5º de Pascua. Blanco.
Gloria. Credo. Prefacio de Pascua.
Un Antiguo nuevo mandamiento
Cuando decimos o repetimos que las palabras de Jesús, “ámense los unos a los otros”, expresan un mandamiento nuevo, podemos imaginar que Jesús lo inventó en ese momento. No hay que olvidar que, casi exactamente, las mismas palabras se encuentran en el Levítico (19, 18): “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”.
El mandamiento no era nuevo en tiempos de Jesús, y menos es nuevo hoy. Pero Jesús le dio un contenido novedoso. Esa novedad está en nosotros actualizarla. No es fruto de estudios bíblicos, teológicos o catequísticos, que pueden ayudar si existe lo esencial en el corazón: la vivencia cotidiana del bautismo que nos hace hijos de Dios y hermanos y hermanas sin distinciones. El amor nace de la vida espiritual y no de un esfuerzo moral de la voluntad.
No es un mandamiento más de la Ley, para distinguir a los que aceptan participar del Reino, imitar al Señor. Es la esencia de nuestro ser cristiano. Quien tiene odios y resentimientos simplemente está lejos de Dios.
Es nuevo, porque, hace ver cómo el amor es lo que más nos hace parecidos al Señor, y por lo tanto, lo que más revela a la humanidad la presencia de Cristo en el mundo.
Es nuevo, porque, siguiendo a Jesús que da la vida por los suyos, entendemos que también nosotros tenemos que amar hasta dar la vida.
Es nuevo, porque nadie es capaz de cumplir semejante mandamiento, si Dios no habita en su corazón. Está más allá de lo posible para la voluntad humana.
Amar y amarse como Jesús nos amó fue nuevo cuando Jesús lo dijo, es nuevo hoy y lo será eternamente. Porque el amor no termina nunca, y menos si Dios lo puso en nuestro corazón.
“Les doy un mandamiento nuevo. Ámense los unos a los otros” (Jn 13, 27).
P. Aderico Dolzani, ssp.
Guía: La liturgia nos presenta la más completa autorrevelación de Jesús: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida”. Jesús es el único camino al Padre, la única verdad salvadora, la vida que no tiene fin.
Guía: En su viaje misionero Pablo y Bernabé animaron a los creyentes a estar firmes en la fe, a pesar de las tribulaciones necesarias para entrar en el Reino.
Lectura de los Hechos de los Apóstoles.
Pablo y Bernabé volvieron a Listra, a Iconio y a Antioquía de Pisidia. Confortaron a sus discípulos y los exhortaron a perseverar en la fe, recordándoles que es necesario pasar por muchas tribulaciones para entrar en el Reino de Dios. En cada comunidad, establecieron presbíteros, y con oración y ayuno, los encomendaron al Señor en el que habían creído. Atravesaron Pisidia y llegaron a Panfilia. Luego anunciaron la Palabra en Perge y descendieron a Atalía. Allí se embarcaron para Antioquía, donde habían sido encomendados a la gracia de Dios para realizar la misión que acababan de cumplir. A su llegada, convocaron a los miembros de la Iglesia y les contaron todo lo que Dios había hecho con ellos y cómo había abierto la puerta de la fe a los paganos.
Palabra de Dios.
R. Bendeciré tu Nombre eternamente, Dios mío, el único Rey.
El Señor es bondadoso y compasivo, lento para enojarse y de gran misericordia; el Señor es bueno con todos y tiene compasión de todas sus criaturas. R.
Que todas tus obras te den gracias, Señor, y tus fieles te bendigan; que anuncien la gloria de tu reino y proclamen tu poder. R.
Así manifestarán a los hombres tu fuerza y el glorioso esplendor de tu reino: tu reino es un reino eterno, y tu dominio permanece para siempre. R.
Guía: La lectura del Apocalipsis es estimulante y esperanzadora: Dios vive entre los hombres, que son su pueblo; quitará toda aflicción y hará nuevas todas las cosas.
Lectura del libro del Apocalipsis.
Yo, Juan, vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra desaparecieron, y el mar ya no existe más. Vi la Ciudad santa, la nueva Jerusalén, que descendía del cielo y venía de Dios, embellecida como una novia preparada para recibir a su esposo. Y oí una voz potente que decía desde el trono: “Ésta es la carpa de Dios entre los hombres: Él habitará con ellos, ellos serán su pueblo, y el mismo Dios será con ellos su propio Dios. Él secará todas sus lágrimas, y no habrá más muerte, ni pena, ni queja, ni dolor, porque todo lo de antes pasó”. Y el que estaba sentado en el trono dijo: “Yo hago nuevas todas las cosas”.
Palabra de Dios
Aleluya. “Les doy un mandamiento nuevo: ámense los unos a los otros, como Yo los he amado”, dice el Señor. Aleluya.
Guía: Ya a punto de dejar a los discípulos, Jesús les repite su mandamiento de amarse entre ellos, sólo así serán reconocidos como sus discípulos.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan.
Durante la última cena, después que Judas salió, Jesús dijo: “Ahora el Hijo del hombre ha sido glorificado y Dios ha sido glorificado en Él. Si Dios ha sido glorificado en Él, también lo glorificará en sí mismo, y lo hará muy pronto. Hijos míos, ya no estaré mucho tiempo con ustedes. Les doy un mandamiento nuevo: ámense los unos a los otros. Así como Yo los he amado, ámense también ustedes los unos a los otros. En esto todos reconocerán que ustedes son mis discípulos: en el amor que se tengan los unos a los otros”.
Palabra del Señor.
Guía: Con el pan y el vino, presentamos nuestra actividad misionera y nuestros sacrificios que sólo Dios conoce.
Guía: “Yo soy la vid verdadera y vosotros los sarmientos; el que queda en mi y Yo en él, da mucho fruto”. Eso debe asegurarnos la comunión con Cristo.
Guía: Como auténticos creyentes y discípulos de Jesús, anunciemos que sólo él es “el Camino, la Verdad y la Vida”, el único salvador.