De la feria. Verde. San Charbel Makhlüf, p. (ML). Blanco.
LECTURA Miq 7, 14-15. 18-20
Lectura de la profecía de Miqueas.
¡Señor, apacienta con tu cayado a tu pueblo, al rebaño de tu herencia, al que vive solitario en un bosque, en medio de un vergel! ¡Que sean apacentados en Basán y en Galaad, como en los tiempos antiguos! Como en los días en que salías de Egipto, muéstranos tus maravillas. ¿Qué dios es como Tú, que perdonas la falta y pasas por alto la rebeldía del resto de tu herencia? Él no mantiene su ira para siempre, porque ama la fidelidad. Él volverá a compadecerse de nosotros y pisoteará nuestras faltas. Tú arrojarás en lo más profundo del mar todos nuestros peca- dos. Manifestarás tu lealtad a Jacob y tu fidelidad a Abraham, como lo juraste a nuestros padres desde los tiempos remotos. Palabra de Dios.
Comentario: Miqueas revive la profecía mesiánica donde se identifica al “Salvador” con el pastor de Israel que regirá al pueblo, con su cayado, del mismo modo que el Señor. Solo el Señor perdona el pecado y absuelve la culpa, no por nuestros méritos sino porque él es misericordioso.
SALMO Sal 84, 2-8
R. ¡Manifiéstanos tu misericordia, Señor!
Fuiste propicio, Señor, con tu tierra, cambiaste la suerte de Jacob; perdonaste la culpa de tu pueblo, lo absolviste de todos sus pecados. R.
¡Restáuranos, Dios, salvador nuestro; olvida tu aversión hacia nosotros! ¿Vas a estar enojado para siempre? ¿Mantendrás tu ira eternamente? R.
¿No volverás a darnos la vida, para que tu pueblo se alegre en ti? ¡Manifiéstanos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación! R.
ALELUIA Jn 14, 23
Aleluia. «El que me ama será fiel a mi palabra, y mi Padre lo amará e iremos a él» dice el Señor. Aleluia.
EVANGELIO Mt 12, 46-50
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.
Jesús estaba hablando a la multitud, cuando su madre y sus hermanos, que estaban afuera, trataban de hablar con Él. Alguien le dijo: «Tu madre y tus hermanos están ahí afuera y quieren hablarte». Jesús le respondió: «¿Quién es mi madre y quiénes son mis herma- nos?». Y señalando con la mano a sus discípulos, agregó: «Éstos son mi madre y mis hermanos. Porque todo el que hace la voluntad de mi Padre que está en el cielo, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre». Palabra del Señor.
Comentario: Jesús nos convoca en una nueva familia que va más allá de los lazos de la sangre y cuya exigencia radica en renunciar a los prejuicios e ideas fijas. No es que Jesús desprecie a los suyos, ni menos a su madre. La fe en él nos hace salir de nuestros círculos y compartir un proyecto más fuerte que la propia familia.