De la feria. Verde. María, auxilio de los cristianos (ML). Blanco.
LECTURA Ecli 6, 5-17
Lectura del libro del Eclesiástico.
Las palabras dulces multiplican los amigos y un lenguaje amable favorece las buenas relaciones. Que sean muchos los que te saludan, pero el que te aconseja, sea uno entre mil. Si ganas un amigo, gánalo en la prueba, y no le des confianza demasiado pronto. Porque hay amigos ocasionales, que dejan de serlo en el día de tu aflicción. Hay amigos que se vuelven enemigos, y para avergonzarte, revelan el motivo de la disputa. Hay amigos que comparten tu mesa y dejan de serlo en el día de la aflicción. Mientras te vaya bien, serán como tú mismo y hablarán abiertamente con tus servidores; pero si te va mal, se pondrán contra ti y se esconderán de tu vista. Sepárate de tus enemigos y sé precavido con tus amigos. Un amigo fiel es un refugio seguro: el que lo encuentra ha encontrado un tesoro. Un amigo fiel no tiene precio, no hay manera de estimar su valor. Un amigo fiel es un bálsamo de vida, que encuentran los que temen al Señor. El que teme al Señor encamina bien su amistad, porque como es él, así también será su amigo.
Palabra de Dios.
Comentario: ¿Buscas un amigo? ¿Sabes lo que es una verdadera amistad? Estas líneas parecerían haber sido escritas en nuestros días por alguna persona con experiencia en amigos. Pero invierte ahora las preguntas iniciales y pregúntate sobre qué y quién eres para los demás. ¿Eres ese amigo que buscas en otros?
R. ¡Condúceme por la senda de tus mandamientos, Señor!
Tú eres bendito, Señor: enséñame tus preceptos. Mi alegría está en tus preceptos: no me olvidaré de tu palabra. R.
Abre mis ojos, para que contemple las maravillas de tu ley. Instrúyeme en el camino de tus leyes, y yo meditaré tus maravillas. R.
Instrúyeme, para que observe tu ley y la cumpla de todo corazón. Condúceme por la senda de tus mandamientos, porque en ella tengo puesta mi alegría. R.
ALELUYA Cfr. Jn 17, 17
Aleluya. Tu palabra, Señor, es verdad; conságranos en la verdad. Aleluya.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos.
Jesús fue a la región de Judea y al otro lado del Jordán. Se reunió nuevamente la multitud alrededor de Él y, como de costumbre, les estuvo enseñando una vez más. Se acercaron a Jesús algunos fariseos y, para ponerlo a prueba, le plantearon esta cuestión: «¿Es lícito al hombre divorciarse de su mujer?» Él les respondió: «¿Qué es lo que Moisés les ha ordenado?» Ellos dijeron: «Moisés permitió redactar una declaración de divorcio y separarse de ella». Entonces Jesús les respondió: «Si Moisés les dio esta prescripción fue debido a la dureza del corazón de ustedes. Pero desde el principio de la creación, “Dios los hizo varón y mujer”. “Por eso, el hombre dejará a su padre y a su madre, y los dos no serán sino una sola carne”. De manera que ya no son dos, “sino una sola carne”. Que el hombre no separe lo que Dios ha unido». Cuando regresaron a la casa, los discípulos le volvieron a preguntar sobre esto. Él les dijo: «El que se divorcia de su mujer y se casa con otra comete adulterio contra aquélla; y si una mujer se divorcia de su marido y se casa con otro, también comete adulterio».
Palabra del Señor.
Comentario: La “dureza del corazón” se puede entender como el exceso de amor propio (orgullo) que transforma la alegría en amargura y rechaza todo lo que viene del otro. La Carta a los Hebreros dice: “No endurezcan el corazón” (3, 8), pidiendo fidelidad a Dios. Jesús recuerda que, para casarse, hay que amar al otro más que a sí mismo.