En las familias se aprenden las cosas que nos acompañarán toda la vida. En ellas se forman nuestros valores. Y, sobre todo, son el lugar donde primero descubrimos el amor a través de nuestros padres y nuestros hermanos, reflejo del amor de Dios. Amar y ser amados nos humaniza, nos ayuda a reconocer el amor de Dios. Jesus nos ha revelado este camino. Vivamos este amor en nuestras familias uniéndonos en la oración que este mes nos propone el Papa Francisco: Recemos para que las familias, gracias a una vida de oración y a una vida de amor, se vuelvan cada vez más “laboratorios de humanización”.