Leccionario Santoral: 1Jn 4, 7-16; Sal 33, 2-11; Jn 11, 19-27 (o bien: Lc 10, 38-42).
LECTURA Jer 15, 10. 16-21
Lectura del libro de Jeremías.
¡Qué desgracia, madre mía, que me hayas dado a luz, a mí, un hombre discutido y controvertido por todo el país! Yo no di ni recibí nada prestado, pero todos me maldicen. Cuando se presentaban tus palabras, yo las devoraba, tus palabras eran mi gozo y la alegría de mi corazón, porque yo soy llamado con tu Nombre, Señor, Dios de los ejércitos. Yo no me senté a disfrutar en la reunión de los que se divierten; forzado por tu mano, me mantuve apartado, porque Tú me habías llenado de indignación. ¿Por qué es incesante mi dolor, por qué mi llaga es incurable, se resiste a sanar? ¿Serás para mí como un arroyo engañoso, de aguas inconstantes? Por eso, así habla el Señor: «Si tú vuelves, yo te haré volver, tú estarás de pie delante de mí, si separas lo precioso de la escoria, tú serás mi portavoz. Ellos se volverán hacia ti, pero tú no te volverás hacia ellos. Yo te pondré frente a este pueblo como una muralla de bronce inexpugnable. Te combatirán, pero no podrán contra ti, porque Yo estoy contigo para salvarte y librarte –oráculo del Señor–. Yo te libraré de la mano de los malvados y te rescataré del poder de los violentos». Palabra de Dios.
Comentario: Jeremías, por ser fiel a su vocación, se siente un fracasado, una piedra de contradicción y objeto de maldición por todos. Su crisis vocacional lo lleva a contar con la Palabra de Dios y el gozo con que él saborea esas palabras; pero, por otro lado, esto mismo le trae aflicción al ser rechazado e incomprendido por quienes se oponen al mensaje de salvación.
SALMO Sal 58, 2-4. 10-11. 17-18
R. ¡Tú eres mi refugio en el peligro, Señor!
Líbrame de mis enemigos, Dios mío, defiéndeme de los que se levantan contra mí; líbrame de los que hacen el mal y sálvame de los hombres sanguinarios. R.
Mira cómo me están acechando: los poderosos se conjuran contra mí; sin rebeldía ni pecado de mi parte, Señor. R.
Yo miro hacia ti, fuerza mía, porque Dios es mi baluarte; Él vendrá a mi encuentro con su gracia y me hará ver la derrota de mis enemigos. R.
Yo cantaré tu poder, y celebraré tu amor de madrugada, porque Tú has sido mi fortaleza y mi refugio en el peligro. R.
¡Yo te cantaré, fuerza mía, porque Tú eres mi baluarte, mi refugio en el peligro, Dios de misericordia! R.
ALELUIA Jn 15, 15
Aleluia. «Yo los llamo amigos, porque les he dado a conocer todo lo que oí de mi Padre», dice el Señor. Aleluia.
EVANGELIO Mt 13, 44-46
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.
Jesús dijo a la multitud: El Reino de los Cielos se parece a un tesoro escondido en un campo; un hombre lo encuentra, lo vuelve a esconder, y lleno de alegría, vende todo lo que posee y compra el campo. El Reino de los Cielos se parece también a un negociante que se dedicaba a buscar perlas finas; y al encontrar una de gran valor, fue a vender todo lo que tenía y la compró. Palabra del Señor.
Comentario: El Reino de los Cielos se expresa también por la comparación con un tesoro escondido y una perla de gran valor. Ambas parábolas apuntan a una sola idea: No se entra al Reino de Dios por los propios méritos, sino que es un don que se ofrece y que pide una respuesta