NUESTRA SEÑORA DEL CARMEN, Madre y Reina de Chile (S).
Mujer, ahí tienes a tu hijo
Quizás, esta imagen de Jesús junto a su madre es uno de los más hermosos pasajes del Evangelio. Madre e hijo viven un encuentro dulce, pero con el sabor amargo del dolor. En la escena, participan las mujeres, que representan al mundo creyente, los soldados, que simbolizan a los incrédulos de la época, y el discípulo amado, que es el “modelo de discípulo” que imita a Jesús. “Mujer, ahí tienes a tu hijo” son las palabras que ahora Jesús dirige a su madre como una forma de acompañarla y de consolarla. Al llamarla mujer y no mamá, viene a dignificar a quien realizará la misión del nuevo pueblo de Dios.
La separación entre María y Jesús está marcada por la muerte de este en la cruz; a diferencia de aquella separación en las bodas de Caná, ella, sin temor al reproche de Jesús, desaparece del evento al decir: Hagan todo lo que él les diga. Sin embargo, Jesús le pide que no intervenga en la voluntad de su Padre, ya que nadie puede adelantarse a sus planes. María aparece así tanto en el principio como en el término de la vida pública de Jesús, pero esta vez la separación es un hecho. Es la hora en que todo llega a su fin, ya no queda más para compartir, hablar, sonreír y llorar juntos. La hora del hijo irrumpe como el invitado de piedra para el cual no te habías preparado ni habías imaginado. Solo una madre está cualificada para decir lo que significa la muerte de un hijo, más aún si un grupo de personas pide su crucifixión.
No obstante, este episodio no solo describe un acto de piedad filial de una madre con su hijo, sino también de una auténtica revelación de María como la madre espiritual. Ella es la madre del discípulo amado, pero también la de todos los creyentes. El afecto y la relación maternal se van a centrar en estos “creyentes”, por quienes su Hijo entregó su vida y en el cual todos los que crean en él pasarán a formar parte de la comunidad eclesial. María no solo será la mujer de la casa doméstica para pasar a ser la “mujer” que interceda entre la comunidad y Dios; será la mujer que ilumine a sus hijos entre las luces y sombras; será la mujer que acoja a sus fieles por más que estos ofendan a su Hijo. Ella es una intercesora que acoge la voz suplicante de sus hijos para presentarla ante Jesús.
“Mujer, aquí tienes a tu hijo. Luego dijo al discípulo: ‘Aquí tienes a tu madre’” Jn 19, 26.
P. Fredy Peña T., ssp
MOTIVACIÓN DE ENTRADA
Guía: La liturgia de este día nos presenta a la Virgen del Carmen, como Madre, Patrona y Reina de nuestro país y de todos los creyentes. Junto a la cruz, Jesús nos dejó a su Madre para que caminemos seguros hacia el encuentro del Padre.
1ª Lectura 1Rey 18, 1-2. 41-46
Guía: La “nubecilla” divisada por Elías desde el Carmelo se aplica a la Virgen María quien con su “sí” nos regaló a Jesús, el agua viva que apaga nuestra sed.
Lectura del primer libro de los Reyes.
Al tercer año, la palabra del Señor llegó a Elías, en estos términos: “Ve a presentarte a Ajab, y yo enviaré lluvia a la superficie del suelo”. Entonces Elías partió para presentarse ante Ajab y le dijo: “Sube a comer y a beber, porque ya se percibe el ruido de la lluvia”. Ajab subió a comer y a beber, mientras Elías subía a la cumbre del Carmelo. Allí se postró en tierra, con el rostro entre las rodillas. Y dijo a su servidor: “Sube y mira hacia el mar”. Él subió, miró y dijo: “No hay nada”. Elías añadió: “Vuelve a hacerlo siete veces”. La séptima vez, el servidor dijo: “Se eleva del mar una nube, pequeña como la palma de una mano”. Elías dijo: “Ve a decir a Ajab: Engancha el carro y baja, para que la lluvia no te lo impida”. El cielo se oscureció cada vez más por las nubes y el viento, y empezó a llover copiosamente. Ajab subió a su carro y partió para Izreel. La mano del Señor se posó sobre Elías; él se ató el cinturón y corrió delante de Ajab hasta la entrada de Izreel. Palabra de Dios.
