Semana 3ª de Adviento – Semana III del Salterio.
Comienza la Novena de Navidad.
LECTURA Núm 24, 2-7. 17
Lectura del libro de los Números.
Cuando el profeta Balaam alzó los ojos y vio a Israel acampado por tribus, el espíritu de Dios vino sobre él y pronunció su poema, diciendo: Oráculo de Balaam, hijo de Beor, oráculo del hombre de mirada penetrante; oráculo del que oye las palabras de Dios y conoce el pensamiento del Altísimo; del que recibe visiones del Todopoderoso, en éxtasis, pero con los ojos abiertos. ¡Qué hermosas son tus carpas, Jacob, y tus moradas, Israel! Son como quebradas que se extienden, como jardines junto a un río, como áloes que plantó el Señor, como cedros junto a las aguas. El agua desborda de sus cántaros, su simiente tiene agua en abundancia. Su rey se eleva por encima de Agag y su reino es exaltado. Lo veo, pero no ahora; lo contemplo, pero no de cerca: una estrella se alza desde Jacob, un cetro surge de Israel. Palabra de Dios.
Comentario: Balaam es un adivino famoso, cercano a Edom, y su figura se mueve en los tiempos del rey de Moab. En el relato, Balaam se transforma de “adivino” en profeta y de “maldecir” pasa a “bendecir”. Es decir, pasa a ser un profeta que confía en el poder de Dios y que anuncia la salvación a Israel.
SALMO Sal 24, 4-9
R. ¡Muéstrame, Señor, tus caminos!
Muéstrame, Señor, tus caminos, enséñame tus senderos. Guíame por el camino de tu fidelidad; enséñame, porque Tú eres mi Dios y mi salvador. R.
Acuérdate, Señor, de tu compasión y de tu amor, porque son eternos. Por tu bondad, Señor, acuérdate de mí según tu fidelidad. R.
El Señor es bondadoso y recto: por eso muestra el camino a los extraviados; él guía a los humildes para que obren rectamente y enseña su camino a los pobres. R.
ALELUIA Sal 84, 8
Aleluia. Muéstranos, Señor, tu misericordia, y danos tu salvación. Aleluia.
EVANGELIO Mt 21, 23-27
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.
Jesús entró en el Templo y, mientras enseñaba, se le acercaron los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo, para decirle: «¿Con qué autoridad haces estas cosas? ¿Y quién te ha dado esa autoridad?». Jesús les respondió: «Yo también quiero hacerles una pregunta. Si me responden, les diré con qué autoridad hago estas cosas. El bautismo de Juan, ¿de dónde era? ¿Del cielo o de los hombres?». Ellos se hacían este razonamiento: «Si respondemos: “Del cielo”, Él nos dirá: “Entonces, ¿por qué no le creyeron?”. Y si decimos: “De los hombres”, debemos temer a la multitud, porque todos consideran a Juan un profeta». Por eso respondieron a Jesús: «No sabemos». Él, por su parte, les respondió: «Entonces Yo tampoco les diré con qué autoridad hago esto». Palabra del Señor.
Comentario: Jesús hablaba y enseñaba sin necesidad de sustentar lo que decía en otros maestros importantes de su época. Su palabra tenía autoridad por sí misma: “oyeron lo que se dijo… pero yo les digo…”. En efecto, la misma autoridad expresada en sus palabras se plasma en su actuar.