3º de Pascua. Blanco.
Gloria. Credo. Prefacio de Pascua.
Tres declaraciones de amor
El regreso de los discípulos a sus domicilios y al trabajo de pescadores nos indica un momento de dispersión, después del escándalo de la pasión y muerte en cruz y por no haber comprendido plenamente la resurrección de Jesús.
Pedro aparece liderando el grupo porque es el que toma la iniciativa de ir a pescar. Los demás lo siguen. Conocedores del oficio salen por la noche pero vuelven sin nada.
Al amanecer alguien les pide desde la costa algo para comer. Constatan su fracaso al decir que no pueden darle nada.
La respuesta del desconocido aconsejándoles tirar la red del otro lado y de día suena a ironía, pero le hacen caso y la pesca es milagrosa.
Juan le avisa a Pedro que el desconocido es el Señor, y se tira al agua con la túnica y descubre que el desconocido ya había hecho fuego y preparado un pescado y pan.
Jesús, el que pedía algo para comer, es ahora el que invita.
Pedro vuelve a terminar el trabajo y en la vida real de cada día va descubriendo como el Señor se manifiesta.
Después de comer Jesús le da la oportunidad a Pedro de sacarse el peso que lo oprimía, desde la noche en que lo había negado. Tres declaraciones de amor borran tres negaciones por miedo. Recibe también la profecía que imitará a su Señor en la muerte.
Jesús el que había sido negado, es ahora el que lo elige para ser su sucesor.
Esa noche en el mar de Galilea subieron a la barca unos pescadores que volvieron sin nada. A la mañana terminaron entendiendo que el Señor los había elegido para pescar hombres. Así como en la red había muchas especies de pescados, el Reino de Dios cobijará a personas de todos los pueblos, sin violencia, en libertad y paz.
Hoy el Señor, en esta eucaristía, nos invita a creer en su resurrección.
“Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?” (Jn 21, 17).
P. Aderico Dolzani, ssp.
MOTIVACIÓN DE ENTRADA
Guía: Luego de la muerte de Jesús, los discípulos regresaron desesperanzados a sus tareas habituales. Jesús sale a su encuentro y ellos lo reconocen, como resucitado, especialmente Pedro quien se repone se su triple negación. Dispongámonos también nosotros a reconocerlo en esta Eucaristía compartida.
1ª LECTURA Hech 5, 27-32. 40-41
Guía: Ante las amenazas de los jefes judíos, Pedro y los demás Apóstoles, reaccionan vigorosamente manifestando que, por obedecer a Dios, ellos predican a Jesús, como única guía y salvador de los hombres.
Lectura de los Hechos de los Apóstoles.
Cuando los Apóstoles fueron llevados al Sanedrín, el Sumo Sacerdote les dijo: “Nosotros les habíamos prohibido expresamente predicar en ese Nombre, y ustedes han llenado Jerusalén con su doctrina. ¡Así quieren hacer recaer sobre nosotros la sangre de ese hombre!”. Pedro, junto con los Apóstoles, respondió: “Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres. El Dios de nuestros padres ha resucitado a Jesús, al que ustedes hicieron morir suspendiéndolo del patíbulo. A Él, Dios lo exaltó con su poder, haciéndolo Jefe y Salvador, a fin de conceder a Israel la conversión y el perdón de los pecados. Nosotros somos testigos de estas cosas, nosotros y el Espíritu Santo que Dios ha enviado a los que le obedecen”. Después de hacerlos azotar, les prohibieron hablar en el nombre de Jesús y los soltaron. Los Apóstoles, por su parte, salieron del Sanedrín, dichosos de haber sido considerados dignos de padecer por el Nombre de Jesús. Palabra de Dios.
SALMO Sal 29, 2. 4-6. 11-13
R. Yo te glorifico, Señor, porque Tú me libraste.
Yo te glorifico, Señor, porque Tú me libraste y no quisiste que mis enemigos se rieran de mí. Tú, Señor, me levantaste del Abismo y me hiciste revivir, cuando estaba entre los que bajan al sepulcro. R.
Canten al Señor, sus fieles; den gracias a su santo Nombre, porque su enojo dura un instante, y su bondad, toda la vida: si por la noche se derraman lágrimas, por la mañana renace la alegría. R.
“Escucha, Señor, ten piedad de mí; ven a ayudarme, Señor”. Tú convertiste mi lamento en júbilo. ¡Señor, Dios mío, te daré gracias eternamente! R.
2ª LECTURA Apoc 5, 11-14
Guía: En sus visiones, Juan describe el clima de alabanza de los ángeles, de los santos y de toda la creación a Jesús, el Cordero sacrificado por nosotros.
