30° durante el año. Verde. Gloria. Credo. Prefacio dominical durante el año.
No hay razones para pensar que todos los fariseos del tiempo de Jesús eran malos. La Biblia no dice eso. Pablo siempre estará orgulloso de su pasado “fariseo”. Eran hombres estudiosos y observantes meticulosos de la Ley.
El fariseo de la parábola es una persona que se cree absolutamente irreprensible, perfecto, porque cumple hasta lo que no está prescripto en la Ley. El ayuno se exige una vez al año, en la fiesta de la Expiación, y él ayuna dos veces por semana. El diezmo se debe tributar sobre la tierra y los animales, pero él lo paga hasta sobre las verduras más pequeñas de su jardín.
No contento con enumerar sus virtudes, hace un repaso de los pecados del publicano que se encuentra en el fondo del templo. El pobre hombre, sin levantar los ojos porque se siente indigno de mirar lo que es santo, reconoce sus pecados con pocas y precisas palabras.
Para pedir perdón, no es necesario pronunciar largos discursos y oraciones interminables. Basta admitir los errores, arrepentirse sinceramente y confiar en el Señor que puede aligerar nuestra carga en un instante.
En la parábola, como en la vida, nos damos cuenta de que para Dios, los pesos y las cargas, los honores y la autoridad, las virtudes y los pecados, el subir y el bajar, tienen escalas y magnitudes que nosotros no conocemos ni manejamos.
El fariseo reza de igual a igual con Dios: llega a la oración de agradecimiento porque se ve perfecto y no para alabar a Dios. Es el peligro de quien confía más en el mérito de sus virtudes y su justicia que en la bondad del Padre Dios. Hasta exigen justicia y condenas divinas por los errores y los pecados ajenos. