32º durante el año. Verde.
Gloria. Credo. Prefacio dominical durante el año. Semana 4ª del Salterio.
El amor en la eternidad
La historia de una mujer, siete veces viuda y jamás madre, inventada por los saduceos para ridiculizar la fe en la resurrección de los muertos, es utilizada por el Señor para enseñar algunas verdades sobre la Vida eterna.
Para ellos lo central del vivir es generar y tener descendencia. Sin hijos, nada reviste valor ni trascendencia. Imaginaban una eternidad biológica y material, como si fuera parte y derecho de la persona humana.
El Maestro enseña que los resucitados no buscan mujer ni marido. No enseña que en la eternidad no habrá afectos. Que no se casen no significa que no amen ni sean amados; por el contrario, finalmente, la capacidad de amar y ser amados no tendrá los límites que experimentamos en esta vida.
Amar es la suma perfección humana y divina, y todo amor será perfecto sin exclusiones ni celos, sin nostalgias ni ambiciones, porque será de una impensable capacidad, intensidad y profundidad. Solo entonces será realidad el amor eterno que anhelamos como la felicidad sin fin.
Jesús utiliza la imagen de los ángeles para decir que accederemos a ver y ser vistos por Dios cara a cara. No quiso decir que seremos ángeles, espíritus asexuados. La carne redimida por Dios, al encarnarse, será siempre parte de nuestra eternidad. La resurrección no borra el cuerpo ni nuestra humanidad, ni es una repetición infinita de la vida que ya pasó. Todo será transformado al entrar en contacto directo con Dios.
El Señor se presenta como el Señor de la vida al anunciar que es Dios de Abram, Isaac, Jacob, que no es un Dios de muertos, sino que es el Señor de los que viven y, al mismo tiempo, los hace participar de su eternidad. Ese es su plan de salvación: que nadie se pierda porque por todos dio su vida. También por sus enemigos.
Con la resurrección, Dios será nuestro padre para siempre.
“Él no es Dios de muertos, sino de vivientes; todos, en efecto, viven para él” (Lc 20,37).
P. Aderico Dolzani, ssp.
MOTIVACIÓN DE ENTRADA
Guía: El fin del año litúrgico invita a estar vigilantes, porque está por llegar el Señor de la vida y de la resurrección. El cristiano vive esperándolo y, mientras tanto, certifica con sus obras su fe. La Eucaristía de hoy nos llama a creer que, después de esta vida, resucitaremos con Jesús.
1ª LECTURA 2Mac 6, 1; 7, 1-2. 9-14
Guía: El relato de la muerte de los siete hermanos, en tiempos de la persecución del rey Antíoco, abre la esperanza en la resurrección: Dios cumple con quienes confían en él.
Lectura del segundo libro de los Macabeos.
El rey Antíoco envió a un consejero ateniense para que obligara a los judíos a abandonar las costumbres de sus padres y a no vivir conforme a las leyes de Dios. Fueron detenidos siete hermanos, junto con su madre. El rey, flagelándolos con azotes y tendones de buey, trató de obligarlos a comer carne de cerdo prohibida por la Ley. Pero uno de ellos, hablando en nombre de todos, le dijo: “¿Qué quieres preguntar y saber de nosotros? Estamos dispuestos a morir, antes que violar las leyes de nuestros padres”. Una vez que el primero murió, llevaron al suplicio al segundo. Y cuando estaba por dar su último suspiro dijo: “Tú, malvado, nos privas de la vida presente, pero el Rey
del universo nos resucitará a una vida eterna, ya que nosotros morimos por sus leyes”. Después de éste fue castigado el tercero. Apenas se lo pidieron, presentó su lengua, extendió decididamente sus manos y dijo con valentía: “Yo he recibido estos miembros como un don del cielo, pero ahora los desprecio por amor a sus leyes y espero recibirlos
nuevamente de él”. El rey y sus acompañantes estaban sorprendidos del valor de aquel joven, que no hacía ningún caso de sus sufrimientos. Una vez que murió éste, sometieron al cuarto a la misma tortura y a los mismos suplicios. Y cuando ya estaba próximo a su fin, habló así: “Es preferible morir a manos de los hombres, con la esperanza puesta en Dios de ser resucitados por él. Tú, en cambio, no resucitarás para la vida”. Palabra de Dios.
