Este libro surge a partir de una serie de entrevistas realizadas al padre Amorth que fueron publicadas por el semanario Creer, en donde abordaron ampliamente la fenomenología asociada al trabajo del mal sobre las personas. Sin embargo, la idea no era simplemente detallas sus ámbitos de acción, sino que, por el contrario, transmitir a los lectores que es posible sanar, llenando los corazones con la esperanza que Dios representa.
A partir de su propia experiencia, el padre Amorth pone a los lectores en alerta: el mal existe y es capaz de actuar sobre las personas. Sin embargo, plantea, también es posible escapar a su influjo, a través de la oración la fe, la esperanza y el amor. El autor va desarrollando en las páginas del libro una catequesis general en torno a Jesús y su victoria sobre el mal, el autor explica la doctrina católica acerca de los ángeles caídos, los fundamentos del satanismo y sus manifestaciones de culto, pasando por las consecuencias espirituales de ellos y las formas de protegernos del mal. De esto modo lleva al lector a una gran conclusión que ilumina las páginas del libro: la vida vence a la muerte.
El mal ataca la confianza del hombre. Lo vulnera a fin de romper el vínculo que tiene con el Creador. Sin embargo, la vida, pasión y muerte de Jesús enseña que es posible derrotar al pecado y a la muerte, en la medida que su muerte en la Cruz abrió las puertas a la Salvación para todos los hombres. De este modo, el libro postula que, al final de nuestros días, enfrentaremos un juicio de misericordia. Bajo la mirada de Dios, dice el padre Amorth, “a toda persona le da la esperanza de que no existe ningún pecado, ninguna situación de la vida, ningún fallo humano que no puede ser abierto y acogido a plenitud por el amor de Dios, con la única condición de que manifieste el arrepentimiento y el deseo de perdón”.
Con este libro podemos aprender que, en nuestra condición humana, somos vulnerables al ataque del mal. No siempre es fácil resistirse o combatirlo. Tampoco existen soluciones sencillas para casos graves de posesión o infestación. Sin embargo, debemos ser perseverantes en la fe, la oración y los sacramentos. Y, por supuesto, confiar en la acción salvífica de Jesús que ha puesto al alcance de todos el camino a la gloria del Padre.