Con el fin de prolongar la alegría y la esperanza que trae el nacimiento del Niño Dios, la Iglesia celebra en estos días lo que se conoce como la Octava de Navidad. Se trata de ocho días que comienzan el 25 de diciembre y terminan el 1 de enero, en los que igualmente se festeja el nacimiento del Niño Dios.
La celebración de la Octava tiene sus raíces en el Antiguo Testamento, en el que los judíos festejaban las fiestas religiosas más importantes y el nacimiento de un niño durante ocho días.
La Natividad del Señor celebra su primera venida, cuando Dios se hace pequeño y asume nuestra naturaleza humana. Ese día se puede celebrar tres Misas, según la antigua tradición romana, en la noche, a la aurora y en el día. Dentro de la octava de navidad se celebra también a san Esteban, el primer mártir de la Iglesia (26 de diciembre), a san Juan Apóstol y Evangelista (27 de diciembre), los Santos Inocentes (28 de diciembre), la Sagrada Familia de Jesús, María y José (30 de diciembre), para culminar el 1 de enero con la celebración de María, Madre de Dios.
El tiempo de Navidad no termina el primer día del año, sino que continua hasta el lunes después del Bautismo del Señor Jesús. Estos días, entonces, son un tiempo propicio para comprender y compartir el significado profundo del nacimiento de Jesús para los cristianos. Tomando en cuenta el cansancio de fin de año, el trajín de la vida, la preparación del Año Nuevo, aprovechemos esta octava para dejarnos deslumbrar por el amor de Dios y compartir, en familia, su mensaje.