SALMO Sal 129, 1-8
R. En el Señor se encuentra la misericordia.
Desde lo más profundo te invoco, Señor. ¡Señor, oye mi voz! Estén tus oídos atentos al clamor de mi plegaria. R.
Si tienes en cuenta las culpas, Señor, ¿quién podrá subsistir? Pero en ti se encuentra el perdón, para que seas temido. R.
Mi alma espera en el Señor, y yo confío en su palabra. Mi alma espera al Señor, más que el centinela la aurora. R.
Como el centinela espera la aurora, espere Israel al Señor, porque en Él se encuentra la misericordia y la redención en abundancia: Él redimirá a Israel de todos sus pecados. R.
2ª LECTURA Gál 4, 4-7
Guía: San Pablo nos muestra el camino de la libertad cristiana, un camino que fue posible con la colaboración de la virgen María, quien nos entregó al Hijo de Dios.
Lectura de la carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Galacia.
Hermanos: Cuando se cumplió el tiempo establecido, Dios envió a su Hijo, nacido de una mujer y sujeto a la Ley, para redimir a los que estaban sometidos a la Ley y hacernos hijos adoptivos. Y la prueba de que ustedes son hijos, es que Dios envió a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo, que clama a Dios llamándolo: ¡Abba!, es decir, ¡Padre! Así, ya no eres más esclavo, sino hijo, y por lo tanto, heredero por la gracia de Dios. Palabra de Dios.
ALELUIA Lc 1, 42
Aleluia. ¡Bendita eres entre todas las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! Aleluia.
EVANGELIO Jn 19, 25-27
Guía: San Juan, como testigo directo, nos indica que Jesús nos entregó a María como madre de todos los creyentes.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan.
Junto a la cruz de Jesús, estaba su madre y la hermana de su madre, María, mujer de Cleofás, y María Magdalena. Al ver a la madre y cerca de ella al discípulo a quien él amaba, Jesús le dijo: «Mujer, aquí tienes a tu hijo». Luego dijo al discípulo: «Aquí tienes a tu madre». Y desde aquella hora, el discípulo la recibió en su casa. Palabra del Señor.
Comentario: Con la hora de Jesús llega también la de María. Por eso, se hace presente junto a la cruz y se da el último diálogo entre ella y Jesús. Hay una relación afectiva que se gesta y se extiende hasta sus hijos-la comunidad creyente-, pues esta intenta vivir ese vínculo de amor junto a la maternidad espiritual de María.
PRESENTACIÓN DE LAS OFRENDAS
Guía: Como Iglesia peregrina, presentamos las ofrendas del pan y del vino. Ellos se convertirán en alimento para caminar, con María, hacia el Padre.
PREFACIO DE LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA
La Iglesia alaba a Dios con las palabras de María
S. El Señor esté con vosotros.
A. Y con tu espíritu.
S. Levantemos el corazón.
A. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
S. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
A. Es justo y necesario.
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias, Señor, y proclamar tus maravillas en la perfección de tus santos, y, sobre todo, ensalzar tu clemencia en esta conmemoración de la santísima Virgen María, con los mismos sentimientos de su bello canto.
Porque, en verdad, hiciste grandes bienes a todos los pueblos, y has manifestado tu misericordia de generación en generación, cuando, al mirar la humildad de tu esclava, nos diste por ella al autor de la salvación del mundo, Jesucristo, hijo tuyo y Señor nuestro.
Por él, los ángeles y los arcángeles te adoran eternamente, llenos de gozo en tu presencia; permítenos unirnos a sus voces, cantando tu alabanza: Santo, Santo, Santo…
PREPARACIÓN PARA LA COMUNIÓN
Guía: Nos acercamos, de la mano de María, a comulgar con su Hijo, Cristo eucaristía. Como ella, queremos vivir en eterna comunión con Jesús.
DESPEDIDA
Guía: En la historia de la Iglesia, muchos se inspiraron en la espiritualidad de la Virgen del Carmen, entre otros: Teresa de Ávila, Teresita de Lisieux, Teresa de los Andes, Juan de la Cruz… Un camino de santidad abierto aún a toda nuestra comunidad.