En medio de una sociedad cada vez más convulsionada, líquida y ensimismada, la obra de José Chamorro nos pone el gran desafío de sumergirnos en el sitial de nuestro ser y descubrir de qué manera valorar la vida, con sus vicisitudes sin perder la “alegría” de vivir. El autor, como buen pedagogo, por medio de su itinerario de búsqueda espiritual, combina sus conocimientos con otras tradiciones espirituales, como el yoga o la propia psicología integrativa, las cuales le permiten ahondar en la comprensión del “Yo” y la forma en que el ser humano puede alcanzar una experiencia de su propia intimidad siempre y cuando reconozca no solo sus virtudes sino también sus zonas más oscuras. Además, él está convencido de que la realidad nunca será indiferente si se mira con cordura, pero también si nos dejamos sorprender y cuestionar por las circunstancias.
Claves para saborear la vida es una obra que se compone de setenta y tres reflexiones, divididas en tres ámbitos donde el ser humano se juega su opción de encontrarse consigo mismo y ser feliz: “Desde uno mismo”, “Desde los demás” y “Desde lo espiritual”. En síntesis, es un viaje al ser o el “Yo”, el otro (social y ecológico) y Aquel que lo abarca todo y es Absoluto, llamado Dios. Es sabido que el ejercicio de conocerse a sí mismo es un aprendizaje y a la vez un misterio. No es fácil el aceptarse como uno es, sobre todo cuando se descubre “quiénes somos” realmente. Hay todo un trabajo de aceptación, pero también de confrontación con los demás, el entorno y con la vida en general.
La obra de José Chamorro será como una caída a la “interioridad”, pues sus reflexiones llevarán hacia aquellas grietas que nadie desea recordar o haber vivido, porque son episodios de la vulnerabilidad que poseemos y que nos hace sensibles a las cuestiones que solo pueden iluminarse desde lo más profundo de nuestro ser, es decir, desde aquel lugar al cual Dios siempre quiere llegar hasta tocar nuestro corazón. Claves para saborear la vida es una obra llena de sentimientos, emociones y sabiduría que abre un camino hacia una espiritualidad más verdadera, y al mismo tiempo nos unifica e insta a sentir la alegría de vivir. Es una invitación a vivir con sencillez y entrega lo que somos, pero en la perspectiva amorosa y alegre de Dios.
Fredy Peña T., ssp.