Santa Catalina de Siena, virgen y doctora de la Iglesia (MO). Blanco.
Prefacio de vírgenes. Semana 5ª de Pascua – Semana I del Salterio. Leccionario Santoral: 1Jn 1, 5—2, 2; Sal 102, 1-4. 8-9. 13-14. 17-18; Mt 11, 25-30.
Reseña
Nace en Siena (Italia) en el año 1347. Al cumplir doce años, sus padres la quieren casar. Pero ella se niega una y otra vez. Al fin se hace terciaria dominica, y vive en una pequeña habitación, que será su celda, la cual se convierte en centro de atracción para artistas, doctos, religiosos y otros, a quienes guía amablemente. Le cuesta aprender a leer y escribir. Por eso la mayor parte de sus mensajes son dictados. Con ellos Catalina aconseja a los Papas y a los reyes, a los curtidores y a los generales, a las amas de casa y a las reinas; y también a los encarcelados, cuyos sufrimientos ella asocia a los de Cristo inocente. Se preocupa por los apestados, por los pueblos en guerra, por los desgraciados y condenados a muerte. Recibe los estigmas de Cristo. Mas su gran hazaña es convencer al papa Gregorio IX a que regrese de Anagni a Roma. Un día ofrece su cuello a un malvado dispuesto a asesinarla; mas el asesino se retira desconcertado. El papa Urbano VI la llama a Roma para que le ayude a evitar el cisma de Occidente a causa de la rebelión de una parte de los cardenales. De Roma pasa a la gloria eterna con 33 años, el 29 de abril del año 1380. Y la que apenas sabía leer y escribir, es proclamada doctora de la Iglesia Universal por Pablo VI en el año 1970.
Lectura de los Hechos de los Apóstoles.
Los paganos y los judíos de Iconio, dirigidos por sus jefes, intentaron maltratar y apedrear a Pablo y Bernabé. Éstos, al enterarse, huyeron a Listra y a Derbe, ciudades de Licaonia, y a sus alrededores; y allí anunciaron la Buena Noticia. Había en Listra un hombre que tenía las piernas paralizadas. Como era tullido de nacimiento, nunca había podido caminar, y sentado, escuchaba hablar a Pablo. Éste, mirándolo fijamente, vio que tenía la fe necesaria para ser sanado, y le dijo en voz alta: «Levántate, y permanece erguido sobre tus pies». Él se levantó de un salto y comenzó a caminar. Al ver lo que Pablo acababa de hacer, la multitud comenzó a gritar en dialecto licaonio: «Los dioses han descendido hasta nosotros en forma humana», y daban a Bernabé el nombre de Júpiter, y a Pablo el de Mercurio porque era el que llevaba la palabra. El sacerdote del templo de Júpiter, que estaba a la entrada de la ciudad, trajo al atrio unos toros adornados de guirnaldas y, junto con la multitud, se disponía a sacrificarlos. Cuando los apóstoles Pablo y Bernabé se enteraron de esto, rasgaron sus vestiduras y se precipitaron en medio de la muchedumbre, gritando: «Amigos, ¿qué están haciendo? Nosotros somos seres humanos como ustedes, y hemos venido a anunciarles que deben abandonar esos ídolos para convertirse al Dios viviente que hizo el cielo y la tierra, el mar y todo lo que hay en ellos. En los tiempos pasados, Él permitió que las naciones siguieran sus propios caminos. Sin embargo, nunca dejó de dar testimonio de sí mismo, prodigando sus beneficios, enviando desde el cielo lluvias y estaciones fecundas, dando el alimento y llenando de alegría los corazones». Pero a pesar de todo lo que dijeron, les costó mucho impedir que la multitud les ofreciera un sacrificio.
Palabra de Dios.
Comentario: Luego de efectuar uno de los pocos milagros que se le atribuyen, Pablo no se deja llevar por el entusiasmo. Con Bernabé podrían haberse dejado pasar por dioses. Por el contrario, se reconocen de piel y huesos, aunque aclarándoles que fueron elegidos y enviados por el Dios viviente, al cual deben creer y tributarle honor.
R. ¡Glorifica tu Nombre, Señor!
No nos glorifiques a nosotros, Señor: glorifica solamente a tu Nombre, por tu amor y tu fidelidad. Por qué han de decir las naciones: «¿Dónde está su Dios?». R.
Nuestro Dios está en el cielo y en la tierra, Él hace todo lo que quiere. Los ídolos, en cambio, son plata y oro, obra de las manos de los hombres. R.
Sean bendecidos por el Señor, que hizo el cielo y la tierra. El cielo pertenece al Señor, y la tierra la entregó a los hombres. R.
Aleluya. El Espíritu Santo les enseñará todo; les recordará todo lo que Yo les he dicho. Aleluya.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan.
A la Hora de pasar de este mundo al Padre, Jesús dijo a sus discípulos: «El que recibe mis mandamientos y los cumple, ése es el que me ama; y el que me ama será amado por mi Padre, y Yo lo amaré y me manifestaré a él». Judas –no el Iscariote– le dijo: «Señor, ¿por qué te vas a manifestar a nosotros y no al mundo?» Jesús le respondió: «El que me ama será fiel a mi palabra, y mi Padre lo amará; iremos a él y habitaremos en él. El que no me ama no es fiel a mis palabras. La palabra que ustedes oyeron no es mía, sino del Padre que me envió. Yo les digo estas cosas mientras permanezco con ustedes. Pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi Nombre, les enseñará todo y les recordará lo que les he dicho».
Palabra del Señor.
Comentario: Judas, no el Iscariote, pregunta a quienes se va a manifestar: sólo a ellos o a todos. Jesús da a entender su intención de que todos lo conozcan, aunque establecerá vínculos duraderos sólo con quienes lo aceptan y lo aman; justamente a ellos les mandará el Espíritu Santo que les recordará todo lo que les ha enseñado.