Metodio es el mayor y Cirilo el menor de siete hermanos. Nacen en Salónica (Grecia) en el 815 y el 827, respectivamente. Su padre es militar, teólogo y filósofo. Ambos logran una gran erudición y virtud, y ocupan cátedras de diversas materias. El papa y los obispos se fijan en ellos y les encomiendan la evangelización de los países eslavos. Se dan cuenta de que la lengua del pueblo es un medio irrenunciable para comunicar la fe y vivir la liturgia; por eso aprenden el eslavo y otros idiomas de la zona, y crean el alfabeto llamado cirílico –todavía vigente en Rusia– y en él traducen los libros sagrados. Logran innumerables conversiones. El papa los llama a Roma, aprueba su método misionero y ordena sacerdote a Metodio. Cirilo, renunciando a ser obispo, se hace monje. Muere en brazos de Metodio el año 869. Este es nombrado arzobispo de Moravia y debe enfrentarse con el cismático Focio, que había sido su profesor. Descansa en el Señor el año 885.