El Campo San Juan Pablo II fue el escenario del último encuentro del Papa Francisco con los jóvenes reunidos en Panamá, con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud. Ahí, a la luz del evangelio, que recordaba el comienzo de la misión pública de Jesús, el Santo Padre instó a los jóvenes a “vivir el ahora de Dios”, vale decir, a trabajar para crear espacios de encuentro donde puedan soñar el mañana, pero luchando para llevar esos sueños a la práctica en el mundo de hoy.
“Ustedes jóvenes deben pelear por su espacio hoy, porque la vida es hoy. Nadie te puede prometer un día del mañana. Tu vida hoy, es hoy. Tu jugarte es hoy. Tu espacio es hoy. ¿Cómo estás respondiendo a esto? Ustedes, queridos jóvenes, no son el futuro. Nos gusta decir: “Ustedes son el futuro…”. No, son el presente. No son el futuro de Dios, ustedes jóvenes son el ahora de Dios. Él los convoca, los llama en sus comunidades, los llama en sus ciudades para ir en búsqueda de sus abuelos, de sus mayores; a ponerse de pie junto a ellos, tomar la palabra y poner en acto el sueño con el que el Señor los soñó”, les dijo el Papa.
Al mismo tiempo, los instó a mirar a Jesús y reconocer en él un Dios concreto, cotidiano, cercano y real, que se hace presente y los invita a trabajar y embarrarse las manos juntos. “Jesús revela el ahora de Dios que sale a nuestro encuentro para convocarnos también a tomar parte en su ahora de «llevar la Buena Noticia a los pobres, la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, dar libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia en el Señor» (cf. Lc 4,18-19). Es el ahora de Dios que con Jesús se hace presente, se hace rostro, carne, amor de misericordia que no espera situaciones ideales, situacionesperfectas para su manifestación, ni acepta excusas para su realización. Él es el tiempo de Dios que hace justa y oportuna cada situación y cadaespacio. En Jesús se inicia y se hace vida el futuro prometido”, señaló Francisco en su homilía.
También recordó a los jóvenes presentes que la misión a la que el Señor los llama no se agota en una Jornada Mundial de la Juventud, sino que es una acción permanente de entrega, de anteponer la esperanza, la caridad, la solidaridad y la fraternidad ante la mirada paralizante de los miedos, la exclusión, la especulación y la manipulación.
“Todos estos días de forma especial ha susurrado como música de fondo el hágase de María. Ella no solo creyó en Dios y en sus promesas como algo posible, le creyó a Dios, se animó a decir “sí” para participar en este ahora del Señor. Sintió que tenía una misión, se enamoró y eso lo decidió todo. Que ustedes sientan que tienen una misión, se dejen enamorar y el Señor decidirá todo”, manifestó Francisco.
EVITAR UN DIOS A LA DISTANCIA
Francisco también fue claro en decir que, muchas veces, preferimos un Dios a la distancia, que no incomode, bien dibujado en los libros, pero “domesticado”. Por esta razón, invitó a los jóvenes a dejar atrás esa imagen e involucrarse, siendo capaces de mirar y encontrar el rostro verdadero de Dios en todas las realidades. “Un Dios cercano y cotidiano, un Dios amigo y hermano nos pide aprender de cercanías, de cotidianeidad y sobre todo de fraternidad. Él no quiso tener una manifestación angelical o espectacular, sino quiso regalarnos un rostro hermano y amigo, concreto, familiar. Dios es real porque el amor es real, Dios es concreto porque el amor es concreto”, dijo.
LA FICCIÓN DE LA ALEGRIA Y EL “MIENTRAS TANTO”
El Papa recordó como muchas veces nos gusta decir que “los jóvenes son el futuro”. Sin embargo, para él, eso trae consigo el riesgo de pensar que su vida es una promesa que solo se concretará más adelante, “como si ser joven fuera sinónimo de sala de espera de quien aguarda el turno de su hora”. Y mientras tanto, se les inventa un futuro higiénicamente bien empaquetado y sin consecuencias, bien armado y garantizado, con todo bien asegurado, para dejarlos tranquilos.
“Es la “ficción” de alegría, no la alegría del hoy, del concreto, del amor. Y así con esta ficción de la alegría los “tranquilizamos”, los adormecemos para que no hagan ruido, para que no molesten mucho, para que no se pregunten ni nos pregunten, para que no se cuestionen ni nos cuestionen; y en ese “mientras tanto” sus sueños pierden vuelo, se vuelven rastreros, comienzan a dormirse y son “ensoñamientos” pequeños y tristes (cf. Homilía del Domingo de Ramos, 25 marzo 2018), tan solo porque consideramos o consideran que todavía no es su ahora; que son demasiado jóvenes para involucrarse en soñar y trabajar el mañana. Y así los seguimos procrastinando… Y ¿saben una cosa?, que a muchos jóvenes esto les gusta. Por favor, ayudémosle a que no les guste, a que se rebelen, a que quieran vivir el ahora de Dios”, enfatizó Francisco.
Hoy es el tiempo de actuar, porque “allí donde esté su tesoro allí estará su corazón”, dijo el Papa, y “aquello que los enamore”, “será lo que los haga levantarse por la mañana y los impulse en las horas de cansancio, lo que les rompa el corazón y lo que les haga llenarse de asombro, alegría y gratitud. Sientan que tienen una misión y enamórense, que eso lo decidirá todo. ¡Dejemos que el Señor nos enamore!”.