SALMO Sal 16, 1. 5-6. 8. 15
R. ¡Señor, al despertar, me saciaré de tu presencia!
Escucha, Señor, mi justa demanda, atiende a mi clamor; presta oído a mi plegaria, porque en mis labios no hay falsedad. R.
Mis pies se mantuvieron firmes en los caminos señalados: ¡mis pasos nunca se apartaron de tus huellas! Yo te invoco, Dios mío, porque tú me respondes: inclina tu oído hacia mí y escucha mis palabras. R.
Escóndeme a la sombra de tus alas. Pero yo, por tu justicia, contemplaré tu rostro, y al despertar me saciaré de tu presencia. R.
2ª LECTURA 2Tes 2, 16-3, 5
Guía: Dios nos llama a la fe, y espera que le demos una respuesta concreta en obras. Él es fiel y nos acompaña en nuestro camino.
Lectura de la segunda carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Tesalónica.
Hermanos: Que nuestro Señor Jesucristo y Dios nuestro Padre, que nos amó y nos dio gratuitamente un consuelo eterno y una feliz esperanza, los reconforte y fortalezca en toda obra y en toda palabra buena. Finalmente, hermanos, rueguen por nosotros, para que la Palabra del Señor se propague rápidamente y sea glorificada como lo es entre ustedes. Rueguen también para que nos veamos libres de los hombres malvados y perversos, ya que no todos tienen fe. Pero el Señor es fiel: él los fortalecerá y los preservará del Maligno. Nosotros tenemos plena confianza en el Señor de que ustedes cumplen y seguirán cumpliendo nuestras disposiciones. Que el Señor los encamine hacia el amor de Dios y les dé la perseverancia de Cristo. Palabra de Dios.
ALELUIA A poc 1, 5-6
Aleluia. Jesucristo es el primero que resucitó de entre los muertos. ¡A él sea la gloria y el poder por los siglos de los siglos! Aleluia.
EVANGELIO L c 20, 27-38
Guía: Ante quienes niegan la resurrección, Jesús les devuelve una respuesta clara: “Dios no es Dios de muertos, sino de vivos, pues para él todos están vivos”.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
Se acercaron a Jesús algunos saduceos que niegan la resurrección y le dijeron: “Maestro, Moisés nos ha ordenado: Si alguien está casado y muere sin tener hijos, que su hermano, para darle descendencia se case con la viuda. Ahora bien, había siete hermanos. El primero se casó y murió sin tener hijos. El segundo se casó con la viuda y luego, el tercero. Y así murieron los siete sin dejar descendencia. Finalmente, también murió la mujer. Cuando resuciten los muertos ¿de quién será esposa ya que los siete la tuvieron por mujer?”. Jesús les respondió: “En este mundo, los hombres y las mujeres se casan, pero los que sean juzgados dignos de participar del mundo futuro y de la resurrección, no se casan. Ya no pueden morir porque son semejantes a los ángeles y son hijos de Dios, al ser hijos de la resurrección. Que los muertos van a resucitar, Moisés lo ha dado a entender en el pasaje de la zarza, cuando llama al Señor el Dios de Abraham, ‘el Dios de Isaac y el Dios de Jacob’. Porque él no es un Dios de muertos, sino de vivientes; todos, en efecto, viven para él”. Palabra del Señor.
PRESENTACIÓN DE LAS OFRENDAS
Guía: El pan y el vino que presentamos son los dones que hemos recibido de Dios para celebrar el banquete eucarístico, anticipo de aquel que participaremos en el Reino definitivo.
PREPARACIÓN A LA COMUNIÓN
Guía: Nos acercamos a comulgar con Jesús Eucaristía, alimento que transforma nuestra vida.
DESPEDIDA
Guía: Luego de haber encontrado al Señor, en la Palabra y la Eucaristía, ahora Jesús nos envía a dar la Buena Noticia a todos, como fruto de la celebración.