De la feria. Verde. San Apolinar, obispo y mártir (ML). Rojo. Santa María en Sábado. Blanco.
Lectura del libro del Éxodo.
Los israelitas partieron de Ramsés en dirección a Sucot. Eran unos seiscientos mil hombres de a pie, sin contar sus familias. Con ellos iba también una multitud heterogénea, y una gran cantidad de ganado mayor y menor. Como la masa que habían traído de Egipto no había fermentado, hicieron con ella galletas ácimas. Al ser expulsados de Egipto no pudieron demorarse ni preparar provisiones para el camino. Los israelitas estuvieron en Egipto cuatrocientos treinta años. Y el día en que se cumplían esos cuatrocientos treinta años, todos los ejércitos de Israel salieron de Egipto. El Señor veló durante aquella noche, para hacerlos salir de Egipto. Por eso, todos los israelitas deberán velar esa misma noche en honor del Señor, a lo largo de las generaciones.
Palabra de Dios.
Comentario: Nos encontramos con la partida de Israel de Egipto. Los números más que un dato exacto reflejan que “todo” el pueblo sale de la esclavitud. Una noche donde los israelitas velan para huir precipitadamente. También Dios vela para salvarlos. Es la primera Pascua que luego se sellará en la Resurrección de Cristo.
Den gracias al Señor, porque es bueno,
R. ¡porque es eterno su amor!
Al que en nuestra humillación se acordó de nosotros,
R. ¡porque es eterno su amor!
Y nos libró de nuestros opresores,
R. ¡porque es eterno su amor!
Al que hirió a los primogénitos de Egipto,
R. ¡porque es eterno su amor!
Y sacó de allí a su pueblo,
R. ¡porque es eterno su amor!
Con mano fuerte y brazo poderoso,
R. ¡porque es eterno su amor!
Al que abrió en dos partes el Mar Rojo,
R. ¡porque es eterno su amor!
Al que hizo pasar por el medio a Israel,
R. ¡porque es eterno su amor!
Y hundió en el Mar Rojo al Faraón con sus tropas,
R. ¡porque es eterno su amor!
ALELUYA 2Cor 5, 19
Aleluya. Dios estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo, confiándonos la palabra de la reconciliación. Aleluya.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.
Los fariseos se confabularon para buscar la forma de acabar con Jesús. Al enterarse de esto, Jesús se alejó de allí. Grandes multitudes lo siguieron, y los sanó a todos. Pero Él les ordenó severamente que no lo dieran a conocer, para que se cumpliera lo anunciado por el profeta Isaías: «Éste es mi servidor, a quien elegí, mi muy querido, en quien tengo puesta mi predilección. Derramaré mi Espíritu sobre Él y anunciará la justicia a las naciones. No discutirá ni gritará, y nadie oirá su voz en las plazas. No quebrará la caña doblada y no apagará la mecha humeante, hasta que haga triunfar la justicia; y las naciones pondrán la esperanza en su Nombre».
Palabra del Señor.
Comentario: Jesús pasa por calles y pueblos haciendo el bien a todos, anunciando el Reino de su Padre y curando a los enfermos. Este movimiento generado por el Hijo de Dios no cae bien a los fariseos, quienes buscaban acabar con él porque les molesta. ¿Cuál es el espíritu que reina en nosotros? ¿De rivalidad o de armonía?