El Comité Permanente de la Conferencia Episcopal de Chile envió una carta a la diócesis de San Felipe, a las congregaciones carmelitas presentes en Chile, al santuario en Auco y a la Fundación Santa Teresa de Los Andes, con ocasión del Jubileo por los 100 años de la pascua de la primera santa chilena.
A través del documento, los obispos expresan su saludo de esperanza y gratitud ante el Jubileo por el centenario de la pascua de sor Teresa de Jesús de Los Andes, la primera santa de Chile: “Nos hemos unido espiritualmente desde nuestras diócesis, especialmente el pasado 12 de abril, y así lo haremos este lunes 13 de julio, en el 120º aniversario de su natalicio. Como ustedes saben, el año 2019 decidimos tener nuestra asamblea plenaria de abril de 2020 en Auco y hacer juntos nuestra peregrinación jubilar. Como no podemos estar presencialmente junto a la tumba de Teresita, les dirigimos con gran afecto esta carta“.
El texto completo de la carta dice así:
Al administrador apostólico y al electo obispo de San Felipe de Aconcagua;
a las comunidades de la familia del Carmelo, femeninas y masculinas, presentes en Chile;
Al rector y colaboradores del Santuario en Auco;
y a la Fundación Santa Teresa de Los Andes.
Apreciados hermanos y hermanas,
Con esperanza y gratitud les saludamos en este tiempo de Jubileo por el centenario de la pascua de sor Teresa de Jesús de Los Andes, la primera santa de Chile. Nos hemos unido espiritualmente desde nuestras diócesis, especialmente el pasado 12 de abril, y así lo haremos este lunes 13 de julio, en el 120º aniversario de su natalicio. Como ustedes saben, el año 2019 decidimos tener nuestra asamblea plenaria de abril de 2020 en Auco y hacer juntos nuestra peregrinación jubilar. Como no podemos estar presencialmente junto a la tumba de Teresita, les dirigimos con gran afecto esta carta.
En la Eucaristía de canonización de sor Teresa de Los Andes, el 21 de marzo de 1993, san Juan Pablo II la señaló como “Luz de Cristo para toda la Iglesia chilena”. Así lo hemos sentido y vivido en estas décadas, al contemplar cómo su santuario en Auco se ha convertido en un manantial de espiritualidad para Chile y cómo la devoción cotidiana de tantas personas a lo largo y ancho del país se transmite a las nuevas generaciones.
En este sentido, agradecemos al Señor por el inmenso don y valor de la vida contemplativa. Cuántas intenciones de oración, cuántos anhelos y sueños, llegan hasta la oración comunitaria de la clausura. Se preguntaba el Papa Francisco: “¿Qué sería de la Iglesia sin la vida contemplativa? ¿Qué sería de los miembros más débiles de la Iglesia que encuentran en ustedes un apoyo para continuar el camino? ¿Qué sería de la Iglesia y del mundo sin los faros que señalan el puerto a los que se han perdido en alta mar, sin las antorchas que iluminan la noche oscura que estamos atravesando, sin los centinelas que anuncian el nuevo día cuando todavía es de noche?” (Jornada pro Orantibus, 21 noviembre 2018). No dejen de rezar, queridas hermanas y apreciados hermanos del Carmelo, por los que sufren, los que han perdido la esperanza, por nuestra sociedad y nuestra Iglesia.
En este tiempo de Jubileo, damos gracias a Dios por tanto bien concedido a través de la intercesión de Teresa de los Andes, reflejado, entre otros dones, en el cariño y esmero con que la diócesis de San Felipe de Aconcagua, la familia carmelitana y la Fundación han ayudado a mantener viva esta maravillosa expresión de fe y piedad popular. Su acogida a los peregrinos permite que ellos se sientan en su propia casa, y la difusión del testimonio de vida de nuestra santa es fuente que inspira, esperamos cada vez con mayor fuerza, el corazón de adolescentes y jóvenes.
Bien lo decía el papa san Juan Pablo II el día de su canonización: “Dios ha hecho brillar en ella de modo admirable la luz de su Hijo Jesucristo, para que sirva de faro y guía a un mundo que parece cegarse con el resplandor de lo divino. A una sociedad secularizada, que vive de espaldas a Dios, esta carmelita chilena, que con vivo gozo presento como modelo de la perenne juventud del Evangelio, ofrece el límpido testimonio de una existencia que proclama a los hombres y mujeres de hoy que en el amar, adorar y servir a Dios están la grandeza y el gozo, la libertad y la realización plena de la criatura humana. La vida de la bienaventurada Teresa grita calladamente desde el claustro: ¡Sólo Dios basta!”.
Sin duda fue su tierno amor a Cristo y su disponibilidad para dejarse amar y bendecir por Él, lo que ha cautivado a tantos jóvenes chilenos que reconocen en ella un modelo de virtud profundamente místico y humanamente encarnado a la vez: “amar, sufrir, orar, servir”. Probablemente el anhelo de un mundo más humanizado, fraterno, justo y consecuente, es el que identifica a la juventud con Teresita al peregrinar anualmente hasta su morada en el valle de Aconcagua. Su peregrinación orante en contacto con la belleza de la Creación es, en cierto modo, un grito contra el conformismo y la mediocridad. Los jóvenes saben que pueden ser más y dar más, del mismo modo que lo quiso y logró la joven carmelita.
El Jubileo nos ha encontrado a todos (al mundo, a la sociedad chilena, a nuestra Iglesia, a la vida consagrada) atravesando dificultades y crisis de diversa naturaleza y con distintas manifestaciones y consecuencias. Como hermanos y pastores, les animamos a continuar en este abnegado servicio, revitalizados en la fuerza perseverante con que Juanita Fernández Solar supo dejarse transformar por el Señor. Como ella, necesitamos una nueva identidad en nuestra misión, una forma más radical de vivir el Evangelio. Que ninguna circunstancia adversa apague nuestra llama. También hoy y más que nunca: “¡Sólo Dios basta!”.
En este tiempo de dolor, marcado por la pandemia que golpea muy fuerte a los más pobres y vulnerables, encomendamos todas las necesidades y clamores de Chile a Teresa de Los Andes, “carmelita del consuelo”. Y hacemos nuestras las palabras esperanzadoras que ella registró en su diario cuando cumplió quince años: “Condúceme siempre, Jesús mío, por el camino de la Cruz. Y levantará el vuelo el alma mía, donde se encuentra el aire que vivifica y la quietud”.
Con renovado afecto y gratitud, les bendicen y saludan,
LOS OBISPOS DEL COMITÉ PERMANENTE DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL DE CHILE
+ Santiago Silva Retamales
Presidente
Obispo Castrense de Chile
+ René Rebolledo Salinas
Arzobispo de La Serena
Vicepresidente
+ Celestino Aós Braco, OFMCap.
Arzobispo de Santiago
+ Juan Ignacio González Errázuriz
Obispo de San Bernardo y Administrador Apostólico de Rancagua
+ Fernando Ramos Pérez
Arzobispo de Puerto Montt
Secretario General