Motivación de entrada
La eucaristía de hoy nos ofrece una buena oportunidad para reflexionar sobre el Reino de Dios; también para comprometernos en su realización y orar por la Iglesia, que no es el Reino, pero “en la tierra constituye el germen y el inicio de ese Reino” (LG 5).
Acto penitencial
Por haber repetido muchas veces: ¡Venga tu Reino a nosotros!, y no haber trabajado por hacer el mundo y nuestra realidad cotidiana algo más humano, acorde al Reino de Dios.
Colecta
Pedimos al Dios misericordioso utilizar de tal forma los bienes de la tierra que no olvidemos los del cielo.
LECTURAS CICLO A
Primera lectura: 1 Reyes 3, 5-6.7-12.
Al comienzo de su Reino, Salomón, pide al Señor poder gobernar con fidelidad, justicia y rectitud de corazón. Dios lo escucha.
Segunda lectura: Romanos 8, 28-30.
Pablo nos reconforta, al recordarnos la meta altísima del proyecto que el Padre Dios tiene sobre nosotros: Dios nos ha destinado a ser como su Hijo. Esto compromete nuestra respuesta.
Evangelio: Mateo 13, 44-52 (o bien: 13, 44-46).
Con tres parábolas, Jesús revela el Reino. Como tesoro escondido, y como perla preciosa, por los cuales vale la pena dejarlo todo y comprarlos. La imagen de la pesca recalca que la separación entre buenos y malos será al final.
Oración de los fieles
Presentación de las ofrendas
Los dones que llevarnos hoy al altar quieren significar los bienes del Reino, por el cual estamos dispuestos a sacrificarlo todo.
Comunión
San Pablo nos acompaña en nuestra comunión con Cristo que nos amó y se entregó por nosotros (Gálatas 2, 20). Si amor con amor se paga, no nos queda otro camino que la entrega generosa y total.
Despedida
Anunciarnos a todos que el Reino es un don de Dios, pero también tarea nuestra, nunca acabada. El Reino es Jesús que viene a nuestra vida y a la del mundo. ¡Abrámosle las puertas!