Todos los santos (S). Blanco.
Gloria. Credo. Prefacio propio.
La felicidad, camino de la santidad
Con este título, no pretendemos despertarle solo su curiosidad… Más bien, remitirlo al evangelio de este día, donde leemos “Las Bienaventuranzas”.
¿Quién es el bienaventurado? Los diccionarios afirman que es aquel que ha recibido algo gratuitamente o por haberlo logrado con su propio esfuerzo. El bienaventurado es aquella persona que es feliz por cuanto es o por cuanto le sucede… En este caso, corresponde a quien recibe la gracia de Dios, y la vive con la esperanza que un día lo verá cara a cara en el Reino definitivo. ¿No es esto acaso lo que todos deseamos? Sí, toda persona busca la felicidad… y más aún como hijos de Dios (segunda lectura) fuimos llamados (primera lectura) a ser felices porque sabemos que el Señor nos creó para que realmente lo seamos.
Claro que algunos la buscan por caminos equivocados, cuando se dejan conducir por los llamados “pecados capitales” (cabeza de otros males) que impulsan a dominar a los demás, más que a servirles; a autocomplacerse, más que a buscar el bien ajeno; a ser aplaudidos, más que a preocuparse del necesitado.
Dios nos quiere felices, pero poniendo al centro de nuestra vida a los demás y a Dios mismo. Para ello, es necesario seguir al Maestro que se preocupó del necesitado, viviendo sin resentimientos; esperó el consuelo de su Padre, más que el de sus cercanos; no juzgó a los pecadores, más bien tuvo compasión de ellos, regalándoles el perdón y el amor de su Padre.
Este es el camino de la felicidad, o de la santidad cristiana, de la cual nadie puede quedar excluido luego de descubrir a Dios, quien nos otorgará la dignidad de ser sus hijos, liberándonos de todas las esclavitudes.
Dios les bendiga,
P. Martín Dolzani, ssp.
MOTIVACIÓN DE ENTRADA
Guía: Celebramos a todos cuantos gozan de la visión de Dios, sin haber sido reconocidos aún como “santos” por la Iglesia. Este día nos recuerda que, desde nuestro bautismo, todos estamos llamados a la santidad, amando a Dios y a nuestros semejantes.
1ª LECTURA Apoc 7, 2-4. 9-14
Guía: San Juan ve una gran multitud que goza de Dios: ellos han pasado por todas las dificultades propias de esta vida… Ellos ahora adoran y alaban al Creador.
Lectura del libro del Apocalipsis.
Yo, Juan, vi a un ángel que subía del Oriente, llevando el sello del Dios vivo. Y comenzó a gritar con voz potente a los cuatro ángeles que habían recibido el poder de dañar a la tierra y al mar: “No dañen a la tierra, ni al mar, ni a los árboles, hasta que marquemos con el sello la frente de los servidores de nuestro Dios”. Oí entonces el número de los que habían sido marcados: eran 144.000 pertenecientes a todas las tribus de Israel. Después de esto, vi una enorme muchedumbre, imposible de contar, formada por gente de todas las naciones, familias, pueblos y lenguas. Estaban de pie ante el trono y delante del Cordero, vestidos con túnicas blancas; llevaban palmas en la mano y exclamaban con voz potente: “¡La salvación viene de nuestro Dios que está sentado en el trono, y del Cordero!”. Y todos los ángeles que estaban alrededor del trono, de los ancianos y de los cuatro seres vivientes, se postraron con el rostro en tierra delante del trono, y adoraron a Dios, diciendo: “¡Amén! ¡Alabanza, gloría y sabiduría, acción de gracias, honor, poder y fuerza a nuestro Dios para siempre! ¡Amén!”. Y uno de los ancianos me preguntó: “¿Quiénes son y de dónde vienen los que están revestidos de túnicas blancas?”. Yo le respondí: “Tú lo sabes, señor”. Y él me dijo: “Éstos son los que vienen de la gran tribulación; ellos han lavado sus vestiduras y las han blanqueado en la sangre del Cordero”. Palabra de Dios.
SALMO Sal 23, 1-6
R. ¡Benditos los que buscan al Señor!
Del Señor es la tierra y todo lo que hay en ella, el mundo y todos sus habitantes, porque él la fundó sobre los mares, él la afirmó sobre las corrientes del océano. R.
¿Quién podrá subir a la Montaña del Señor y permanecer en su recinto sagrado? El que tiene las manos limpias y puro el corazón; el que no rinde culto a los ídolos ni jura falsamente. R.
Él recibirá la bendición del Señor, la recompensa de Dios, su Salvador. Así son los que buscan al Señor, los que buscan tu rostro, Dios de Jacob. R.
2ª LECTURA 1Jn 3, 1-3
Guía: Por su gran amor, Dios nos llama a ser y a reconocernos hijos suyos. Este regalo nos compromete llevar una vida acorde a la vida de Jesús, quien nos mostró al Padre.
Lectura de la primera carta de san Juan.
Queridos hermanos: ¡Miren cómo nos amó el Padre! Quiso que nos llamáramos hijos de Dios, y nosotros lo somos realmente. Si el mundo no nos reconoce, es porque no lo ha reconocido a él. Queridos míos, desde ahora somos hijos de Dios, y lo que seremos no se ha manifestado todavía. Sabemos que cuando se manifieste, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal cual es. El que tiene esta esperanza en él, se purifica, así como él es puro. Palabra de Dios.
ALELUIA Mt 11, 28
Aleluia. “Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré”, dice el Señor. Aleluia.
EVANGELIO Mt 4, 25-5, 12
Guía: Las bienaventuranzas son la meta de todo cristiano. Seremos felices en la medida en que seamos pobres, misericordiosos y constructores de la paz.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.
Seguían a Jesús grandes multitudes, que llegaban de Galilea, de la Decápolis, de Jerusalén, de Judea y de la Transjordania. Al ver la multitud, Jesús subió a la montaña, se sentó, y sus discípulos se acercaron a él. Entonces tomó la palabra y comenzó a enseñarles, diciendo: “Felices los que tienen alma de pobres, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos. Felices los afligidos, porque serán consolados. Felices los pacientes, porque recibirán la tierra en herencia. Felices los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados. Felices los misericordiosos, porque obtendrán misericordia. Felices los que tienen el corazón puro, porque verán a Dios. Felices los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios. Felices los que son perseguidos por practicar la justicia, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos. Felices ustedes, cuando sean insultados y perseguidos, y cuando se los calumnie en toda forma a causa de mí. Alégrense y regocíjense entonces, porque ustedes tendrán una gran recompensa en el cielo; de la misma manera persiguieron a los profetas que los precedieron”. Palabra del Señor.
PRESENTACIÓN DE LAS OFRENDAS
Guía: El pan y el vino son los frutos de la tierra y de nuestro trabajo cotidiano. El Espíritu Santo, por las palabras del sacerdote, los convertirá en el Cuerpo y la Sangre de Jesús, alimento en nuestro camino de santidad.
PREPARACIÓN A LA COMUNIÓN
Guía: La comunión, con la Eucaristía, nos lleva a participar de la santidad de Dios. De aquí nace y crece nuestro compromiso de “ser santos como Dios es santo”.
DESPEDIDA
Guía: Nos despedimos con la certeza de que la santidad es parte esencial de nuestra vocación bautismal, viviéndola cotidianamente en nuestra familia, en el trabajo, incluso en nuestros entretenimientos, realizados con alegría y por amor.