Lectura del libro del Apocalipsis.
Yo, Juan, oí la voz de una multitud de Ángeles que estaban alrededor del trono, de los Seres Vivientes y de los Ancianos. Su número se contaba por miles y millones, y exclamaban con voz potente: “El Cordero que ha sido inmolado es digno de recibir el poder y la riqueza, la sabiduría, la fuerza y el honor, la gloria y la alabanza”. También oí que todas las criaturas que están en el cielo, sobre la tierra, debajo de ella y en el mar, y todo lo que hay en ellos, decían: “Al que está sentado sobre el trono y al Cordero, alabanza, honor, gloria y poder, por los siglos de los siglos”. Los cuatro Seres Vivientes decían: “¡Amén!”, y los Ancianos se postraron en actitud de adoración. Palabra de Dios.
ALELUIA
Aleluia. Resucitó Cristo, que creó todas las cosas y tuvo misericordia de su pueblo. Aleluia.
EVANGELIO Jn 21, 1-19
Guía: Además de presentar una de las tantas apariciones de Jesús, la pesca milagrosa narra la triple confesión de fe de Pedro… y como está dispuesto a amar, Jesús le confía el pastoreo de su Iglesia.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan.
Jesús resucitado se apareció otra vez a los discípulos a orillas del mar de Tiberíades. Sucedió así: estaban juntos Simón Pedro, Tomás, llamado el Mellizo, Natanael, el de Caná de Galilea, los hijos de Zebedeo y otros dos discípulos. Simón Pedro les dijo: “Voy a pescar”. Ellos le respondieron: “Vamos también nosotros”. Salieron y subieron a la barca. Pero esa noche no pescaron nada. Al amanecer, Jesús estaba en la orilla, aunque los discípulos no sabían que era Él. Jesús les dijo: “Muchachos, ¿tienen algo para comer?”. Ellos respondieron: “No”. Él les dijo: “Tiren la red a la derecha de la barca y encontrarán”. Ellos la tiraron y se llenó tanto de peces que no podían arrastrarla. El discípulo al que Jesús amaba dijo a Pedro: “¡Es el Señor!”. Cuando Simón Pedro oyó que era el Señor, se ciñó la túnica, que era lo único que llevaba puesto, y se tiró al agua. Los otros discípulos fueron en la barca, arrastrando la red con los peces, porque estaban solo a unos cien metros de la orilla. Al bajar a tierra vieron que había fuego preparado, un pescado sobre las brasas y pan. Jesús les dijo: “Traigan algunos de los pescados que acaban de sacar”. Simón Pedro subió a la barca y sacó la red a tierra, llena de peces grandes: eran ciento cincuenta y tres y, a pesar de ser tantos, la red no se rompió. Jesús les dijo: “Vengan a comer”. Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: “¿Quién eres?”, porque sabían que era el Señor. Jesús se acercó, tomó el pan y se lo dio, e hizo lo mismo con el pescado. Esta fue la tercera vez que Jesús resucitado se apareció a sus discípulos. Después de comer, Jesús dijo a Simón Pedro: “Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que estos?”. Él le respondió: “Sí, Señor, Tú sabes que te quiero”. Jesús le dijo: “Apacienta mis corderos”. Le volvió a decir por segunda vez: “Simón, hijo de Juan, ¿me amas?”. Él le respondió: “Sí, Señor, sabes que te quiero”. Jesús le dijo: “Apacienta mis ovejas”. Le preguntó por tercera vez: “Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?”. Pedro se entristeció de que por tercera vez le preguntara si lo quería, y le dijo: “Señor, Tú lo sabes todo; sabes que te quiero”. Jesús le dijo: “Apacienta mis ovejas. Te aseguro que cuando eras joven, tú mismo te vestías e ibas a donde querías. Pero cuando seas viejo, extenderás tus brazos, y otro te atará y te llevará a donde no quieras”. De esta manera, indicaba con qué muerte Pedro debía glorificar a Dios. Y después de hablar así, le dijo: “Sígueme”. Palabra del Señor.
PRESENTACIÓN DE LAS OFRENDAS
Guía: Con el pan y el vino, ofrezcamos nuestros cansancios y desesperanzas, sabiendo que el Resucitado también viene a nuestro encuentro allí donde nos encontramos.
PREPARACIÓN PARA LA COMUNIÓN
Guía: Supliquemos al Señor que lo podamos reconocer en la comunión que ahora compartimos con muchos hermanos.
DESPEDIDA
Guía: Animados por la Palabra y la Euca-ristía celebradas, salgamos ahora a anunciar con alegría que Jesús ha vencido el pecado y la muerte.