Hace más de 30 años, la entonces Pastoral Universitaria del Arzobispado de Santiago, decidió vivir una Navidad diferente, recorriendo las calles aledañas a La Vega Central, para acompañar a personas en situación de calle. La actual Vicaría para la Educación se ha preocupado de seguir llevando adelante esta actividad solidaria y ayer domingo 23 de diciembre acompañó a celebrar Navidad a más de mil personas, de doce lugares de Santiago.
“En estos 30 años hemos ampliado esta iniciativa, hoy tenemos una variedad de posibilidades de ayudar porque hay muchas vulnerabilidades, muchas personas que sufren necesidades. Por eso hoy estamos acompañando a los hermanos migrantes, a los adultos mayores en hogares de ancianos, a familias que no han podido optar a su casa propia y que comparten estos pequeños espacios que son los cités, y también hemos estado con personas en situación de calle. Estamos contentos de que esta actividad se haya ido amplificando y que podamos llegar a todo los Cristo que están en la calle, a través del acompañamiento, la acogida y del compartir”, explicó el vicario para la educación, padre Andrés Moro.
Los más de 250 voluntarios que participaron estuvieron presentes en distintos sectores de Santiago: tres comedores solidarios, dos cités de la comuna de Independencia, cinco hogares de adultos mayores y dos casas de acogida para mujeres víctimas de violencia.
En cada sitio, los animadores ofrecieron momentos de oración, una especial cena, realizaron actividades recreativas, cantaron villancicos y animaron a los niños y adultos mayores con juegos y bailes. Al final de cada actividad, los presentes participaron de una tradicional liturgia para volver a contemplar y para seguir haciendo vida el nacimiento de Jesús.
NAVIDAD CON CRISTO POBRE
“En estos espacios vivimos la verdadera Navidad, es donde vemos el rostro de Cristo, que nació pobre. Creo que con el ejemplo podemos enseñar a la gente el verdadero sentido de esta fiesta y por eso vengo con toda mi familia, para acompañar a quienes nos necesitan”, expresó Diego Méndez, quien llegó junto a su señora, sus hijos y sobrinas para participar como voluntario de la actividad.
Verónica Ponce vive hace 32 años en el cité de Av. Independencia 418, junto a su esposo, hija, dos nietos y sobrina. Es la residente más antigua del cité, en el que habitan unas setenta personas. “Estoy muy contenta y emocionada por todos los niños, porque están felices, esperaron por semanas para que llegara este día. Yo nunca he celebrado Navidad porque no se puede, así que cuando llegan las doce yo me acuesto. Ahora estoy muy agradecida porque nos están acompañando, regalándonos tiempo y un día de alegría”, comentó.