Es una fiesta de devoción popular. Cada año, a sesenta días del Domingo de Resurrección, los feligreses católicos viven la Solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo, que manifiesta la presencia real de Jesucristo en el Santísimo Sacramento.
Instituciones educativas y fundaciones católicas trabajan durante semanas para realizar coloridas alfombras de aserrín y flores que decoran las calles del centro de Santiago, por donde Cristo se hace peregrino junto a los fieles.
En esta ocasión, la festividad comenzó en el templo de San Agustín de calle Estado, con una Eucaristía presidida por el Obispo Auxiliar de Santiago, Cristián Roncagliolo.
En su homilía, el sacerdote expresó: “Corpus Christi nos recuerda cuán importante es la presencia real del Señor entre nosotros. En un tiempo en que se ha evidenciado la enorme fragilidad de nuestra Iglesia a causa de los graves delitos cometidos por algunos ministros, tenemos el desafío de ser humildes para reconocer nuestros grandes errores, para pedir perdón una y mil veces, para hacer mayores esfuerzos en vista a sanar las heridas para caminar en una senda de escucha y reparación a las víctimas que han sido dañadas gravemente, incluso, en su fe”.
“Pidámosle al Señor en esta fiesta que nos regale sencillez para ponernos en el lugar de los que sufren, nos dé oídos atentos para comprender sus dolores, y nos regale la humildad suficiente para saber que sin Cristo en el centro, como nos ha dicho el Papa, no lograremos hacer un auténtico camino de renovación de la Iglesia”, agregó el obispo.
Al finalizar la Eucaristía, los fieles caminaron en procesión sobre las alfombras, hasta llegar a la Catedral Metropolitana, donde realizaron la adoración al Santísimo Sacramento.
María Angélica Espinoza integra la pastoral de la Escuela Nuestra Señora del Carmen, colegio que participó de la realización de una de las alfombras. Cuenta que más de cien personas colaboraron en el diseño y hechura, en un trabajo que se extendió por más de una semana: “Participar de la creación de esta alfombra es una forma de evangelizar, de entregar el mensaje de Cristo, pastorear entre la comunidad. Ver a Jesús sacramentado que pasa por aquí es maravilloso para nosotros y revitaliza nuestra fe”, señaló.