28º durante el año. Verde.
Gloria. Credo. Prefacio dominical durante el año. Semana 4ª del Salterio.
Unidos en desgracia, separados en salud
Diez leprosos, nueve de ellos judíos y uno samaritano, estaban reunidos a la entrada de un pueblo por ser excluidos de la vida social y familiar. Podían soñar con la muerte como una liberación o un milagro, porque medicinas no había…
Entre ellos había convivencia y solidaridad para sobrellevar la situación. El sufrimiento los había unido, la curación los separó.
Jesús, en su camino a Jerusalén, pasaba por ese lugar, y ellos le pidieron a gritos: “¡Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros!”. El Señor les respondió que fueran a presentarse a los sacerdotes, los únicos que podían constatar la curación y aceptarlos en la vida social.
En el trayecto, se curarán. Podemos imaginar los gritos de alegría y hasta las lágrimas de felicidad al verse sanos, con la piel rejuvenecida y sin llagas.
Los nueve judíos desaparecieron tragados por el milagro de volver a casa, a los abrazos familiares, y estar libres para circular… Querían presentarse cuanto antes a los sacerdotes. Conocían la ley mejor que el pagano. Corrieron detrás del propio interés.
El samaritano, en cambio, escuchó su corazón que le pedía ser agradecido y se reencontró con Jesús, porque se dio cuenta de que la salud no venía de la ley ni de los sacerdotes, sino de Jesús.
Para el Señor, cuenta el corazón que no conoce fronteras religiosas, políticas ni de clases sociales. Delante de Dios todos los corazones son transparentes y muestran todo el bien y todo el mal que anidan en ellos.
Cuando el samaritano se postró ante Jesús, se cumplió otro milagro: la salvación. Queda claro que diez fueron curados, pero uno solo salvado.
La oración nace en la fuente que surge del sufrimiento, entonces invocamos a Dios porque tenemos hambre de salud, amor, serenidad y somos impotentes. No obstante la fe nace del cariño de confiar solo en él.
“Levántate y vete, tu fe te ha salvado” (Lc 17, 19).
P. Aderico Dolzani, ssp.
MOTIVACIÓN DE ENTRADA
Guía: Como los diez leprosos que van a Jesús para que los sane, hoy nosotros venimos con nuestros pecados y miserias humanas para que nos reconcilie con el Padre. La Eucaristía es el mejor lugar para verificar si vamos o no por este camino de sanación. Y reconociendo nuestra realidad, tenemos la oportunidad de retomar el nuevo rumbo, a la luz de la Palabra de Dios.
1ª LECTURA 2Rey 5, 10. 14-17
Guía: El milagro de sanación de Naamán indica que para Dios todos somos sus hijos, independientemente de nuestra raza, nacionalidad y cultura. Solo exige que tengamos un poco de fe en su misericordia.
Lectura del segundo libro de los Reyes.
El profeta Eliseo mandó un mensajero para que dijera a Naamán, el leproso: «Ve a bañarte siete veces en el Jordán; tu carne se restablecerá y quedarás limpio». Naamán bajó y se sumergió siete veces en el Jordán, conforme a la palabra del hombre de Dios; así su carne se volvió como la de un muchacho joven y quedó limpio. Luego volvió con toda su comitiva adonde estaba el hombre de Dios. Al llegar, se presentó delante de él y le dijo: «Ahora reconozco que no hay Dios en toda la tierra, a no ser en Israel. Acepta, te lo ruego, un presente de tu servidor». Pero Eliseo replicó: «Por la vida del Señor, a quien sirvo, no aceptaré nada». Naamán le insistió para que aceptara, pero él se negó. Naamán dijo entonces: «De acuerdo; pero permite al menos que le den a tu servidor un poco de esta tierra, la carga de dos mulas, porque tu servidor no ofrecerá holocaustos ni sacrificios a otros dioses, fuera del Señor». Palabra de Dios.
SALMO Sal 97, 1-4
R. El Señor manifestó su victoria.
Canten al Señor un canto nuevo, porque Él hizo maravillas: su mano derecha y su santo brazo le obtuvieron la victoria. R.
El Señor manifestó su victoria, reveló su justicia a los ojos de las naciones: se acordó de su amor y su fidelidad en favor del pueblo de Israel. R.
Los confines de la tierra han contemplado el triunfo de nuestro Dios. Aclame al Señor toda la tierra, prorrumpan en cantos jubilosos. R.
2ª LECTURA 2Tim 2, 8-13
Guía: La conclusión de Pablo es que, si sufrimos y morimos con Cristo, reinaremos con él, pues Dios es fiel.
Lectura de la segunda carta del Apóstol san Pablo a Timoteo.
Querido hijo: Acuérdate de Jesucristo, que resucitó de entre los muertos y es descendiente de David. Ésta es la Buena Noticia que yo predico, por la cual sufro y estoy encadenado como un malhechor. Pero la palabra de Dios no está encadenada. Por eso soporto estas pruebas por amor a los elegidos, a fin de que ellos también alcancen la salvación que está en Cristo Jesús y participen de la gloria eterna. Esta doctrina es digna de fe: Si hemos muerto con Él, viviremos con Él. Si somos constantes, reinaremos con Él. Si renegamos de Él, Él también renegará de nosotros. Si somos infieles, Él es fiel, porque no puede renegar de sí mismo. Palabra de Dios.
ALELUIA 1Tes 5, 18
Aleluia. Den gracias a Dios en toda ocasión: esto es lo que Dios quiere de todos ustedes, en Cristo Jesús. Aleluia.
EVANGELIO Lc 17, 11-19
Guía: La curación de los diez leprosos evidencia que son pocos los agradecidos con Dios. Solo uno regresó a decir: ¡Gracias! Y era extranjero.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
Mientras se dirigía a Jerusalén, Jesús pasaba a través de Samaría y Galilea. Al entrar en un poblado, le salieron al encuentro diez leprosos, que se detuvieron a distancia y empezaron a gritarle: «¡Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros!» Al verlos, Jesús les dijo: «Vayan a presentarse a los sacerdotes». Y en el camino quedaron purificados. Uno de ellos, al comprobar que estaba sanado, volvió atrás alabando a Dios en voz alta y se arrojó a los pies de Jesús con el rostro en tierra, dándole gracias. Era un samaritano. Jesús le dijo entonces: «¿Cómo, no quedaron purificados los diez? Los otros nueve, ¿dónde están? ¿Ninguno volvió a dar gracias a Dios, sino este extranjero?» Y agregó: «Levántate y vete, tu fe te ha salvado». Palabra del Señor.
PRESENTACIÓN DE LAS OFRENDAS
Guía: El Señor nos invita al banquete de la reconciliación. El pan y el vino harán posible la Eucaristía, presencia del Señor que nos purifica.
PREPARACIÓN A LA COMUNIÓN
Guía: Dios Padre nos alimenta con el Cuerpo y la Sangre de su Hijo. Nos acercamos para recibirlo en nuestra vida y dejar que él la sane.
DESPEDIDA
Guía: Hemos sido sanados por el Señor. Ahora sanados, nos envía a sanar a otros. Y mientras cumplimos con esta misión, más experimentaremos la misericordia de Dios con nosotros.