Las parábolas que nos presenta Jesús son la conclusión del discurso sobre el misterio del Reino. Tanto la parábola del tesoro escondido como la perla de gran valor muestran la actitud de alguien que encuentra “algo” de una cuantía incalculable. No es que se quiera comparar el Reino con el tesoro, sino que quiere resaltar el estado de ánimo de quien encuentra ese tesoro. ¿Cómo reacciona quién descubre que solo el amor es capaz de provocar algún cambio en su vida? Hay una emoción de alegría y liberación por haber descubierto, en ese tesoro, las obras que hizo Jesús. No se trata de renunciar a todo para alcanzarlo, sino que en la medida que se descubre, vamos configurándonos en personas más desprendidas, abiertas y libres para amar.
En este sentido, los padres de familia tienen la gran responsabilidad de educar a sus hijos en las cuestiones religiosas, ya que, son ellos sus principales educadores en la fe. Y es que en la práctica de la justicia del Reino se necesita de la sabiduría divina y todos la requieren: sacerdotes, médicos, operadores y, sobre todo, los que se desempeñan en actividades al servicio de la comunidad. Así, constatamos cómo la sabiduría nos ayuda a conducirnos, a ser hombres y mujeres de Dios.
En una red que se echa al mar y recoge toda clase de peces, es Dios quien lanza la red y es él quien decide la elección. En la sociedad de hoy conviven peces buenos y malos. Por tanto, Jesús nos quiere revelar a los creyentes cuál será la suerte de quienes perseveren en el discernimiento y la opción definitiva por el Reino. Lo importante es comprender qué implica; primero, que las obras de Jesús sean conocidas por todos y los evangelios así lo describen: Cómo amó, perdonó, sanó, escuchó y se hizo el más pequeño de todos; segundo, las obras de Jesús se prolongan en el tiempo y los que creen en él son los continuadores de lo que él dijo e hizo. Sabemos que Dios dispone todas las cosas para bien de los que lo aman. Pedir su sabiduría nunca nos vendrá mal. Sobre todo cuando reconocemos que todo lo bueno que nos pase viene de él.
“Así sucederá al fin del mundo: vendrán los ángeles y separarán a los malos de entre los justos”, Jn 20, 21.
P. Fredy Peña T., ssp