable! R.
Cada generación celebra tus acciones y le anuncia a las otras tus portentos: ellas hablan del esplendor de tu gloria, y yo también cantaré tus maravillas. R.
Ellas publican tus tremendos prodigios y narran tus grandes proezas; divulgan el recuerdo de tu inmensa bondad y cantan alegres por tu victoria. R.
ALELUIA Mt 24, 42. 44
Aleluia. Estén prevenidos, porque el Hijo del hombre vendrá a la hora menos pensada. Aleluia.
EVANGELIO Mt 24, 42-51
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.
Jesús habló diciendo: Estén prevenidos, porque ustedes no saben qué día vendrá su Señor. Entiéndanlo bien: si el dueño de casa supiera a qué hora de la noche va a llegar el ladrón, velaría y no dejaría perforar las paredes de su casa. Ustedes también estén preparados, porque el Hijo del hombre vendrá a la hora menos pensada. ¿Cuál es, entonces, el servidor fiel y previsor, a quien el Señor ha puesto al frente de su personal, para distribuir el alimento en el momento oportuno? Feliz aquel servidor a quien su señor, al llegar, encuentre ocupado en este trabajo. Les aseguro que lo hará administrador de todos sus bienes. Pero si es un mal servidor que piensa: “Mi señor tardará”, y se dedica a golpear a sus compañeros, a comer y a beber con los borrachos, su señor llegará el día y la hora menos pensada, y lo castigará. Entonces él correrá la misma suerte que los hipócritas. Allí habrá llanto y rechinar de dientes. Palabra del Señor.
Comentario: La parábola de los sirvientes hace hincapié en la necesidad de estar “preparados” y perseverar en el camino de la fe. El servidor fiel de la parábola recibe el premio mayor, “el amor de Dios”. Aunque en el ámbito de la fe todo premio es inmerecido, Dios no deja nada al azar y aprecia que este servidor fiel no se haya dejado llevar por las ansias de dominio y legalismo.
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Tú, Señor, has venido ya. Tu venida fue y es buena Noticia; revelación maravillosa del amor del Padre.
Resucitado de entre los muertos, subes al cielo y, al mismo tiempo, permaneces con nosotros.
Tu palabra late aquí. Los signos de tu salvación se celebran ahora. Tu presencia se palpa donde dos o tres se reúnen en tu nombre.
Pero, vendrás de nuevo. No sé cómo, ni cuándo, ni dónde. Esto es secreto del Padre.
La revelación de tu venida no me asusta, ni me espanta. Me exige velar gozosamente en la espera, porque tu revelación y manifestación final será mi salvación completa.
¡Enséñame a velar noche y día, Señor!