Evangelizador en Tiempos de Injusticia es el subtítulo de este nuevo libro de la colección Testigos, dedicado a la figura de monseñor Óscar Arnulfo Romero. Su autor, José Frías del Santo, valiéndose de testimonios y extractos de las homilías que pronunció Romero, construye un relato para comprender el significado que tuvo para el pueblo salvadoreño la muerte y, más importante aún, la vida de este hombre de Dios. Monseñor Romero supo valorar la vida de entrega y compromiso con su pueblo, a la luz de la persona de Jesucristo.
El autor cuenta los orígenes campesinos de Romero como la génesis que le permitirá conectarse con los marginados, los desposeídos y todos los sectores que clamaban justicia social en El Salvador. Estos esperaban un mensaje de acogida y esperanza de parte de la Iglesia. Además, narra los acontecimientos que tuvo que enfrentar en los últimos años de su vida, como por ejemplo el asesinato del sacerdote Rutilio Grande, hecho que dejó huella en el alma del religioso. Esta muerte lo hizo exigir al gobierno de su país la investigación del crimen de quien, además, era un buen amigo suyo. Al no producirse esto, Romero cambió su posición sobre el papel que debía ejercer la Iglesia frente a la realidad del país. Ante más de cien mil personas, en la Catedral de San Salvador, pidió el fin de la violencia. Ese fue el punto de inflexión que lo impulsó a defender, con fuerza, los derechos de los desprotegidos, camino que finalmente lo llevaría también hacia una muerte violenta y prematura.
Frías del Santo aporta antecedentes que permiten al lector comprender el contexto y significado del sacrificio de Romero. Por ejemplo, las palabras introductorias de Luis Van de Velde, animador de CEB y del Movimiento Ecuménico de la arquidiócesis de San Salvador: analiza el acta apostólica del papa Francisco, con motivo de la beatificación de monseñor Romero, donde lo califica como padre de los pobres, para dejar en claro que ese es el camino de quien consagra su vida al anuncio del Evangelio. Además, complementa la biografía de Romero con el testimonio de monseñor Leonidas Proaño, obispo de Riobamba, Ecuador, quien cuenta lo sucedido en el funeral, que según sus palabras, fueron testigos de una homilía inconclusa, interrumpida por la explosión de varias bombas. Valioso es también el testimonio del teólogo Jon Sobrino, quien vivió de cerca la última etapa del arzobispo, de quien dice: promovió una pastoral, una teología y una solidaridad internacional a favor de los pobres. En suma, fue capaz de llevar en sus espaldas el sufrimiento de su pueblo y darle palabras de consuelo y esperanza.
Finalmente, el autor invita a celebrar una vida que se entregó a los demás, sobre todo en sus tres últimos años. Pero también a pensar qué significa hoy ser un testigo heroico del Reino de Dios. Para José Frías del Santo, monseñor Romero dio el ejemplo: su voz resonaba en forma fuerte y clara en nombre de Dios, pidiendo detener el odio, la violencia y la muerte en El Salvador. Cuando el odio de los poderosos cerraba toda posibilidad de diálogo, este hombre de Dios encaminó a la Iglesia de su país a optar por los pobres, decisión que posteriormente lo llevó a encontrarse con el Padre, en medio de la celebración de la Eucaristía, por defender con plena convicción lo que consideraba justo para su pueblo.
Rodrigo Miranda Sánchez