Motivación de entrada
La riqueza del cristiano es la palabra de Dios. Es ella la que ilumina y da sentido a todo. En esta eucaristía nos disponemos a escucharla con la humildad y la sencillez del discípulo de Jesús.
Acto penitencial
Pedimos perdón por las veces que no hemos agradecido de verdad la palabra de Dios, que se nos da en tanta abundancia; por las veces que la hemos desoído, engañando nuestra conciencia; por no haberla anunciado y compartido.
LECTURAS CICLO A
Primera lectura: Isaías 55, 10-11.
Con la imagen de la lluvia, el profeta afirma la capacidad que tiene la palabra de Dios de cambiar el corazón del hombre.
Segunda lectura: Romanos 8, 18-23.
Toda la creación, entre pruebas y sufrimientos, espera la manifestación gloriosa de los hijos de Dios y su liberación.
Evangelio: Mateo 13, 1-23 (o bien: 13, 1-9).
Jesús enseña con la parábola del sembrador cómo el Señor siembra con abundancia su palabra salvadora y cómo ésta corre los diferentes riesgos del crecimiento.
Oración de los fieles
Presentación de las ofrendas
Los dones, de la Iglesia orante, los ponemos hoy sobre el altar, para que, consagrados, promuevan la santificación del cristiano.
Comunión
El mejor comentario nos lo ofrece san Juan: “Quien come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí y yo en él”.
Despedida
Salimos de la eucaristía reconfortados con el cuerpo de Cristo y con la palabra salvadora; y asumimos el compromiso de ser mensajeros y testigos de Jesús ante la gente.