Prefacio de la Pasión.
Lectura del libro de los Números.
Los israelitas partieron del monte Hor por el camino del Mar Rojo, para bordear el territorio de Edóm. Pero en el camino, el pueblo perdió la paciencia y comenzó a hablar contra Dios y contra Moisés: «¿Por qué nos hicieron salir de Egipto para hacernos morir en el desierto? ¡Aquí no hay pan ni agua, y ya estamos hartos de esta comida miserable!». Entonces el Señor envió contra el pueblo unas serpientes abrasadoras, que mordieron a la gente, y así murieron muchos israelitas. El pueblo acudió a Moisés y le dijo: «Hemos pecado hablando contra el Señor y contra ti. Intercede delante del Señor, para que aleje de nosotros esas serpientes». Moisés intercedió por el pueblo, y el Señor le dijo: «Fabrica una serpiente abrasadora y colócala sobre un mástil. Y todo el que haya sido mordido, al mirarla, quedará sanado». Moisés hizo una serpiente de bronce y la puso sobre un mástil. Y cuando alguien era mordido por una serpiente, miraba hacia la serpiente de bronce y quedaba sano. Palabra de Dios.
Comentario: El relato presenta la imagen de la serpiente en el Templo, que para algunos pueblos representaba una divinidad de la fertilidad o de la sanación. No obstante, esta imagen refuerza, a su vez, el esquema rebeldía-castigo-intercesión-cura, usado en el Templo posexílico.
R. ¡Señor, escucha mi oración!
Señor, escucha mi oración y llegue a ti mi clamor; no me ocultes tu rostro en el momento del peligro; inclina hacia mí tu oído, respóndeme pronto, cuando te invoco. R.
Las naciones temerán tu Nombre, Señor, y los reyes de la tierra se rendirán ante tu gloria: cuando el Señor reedifique a Sión y aparezca glorioso en medio de ella; cuando acepte la oración del desvalido y no desprecie su plegaria. R.
Quede esto escrito para el tiempo futuro y un pueblo renovado alabe al Señor: porque Él se inclinó desde su alto Santuario y miró a la tierra desde el cielo, para escuchar el lamento de los cautivos y librar a los condenados a muerte. R.
La semilla es la palabra de Dios, el sembrador es Cristo; el que lo encuentra permanece para siempre.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan.
Jesús dijo a los fariseos: «Yo me voy, y ustedes me buscarán y morirán en su pecado. Adonde Yo voy, ustedes no pueden ir». Los judíos se preguntaban: «¿Pensará matarse para decir: “Adonde Yo voy, ustedes no pueden ir”?». Jesús continuó: «Ustedes son de aquí abajo, Yo soy de lo alto. Ustedes son de este mundo, Yo no soy de este mundo. Por eso les he dicho: “Ustedes morirán en sus pecados”. Porque si no creen que Yo Soy, morirán en sus pecados». Los judíos le preguntaron: «¿Quién eres Tú?». Jesús les respondió: «Esto es precisamente lo que les estoy diciendo desde el comienzo. De ustedes, tengo mucho que decir, mucho que juzgar. Pero Aquél que me envió es veraz, y lo que aprendí de Él es lo que digo al mundo». Ellos no comprendieron que Jesús se refería al Padre. Después les dijo: «Cuando ustedes hayan levantado en alto al Hijo del hombre, entonces sabrán que Yo Soy y que no hago nada por mí mismo, sino que digo lo que el Padre me enseñó. El que me envió está conmigo y no me ha dejado solo, porque Yo hago siempre lo que le agrada». Mientras hablaba así, muchos creyeron en Él. Palabra del Señor.
Comentario: Para muchos, el hecho de que Jesús haya donado su vida en rescate del hombre es inconcebible. Pero ese es el camino que él transitó para unirse al Padre. Por tanto, el creyente ha de esforzarse en ver el mundo con los criterios de Dios. Solo así se entenderá a Jesús como aquel que nos conduce a Dios.