16º durante el año. Verde.
Gloria. Credo. Prefacio dominical durante el año. Semana 4ª del Salterio.
Jesús revela el misterio del Reino
Se dice que Jesús recurría a las parábolas para hacerse entender mejor; sin embargo, más allá de su función pedagógica, estas buscaban revelar el misterio del Reino. En la parábola de la cizaña, Jesús critica el apuro de los discípulos y de las comunidades cristianas al querer separar entre buenos y malos. Estos, a semejanza de los fariseos y esenios, querían formar comunidades “puras”, huyendo de la realidad (esenios), o considerándose de “élite” (fariseos) por ser instruidos en la Ley.
La comunidad creyente está confundida, ya que en medio del trigo muestra que la sociedad es un campo de siembras diferentes y que allí crece también la cizaña. Se preguntan si Jesús es realmente el Mesías de la justicia, si no ¿cómo se explica el crecimiento de la injusticia? Hoy, muchos desearían ver a Dios precipitarse a la tierra y cortar las malas yerbas de la sociedad: los que están a favor del aborto, los que trafican con personas, los matones de oficio, los corruptos de corbata, los zares de las drogas y todos aquellos que abusan del bien y de la buena voluntad del otro.
No sea que al arrancar la cizaña… Dios es paciente, respeta la libertad hasta el punto de tolerar el mal hasta el día del juicio. No obliga a nadie a que evite el mal y obre el bien, sino que nos da el tiempo necesario para arrepentirnos y cambiar de vida. Es decir, por juzgar a la ligera podemos calificar de malo a alguien o algo. Esto sería un gran error, ya que no debemos juzgar los actos de nadie, pues eso es un derecho solo de Dios.
A su vez, la parábola de la levadura contrapone el poco al mucho. En efecto, la cantidad de levadura es insignificante ante tanta harina. Sin embargo, esta aumenta dentro de ella, como si la mujer escondiera la levadura en la harina. En Israel, hacer pan era menester confiado a la mujer, pues debían hacerlo todos los días, era su alimento básico. Asimismo, Jesús afirma que es la justicia que levantará a toda la humanidad, pues tiene el poder de contagiar y levantar toda la masa. Por tanto, el Reino se confía a los pequeños, pobres y marginados. Allí es donde él asume su propia forma y vitalidad, en la medida que lo “insignificante” sea el lugar propicio para la obra de Dios.
“Entonces los justos resplandecerán como el sol en el Reino de su Padre”, Mt 13, 43.
P. Fredy Peña T., ssp
1ª LECTURA Sab 12, 13. 16-19
Lectura del libro de la Sabiduría.
Fuera de ti, Señor, no hay otro Dios que cuide de todos, a quien tengas que probar que tus juicios no son injustos. Porque tu fuerza es el principio de tu justicia, y tu dominio sobre todas las cosas te hace indulgente con todos. Tú muestras tu fuerza cuando alguien no cree en la plenitud de tu poder, y confundes la temeridad de aquellos que la conocen. Pero, como eres dueño absoluto de tu fuerza, juzgas con serenidad y nos gobiernas con gran indulgencia, porque con sólo quererlo puedes ejercer tu poder. Al obrar así, tú enseñaste a tu pueblo que el justo debe ser amigo de los hombres y colmaste a tus hijos de una feliz esperanza, porque, después del pecado, das lugar al arrepentimiento. Palabra de Dios.
Comentario: Dios, que es sabiduría y justicia, mira las obras humanas y ejerce su soberanía con rectitud. Él tiene poder para juzgar y comprender al ser humano. Estamos invitados a confiar en Dios; porque Dios sabe lo que somos y cómo tratarnos. Por lo tanto, no quiere dejarnos en el mal ni en el pecado, sino conducirnos a su amor.
SALMO Sal 85, 5-6. 9-10. 15-16
R. Tú, Señor, eres bueno e indulgente.
Tú, Señor, eres bueno e indulgente, rico en misericordia con aquellos que te invocan: ¡atiende, Señor, a mi plegaria, escucha la voz de mi súplica! R.
