5º de Cuaresma. Morado.
No se dice Gloria. Credo. Prefacio de Cuaresma.
Toda vocación tiene sus exigencias
Unos judíos griegos quieren ver a Jesús y buscan a los más griegos del grupo de los discípulos: Felipe y Andrés, a quienes los identifica hasta el origen del nombre. Así conocen a Jesús, que no les habla solo a ellos, sino, también a todos, incluso a nosotros. Anuncia explícitamente que iba a morir crucificado, pero se refiere a su glorificación, no a su dolor. Será su Pascua, el paso a la Gloria, como un grano de trigo que muere para dar vida; dice que será ajusticiado en la cruz: “Cuando sea elevado sobre la Tierra, atraeré a todos hacia mí”. El evangelio aclara: “Decía esto para indicar cómo iba a morir”.
Jesús entrega libremente su vida, dándola como una vocación que le concedió el Padre: salvarnos a todos nosotros. Jesús jamás aparece como sufriendo su situación, hasta en los momentos más dolorosos. Siempre se muestra como dueño de los acontecimientos, aún cuando está crucificado.
Contemplar, de este modo, la vida de Jesús nos puede llevar a echar una mirada sobre nuestra existencia. Todos tenemos sueños, anhelos, ambiciones, aspectos que encubren nuestra propia vocación. Solemos imaginar que necesitamos una ocasión extraordinaria, un acontecimiento que nos haga sentir realizados para llegar a ser algo grande. A veces, encontramos personas que soñaron, durante mucho tiempo, con una profesión o un trabajo. Sin embargo, cuando lo logran, cumplen con gran sacrificio y renuncias sus tareas. Pierden la alegría de vivir y se sienten mártires.
Todos nosotros gozamos de una vocación cristiana que nos llena de felicidad, pero que también nos impone sus exigencias. Entonces, debemos saber que el que quiere salvar su vida, el que quiere, de alguna manera, gozar de su vocación, tiene que estar dispuesto a perder la vida para alcanzarlo.
“El que tiene apego a su vida, la perderá” (Jn 19, 25).
P. Aderico Dolzani, ssp.
MOTIVACIÓN DE ENTRADA
Guía: Celebramos el último domingo de Cuaresma y la liturgia nos anticipa la Resurrección del Señor.
1ª LECTURA Jer 31, 31-34
Guía: Jeremías anuncia una nueva Alianza, cuya ley será escrita en el corazón del hombre.
Lectura del libro de Jeremías.
Llegarán los días –oráculo del Señor– en que estableceré una nueva Alianza con la casa de Israel y la casa de Judá. No será como la Alianza que establecí con sus padres el día en que los tomé de la mano para hacerlos salir del país de Egipto, mi Alianza que ellos rompieron, aunque Yo era su dueño –oráculo del Señor–. Ésta es la Alianza que estableceré con la casa de Israel, después de aquellos días –oráculo del Señor–: pondré mi Ley dentro de ellos, y la escribiré en sus corazones; Yo seré su Dios y ellos serán mi Pueblo. Y ya no tendrán que enseñarse mutuamente, diciéndose el uno al otro: “Conozcan al Señor”. Porque todos me conocerán, del más pequeño al más grande –oráculo del Señor–. Porque Yo habré perdonado su iniquidad y no me acordaré más de su pecado. Palabra de Dios.
SALMO Sal 50, 3-4. 12-15
R. Crea en mí, Dios mío, un corazón puro.
¡Ten piedad de mí, Señor, por tu bondad, por tu gran compasión, borra mis faltas! ¡Lávame totalmente de mi culpa y purifícame de mi pecado! R.
Crea en mí, Dios mío, un corazón puro, y renueva la firmeza de mi espíritu. No me arrojes lejos de tu presencia ni retires de mí tu santo espíritu. R.
Devuélveme la alegría de tu salvación, que tu espíritu generoso me sostenga: yo enseñaré tu camino a los impíos y los pecadores volverán a ti. R.
2ª LECTURA Heb 5, 7-9
Guía: La carta a los hebreos nos enseña acerca de lo difícil y necesario que es cultivar la virtud de la obediencia al plan de Dios.
Lectura de la carta a los Hebreos.
Hermanos: Cristo dirigió durante su vida terrena súplicas y plegarias, con fuertes gritos y lágrimas, a Aquél que podía salvarlo de la muerte, y fue escuchado por su humilde sumisión. Y, aunque era Hijo de Dios, aprendió por medio de sus propios sufrimientos qué significa obedecer. De este modo, Él alcanzó la perfección y llegó a ser causa de salvación eterna para todos los que le obedecen. Palabra de Dios.
ACLAMACIÓN Jn 12, 26
“El que quiera servirme, que me siga, y donde Yo esté, estará también mi servidor”, dice el Señor.
EVANGELIO Jn 12, 20-33
Guía: Poder ver a Jesús implica estar dispuesto a dar la vida por él, como él la ha dado por nosotros.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan.
Había unos griegos que habían subido a Jerusalén para adorar a Dios durante la fiesta de Pascua. Éstos se acercaron a Felipe de Betsaida de Galilea, y le dijeron: “Señor, queremos ver a Jesús”. Felipe fue a decírselo a Andrés, y ambos se lo dijeron a Jesús. Él les respondió: “Ha llegado la hora en que el Hijo del hombre va a ser glorificado. Les aseguro que si el grano de trigo que cae en la tierra no muere, queda solo; pero si muere, da mucho fruto. El que tiene apego a su vida la perderá; y el que no está apegado a su vida en este mundo, la conservará para la Vida eterna. El que quiera servirme que me siga, y donde Yo esté, estará también mi servidor. El que quiera servirme, será honrado por mi Padre. Mi alma ahora está turbada. ¿Y qué diré: “Padre, líbrame de esta hora”? ¡Si para eso he llegado a esta hora! ¡Padre, glorifica tu Nombre!”. Entonces se oyó una voz del cielo: “Ya lo he glorificado y lo volveré a glorificar”. La multitud, que estaba presente y oyó estas palabras, pensaba que era un trueno. Otros decían: “Le ha hablado un ángel”. Jesús respondió: “Esta voz no se oyó por mí, sino por ustedes. Ahora ha llegado el juicio de este mundo, ahora el Príncipe de este mundo será arrojado afuera; y cuando Yo sea levantado en alto sobre la tierra, atraeré a todos hacia mí”. Palabra del Señor.
PRESENTACIÓN DE LAS OFRENDAS
Guía: Ponemos sobre el altar, juntos con el pan y el vino, nuestros sacrificios, compromisos y nuestras esperanzas.
PREPARACIÓN A LA COMUNIÓN
Guía: La comunión con Jesús es un anticipo de nuestra resurrección definitiva, si comulgamos con su pasión y su muerte.
DESPEDIDA
Guía: Vayamos a anunciar a todos la buena noticia de Jesús: “el que vive y cree en mí no morirá jamás”.