14º durante el año. Verde.
Gloria. Credo. Prefacio dominical durante el año.
En el capítulo 9 y el comienzo del capítulo 10 de Lucas, el Señor hace tres envíos a misionar: primero manda a los 12 a predicar y sanar sin su presencia; después envía a los mensajeros para preparar su llegada a pueblos y aldeas; y finalmente da la consigna a los 72 discípulos, de ir como “ovejas en medio de lobos” para las dos tareas: preparar su venida y predicar.
Los 72 entendían muy bien qué significaban esas palabras: estaban en el territorio enemigo de los samaritanos, muy hostil a los judíos por religión, cultura, idiosincrasia. Por lo tanto tenían que esperar mal trato y rechazos…
Más incomprensible es la promesa y la tarea que les encomienda Jesús: la mies es mucha, la cosecha es abundante, pero lo que falta son obreros. Es decir, el territorio puede ser hostil, y contrariamente a lo que se imaginan ellos, les aclara que hay mucha y muy buena cosecha, pero que ellos son muy pocos… Hay necesidad de más discípulos, no de más cosecha… Quien quiera ser discípulo del Señor, tiene que tener un corazón muy grande, que acepte a todos los que desean trabajar en la cosecha.
Cuando ellos ven cuánto cosechan y hasta los milagros que suceden bajo sus ojos, parece que se marearon un poco… Jesús los llama y les aclara que eso no tiene importancia: “No se alegren, sin embargo, de que los espíritus se les sometan; alégrense más bien de que sus nombres estén escritos en el cielo”.
¿Podemos traducir este mensaje a nuestro hoy? ¿Cuál es el territorio hostil al evangelio? ¿Nuestra cultura es como la de los samaritanos y transitamos por ella como los judíos? ¿Qué falta, vocaciones o cosecha? ¿Tenemos que cambiar nosotros o nuestra cultura?
Todos los días es maravilloso constatar cuánta gente buena se puede encontrar donde menos se sueña, y cuántos se acercan a Dios desde los territorios impensados y hostiles de la increencia y de los vicios…
El Padre cosecha donde no imaginamos. Sólo nos pide que nos sintamos como grano de trigo ya cosechado y que él custodia en su granero del cielo y no como dueños o administradores de la cosecha y de los obreros. Porque todo es de él, nosotros también.
“El Señor designó a otros setenta y dos y los envió de dos en dos” (Lc 10, 1).
P. Aderico Dolzani, ssp.
Guía: Celebremos hoy nuestra eucaristía, alabando a Dios, porque él se apiada de nosotros, cansados y oprimidos, y nos libera de nuestros males.
Guía: El profeta Isaías reconforta a los impacientes que han vuelto del exilio: Jerusalén será una ciudad de prosperidad, de alegría y será bendecida por la paz.
Lectura del libro de Isaías.
¡Alégrense con Jerusalén y regocíjense a causa de ella, todos los que la aman! ¡Compartan su mismo gozo los que estaban de duelo por ella, para ser amamantados y saciarse en sus pechos consoladores, para gustar las delicias de sus senos gloriosos! Porque así habla el Señor: Yo haré correr hacia ella la prosperidad como un río, y la riqueza de las naciones como un torrente que se desborda. Sus niños de pecho serán llevados en brazos y acariciados sobre las rodillas. Como un hombre es consolado por su madre, así Yo los consolaré a ustedes, y ustedes serán consolados en Jerusalén. Al ver esto, se llenarán de gozo, y sus huesos florecerán como la hierba. La mano del Señor se manifestará a sus servidores, y a sus enemigos, su indignación.
Palabra de Dios.
SALMO Sal 65, 1-3. 4-7. 16. 20
R. ¡Aclame al Señor toda la tierra!
¡Aclame al Señor toda la tierra! ¡Canten la gloria de su Nombre! Tribútenle una alabanza gloriosa, digan al Señor: “¡Qué admirables son tus obras!” R.
Toda la tierra se postra ante ti, y canta en tu honor, en honor de tu Nombre. Vengan a ver las obras del Señor, las cosas admirables que hizo por los hombres. R.
Él convirtió el mar en tierra firme, a pie atravesaron el Río. Por eso, alegrémonos en Él, que gobierna eternamente con su fuerza. R.