Todas las naciones que has creado vendrán a postrarse delante de ti, y glorificarán tu nombre, Señor, porque tú eres grande, Dios mío, y eres el único que hace maravillas. R.
Tú, Señor, Dios compasivo y bondadoso, lento para enojarte, rico en amor y fidelidad, vuelve hacia mí tu rostro y ten piedad de mí. R.
2ª LECTURA Rom 8, 26-27
Lectura de la carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Roma.
Hermanos: El Espíritu viene en ayuda de nuestra debilidad porque no sabemos orar como es debido; pero el Espíritu intercede con gemidos inefables. Y el que sondea los corazones conoce el deseo del Espíritu y sabe que su intercesión en favor de los santos está de acuerdo con la voluntad divina. Palabra de Dios.
Comentario: El Espíritu es un fuego que fluye y nos mueve en busca de Dios. Nos enciende en su calor y como no sabemos pedir como es debido, entonces nos enciende para que nuestra oración no sea una fría fórmula, sino un diálogo amoroso con Dios.
ALELUIA Cfr. Mt 11, 25
Aleluia. Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque revelaste los misterios del reino a los pequeños. Aleluia.
EVANGELIO Mt 13, 24-43
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.
Jesús propuso a la gente esta parábola: “El Reino de los Cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero mientras todos dormían vino su enemigo, sembró cizaña en medio del trigo y se fue. Cuando creció el trigo y aparecieron las espigas, también apareció la cizaña. Los peones fueron a ver entonces al propietario y le dijeron: ‘Señor, ¿no habías sembrado buena semilla en tu campo? ¿Cómo es que ahora hay cizaña en él?’. Él les respondió: ‘Esto lo ha hecho algún enemigo’. Los peones replicaron: ‘¿Quieres que vayamos a arrancarla?’. ‘No’, les dijo el dueño, ‘porque al arrancar la cizaña, corren el peligro de arrancar también el trigo. Dejen que crezcan juntos hasta la cosecha, y entonces diré a los cosechadores: Arranquen primero la cizaña y átenla en manojos para quemarla, y luego recojan el trigo en mi granero’”. También les propuso otra parábola: “El Reino de los Cielos se parece a un grano de mostaza que un hombre sembró en su campo. En realidad, esta es la más pequeña de las semillas, pero cuando crece es la más grande de las hortalizas y se convierte en un arbusto, de tal manera que los pájaros del cielo van a cobijarse en sus ramas”. Después les dijo esta otra parábola: “El Reino de los Cielos se parece a un poco de levadura que una mujer mezcla con gran cantidad de harina, hasta que fermenta toda la masa”. Todo esto lo decía Jesús a la muchedumbre por medio de parábolas, y no les hablaba sin ellas, para que se cumpliera lo anunciado por el Profeta: “Hablaré en parábolas, anunciaré cosas que estaban ocultas desde la creación del mundo”. Entonces, dejando a la multitud, Jesús regresó a la casa; sus discípulos se acercaron y le dijeron: “Explícanos la parábola de la cizaña en el campo”. Él les respondió: “El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los que pertenecen al Reino; la cizaña son los que pertenecen al Maligno, y el enemigo que la siembra es el demonio; la cosecha es el fin del mundo y los cosechadores son los ángeles. Así como se arranca la cizaña y se la quema en el fuego, de la misma manera sucederá al fin del mundo. El Hijo del hombre enviará a sus ángeles, y estos quitarán de su Reino todos los escándalos y a los que hicieron el mal, y los arrojarán en el horno ardiente: allí habrá llanto y rechinar de dientes. Entonces los justos resplandecerán como el sol en el Reino de su Padre. ¡El que tenga oídos, que oiga!” Palabra del Señor.
Comentario: Lo característico de esta parábola es que, juntamente con el sembrador divino, en paralelo lo acompaña la existencia del sembrador del mal. Es decir, al momento que Dios siembra, siembra también Satanás. Por tanto, los cristianos debemos considerar que la convivencia con los malos no debe ser causa de pesimismo, sino que ha de tomarse como un “desafío”: la fragilidad humana sucumbe fácilmente ante la posibilidad de ofender a Dios.