Este 15 de agosto San Salvador celebró ante miles de fieles en la Catedral de esa ciudad el centenario del natalicio del Obispo y Mártir, Beato Oscar Arnulfo Romero. La Eucaristía fue presidida por el cardenal Ricardo Ezzati Andrello, Enviado Especial del Papa Francisco. Asistió el Presidente de la República, Salvador Sánchez, junto a la primera dama, y le acompañaron en la concelebración cerca de 200 sacerdotes, entre ellos obispos y cardenales de todo el mundo.
Luego de un saludo de bienvenida de Monseñor José Luis Escobar Alas, Arzobispo de San Salvador, y posterior a las lecturas biblicas, el cardenal Ezzati compartió en su homilía que monseñor Romero “habló a la gente de nuestro tiempo de la obra salvífica de nuestro Señor Jesucristo y de su amor hacia todos, especialmente hacia los más pobres y descartados. Tanto en su vida sacerdotal como en el comienzo de su ministerio episcopal experimentó un singular camino espiritual, que lo llevó a propagar la justicia, la reconciliación y paz”.
?Al referirse a la gran tradición religiosa heredada de sus padres y ya como pastor, aseguró que “algo empezó a cambiar en él, especialmente en Santiago de María, al conocer más de cerca la pobreza extrema de los campesinos”. Posteriormente aseguró que “su ministerio pastoral continúa y llegan acontecimientos trágicos que remecen sus entrañas (…) la matanza de un grupo de peregrinos” y “el asesinato del P. Rutilio Grande”.
Trayendo a la memoria la V Conferencia de Aparecida, agregó que “nuestro Mártir experimentó una profunda ‘conversión pastoral’”, al observar con asombro lo que sucedía. Pero no es solo observar, pues “la conversión pastoral lleva a desear vivir como Jesús con los más débiles, los más pobres, los que no cuentan. Y, desde esa experiencia purificadora, anunciar la Buena Nueva con la vida, el testimonio y la palabra, asumiendo la defensa integral de la vida que incluye la justicia social”.
Hacia el final de su homilía e interrumpido en varias ocasiones por los aplausos espontáneos de los fieles concluyó: “me atrevo a decir que el Beato Mons. Romero es un mártir de la Esperanza. Lo es para los más pobres del Continente, lo es para nuestra querida Iglesia, lo es para los que luchan por la justicia, la reconciliación y la paz que, con cariño renovado, ya lo llaman ‘San Romero de América’”.
VÍNCULO CON CHILE
Durante su homilía el Arzobispo de Santiago hizo también algunas alusiones a la historia reciente de Chile en el recuerdo biográfico de monseñor Romero: “Y pasando de la palabra a los hechos (Monseñor Romero), crea la oficina del ‘Socorro Jurídico’, para ir en ayuda de los derechos humanos de los campesinos más pobres, iniciativa que tuvo una relación muy cercana con la Vicaría de la Solidaridad, creada por la Iglesia en Chile, para acoger a las víctimas de la dictadura”.
Más adelante, refiriéndose a la urgencia de atender a los más necesitados el Arzobispo de Santiago dijo: “Recuerdo, a propósito, el llamado urgente que hizo San Juan Pablo II hace treinta años en su visita a Chile, en la sede de la CEPAL, para todo el Continente americano: ‘¡Los pobres no pueden esperar!’, dijo. En un mundo de tanta riqueza, de tantos adelantos tecnológicos, es incomprensible que los pobres deban seguir esperando. Y más incomprensible aún, que esto siga sucediendo en un Continente cristiano”.
ARZOBISPO DE SAN SALVADOR
Refiriéndose a la homilía del Cardenal Ezzati, el Arzobispo de San Salvador dijo que “todos los salvadoreños y el pueblo de Dios estamos maravillados y agradecidos con el Señor, ante todo, y también agradecidos con el Papa Francisco al estar con nosotros a través de Su Enviado Especial, el señor Arzobispo de Santiago”. De esa participación destacó su profundidad teológica y la cantidad de afecto a nuestro beato. Prometió además que se difundirá en su totalidad a través de los medios de comunicación de la Arquidiócesis para que todos puedan meditarla y, sobre todo, hacerla vida.
*Para conocer más acerca de la vida de monseñor Romero, en SAN PABLO puedes encontrar los libros Pastor y Mártir y Monseñor Romero: evangelizador en tiempos de injusticia.