El Adviento es el comienzo del Año Litúrgico. Se da inicio el domingo más próximo al 30 de noviembre y termina el 24 de diciembre. Son cuatro semanas anteriores a la Navidad.
La palabra viene del latín “adventus”: venida, llegada, presencia. El color litúrgico de este tiempo es el morado.
El sentido del Adviento es avivar en los creyentes la espera del Señor. Es un tiempo de espera y de esperanza. Pero más que un tiempo, es una actitud.
Para una futura madre, el tiempo de embarazo es de espera y de esperanza. La mujer siente las pataditas, y la guatita le crece cada vez más. Espera con amor a su guagua, la acaricia, le habla y se plantea muchas expectativas: será niño o niña, qué color de ojos tendrá, se parecerá al padre o a ella. Y por supuesto que en la casa se prepara una cuna, la ropita y todo lo necesario para recibirlo. Las abuelas tejen escarpines y en todo el entorno familiar están pendientes de la fecha del nacimiento. Llega un nuevo miembro a la familia, viene otra generación, tenemos esperanzas. La llegada de un niño es un acontecimiento que llena de alegría a la familia entera.
En el Adviento estamos a la espera del nacimiento del niño Jesús. Y tal como la familia que espera una guagua, nos preparamos. Adornamos la casa, preparamos el pesebre y pensamos en algo rico para comer juntos.
Así como disponemos nuestra casa para recibir a un invitado muy especial y celebrar su estadía con nosotros, durante estas cuatro semanas los cristianos preparamos nuestros corazones para recibir a Cristo y celebrar, con él, su presencia entre nosotros.
Dios viene. Pero viene humilde y pobre, casi imperceptible, y hay que saber reconocerlo. Viene en la Palabra, en los Sacramentos, en el hermano y en el pobre, ¿lo reconoceremos?
¿Y cómo nos vamos a preparar para el Nacimiento de Jesús? Pues, intentando mejorar nuestra vida, abriendo nuestro corazón para que Jesús pueda nacer en él. Y la manera de hacerlo es con oración, disponibilidad y generosidad.
Perdonemos las ofensas, tratemos de reconciliarnos con aquellas personas con las cuales nos hemos enemistado. Visitemos a ese familiar que está enfermo, al que está en la cárcel y a los que están solos.
Que tengan todos una muy Feliz Navidad.
En Jesús, María y Pablo,
El Director