Esta mañana se dio a conocer la información: el Papa Francisco había nombrado a monseñor Gonzalo Bravo como nuevo Obispo de la Diócesis de San Felipe de Talca. Al enterarse de la noticia, el nuevo pastor envió un fraternal saludo a todos quienes sirven en la diócesis, agradeció al Santo Padre por encargarle esta nueva tarea, además de expresar su gratitud al Nuncio y al actual administrador de la diócesis, padre Jaime Ortiz de Lazcano Piquer, quien, dijo, “me ha manifestado su disposición para acompañar mis primeros pasos en el conocimiento de la vida diocesana”.
“Querida diócesis de San Felipe de Aconcagua, la Providencia de Dios ha querido que un día como hoy se conociera el nombre del esperado Obispo que les siga acompañando en las múltiples y hermosas tareas que tantas y tantos llevan adelante en estos tiempos difíciles que nos toca vivir. Sé que han rezado para que el nuevo hermano sea un pastor ‘con olor a oveja’, que dé testimonio del amor de Cristo, y sea muy cercano al servicio de todas las personas, sin distinción”, señaló el Obispo.
“Desde un inicio, deseo que puedan ver en mí a un servidor de la oración y la Palabra, de la comunión y la solidaridad, de la justicia y la paz, con la convicción que quién sirve en la vida puede plenificar su corazón con la libertad de un amor dado, con el sufrimiento de un mal ofrecido y con la serenidad del misterio de Dios contemplado”, agregó. No faltó en su saludo una reflexión sobre los tiempos que hoy vivimos: “En tiempos de pandemia hemos vuelto a valorar tantas dimensiones de bondad que estaban escondidas en nuestros corazones; éstos se habían cerrado y no nos permitían ver a la otra persona en cuanto otra, centrándonos solo en aspectos materiales y en la búsqueda de logros personales. Todo ello nos vuelve a disponer a la oración, a la vida simple y profunda de la familia, a nuevas formas de vida solidaria, a acompañar la soledad de tantos y tantas, y valorar a quienes buscan el bien común de toda la sociedad, haciéndola más justa, solidaria y humana”.
Finalmente, monseñor Bravo pidió a los fieles oración y paciencia para poder caminar juntos en esta nueva tarea que el Papa le ha encomendado. Finalmente, termina su salido a la comunidad de esta manera: “Me confío a la intercesión juvenil de Santa Teresa de Los Andes, a la ternura maternal de la Virgen María y al sufriente Cristo de Rinconada de Silva. Dios nos bendiga. Recemos unos por otros. Unidos en esta oración”.