La misericordia no puede ser un paréntesis en la vida de la Iglesia, por cuanto constituye su esencia, la que se manifiesta y hace posible la verdad profunda del Evangelio. Ese es el llamado que el papa Francisco hace a todos los cristianos a través de Misericordia et miseria, carta apostólica que resume el año jubilar y que fue dada a conocer esta mañana en la Oficina de Prensa de la Santa Sede.
“Los dos pilares sobre los que se asienta la Carta son el hecho de que la misericordia debe ser celebrada y vivida” –explicó el Presidente del Consejo Pontificio para la Promoción de la Nueva Evangelización, arzobispo Rino Fishichella, durante la presentación del documento. “Partiendo de aquí se dan líneas pastorales que serán muy útiles para el proyecto vital de las comunidades cristianas de todo el mundo”, añadió.
En la carta apostólica, el Papa señala que hemos vivido un tiempo intenso, en donde la misericordia se ha hecho sentir. “Ahora, concluido este Jubileo, es tiempo de mirar hacia adelante y de comprender cómo seguir viviendo con fidelidad, alegría y entusiasmo, la riqueza de la misericordia divina. Nuestras comunidades continuarán con vitalidad y dinamismo la obra de la nueva evangelización en la medida en que la «conversión pastoral», que estamos llamados a vivir, se plasme cada día, gracias a la fuerza renovadora de la misericordia. No limitemos su acción; no hagamos entristecer al Espíritu, que siempre indica nuevos senderos para recorrer y llevar a todos el Evangelio que salva”, indicó.
Entre otras cosas, la carta apostólica extiende indefinidamente la labor de los “misioneros de la misericordia” a la vez que exhorta a los sacerdotes a prepararse con esmero para el ministerio de la confesión. También establece una Jornada mundial de los pobres, que celebrará la Iglesia cada año en noviembre, el domingo antes de la fiesta de Cristo Rey. Asimismo, anunció que los sacerdotes podrán absolver del pecado del aborto de manera indefinida, una disposición que había autorizado solo durante el Año Santo de la Misericordia que concluyó el domingo, enfatizando, eso sí, que “el aborto es un pecado grave, porque pone fin a una vida humana inocente”.
A través de estas acciones y los lineamientos propuestos en el texto firmado ayer, Francisco quiere seguir conformando a la Iglesia como un lugar de perdón, aceptación y misericordia.
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