Los que temen al Señor, vengan a escuchar, yo les contaré lo que hizo por mí. Bendito sea Dios, que no rechazó mi oración ni apartó de mí su misericordia. R.
Guía: Pablo sólo se gloría de la cruz de Cristo, feliz de llevar en su cuerpo los “signos” de la pasión salvadora.
Lectura de la carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Galacia.
Hermanos: Yo sólo me gloriaré en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo está crucificado para mí, como yo lo estoy para el mundo. Estar circuncidado o no estarlo, no tiene ninguna importancia: lo que importa es ser una nueva criatura. Que todos los que practican esta norma tengan paz y misericordia, lo mismo que el Israel de Dios. Que nadie me moleste en adelante: yo llevo en mi cuerpo las cicatrices de Jesús. Hermanos, que la gracia de nuestro Señor Jesucristo permanezca con ustedes. Amén.
Palabra de Dios.
ALELUYA Col 3, 15. 16
Aleluya. Que la paz de Cristo reine en sus corazones; que la Palabra de Cristo habite en ustedes con toda su riqueza. Aleluya.
Guía: Jesús envía a los discípulos a “ensayar” la misión: los envía sin tantas cosas para no obstaculizar la predicación del Reino y el anuncio de la paz.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
El Señor designó a otros setenta y dos, además de los Doce, y los envió de dos en dos para que lo precedieran en todas las ciudades y sitios adonde Él debía ir. Y les dijo: “La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha. ¡Vayan! Yo los envío como a ovejas en medio de lobos. No lleven dinero, ni provisiones, ni calzado, y no se detengan a saludar a nadie por el camino. Al entrar en una casa, digan primero: «¡Que descienda la paz sobre esta casa!» Y si hay allí alguien digno de recibirla, esa paz reposará sobre él; de lo contrario, volverá a ustedes. Permanezcan en esa misma casa, comiendo y bebiendo de lo que haya, porque el que trabaja merece su salario. No vayan de casa en casa. En las ciudades donde entren y sean recibidos, coman lo que les sirvan; sanen a sus enfermos y digan a la gente: «El Reino de Dios está cerca de ustedes». Pero en todas las ciudades donde entren y no los reciban, salgan a las plazas y digan: «¡Hasta el polvo de esta ciudad que se ha adherido a nuestros pies, lo sacudimos sobre ustedes! Sepan, sin embargo, que el Reino de Dios está cerca». Les aseguro que en aquel Día, Sodoma será tratada menos rigurosamente que esa ciudad”. Los setenta y dos volvieron y le dijeron llenos de gozo: “Señor, hasta los demonios se nos someten en tu Nombre”. Él les dijo: “Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo. Les he dado poder para caminar sobre serpientes y escorpiones y para vencer todas las fuerzas del enemigo; y nada podrá dañarlos. No se alegren, sin embargo, de que los espíritus se les sometan; alégrense más bien de que sus nombres estén escritos en el cielo”.
Palabra del Señor.
O bien más breve: Lc 10, 1-9
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
El Señor designó a otros setenta y dos, además de los Doce, y los envió de dos en dos para que lo precedieran en todas las ciudades y sitios adonde Él debía ir. Y les dijo: “La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha. ¡Vayan! Yo los envío como a ovejas en medio de lobos. No lleven dinero, ni provisiones, ni calzado, y no se detengan a saludar a nadie por el camino. Al entrar en una casa, digan primero: «¡Que descienda la paz sobre esta casa!» Y si hay allí alguien digno de recibirla, esa paz reposará sobre él; de lo contrario, volverá a ustedes. Permanezcan en esa misma casa, comiendo y bebiendo de lo que haya, porque el que trabaja merece su salario. No vayan de casa en casa. En las ciudades donde entren y sean recibidos, coman lo que les sirvan; sanen a sus enfermos y digan a la gente: «El Reino de Dios está cerca de ustedes»”.
Palabra del Señor.
Guía: Hoy presentamos, con el pan y el vino, el don de nuestra pobreza: que en ella se revele la riqueza, la sabiduría y la fuerza de Dios.
PREPARACIÓN A LA COMUNIÓN
Guía: Saciados con los dones del amor de Dios, podemos vivir en una perenne acción de gracias.
Guía: Reconfortados por la palabra y el sacramento, anunciemos a todos que nuestros afanes, inquietudes y cansancios sólo encontraron quietud, reposo y paz en el corazón de Cristo.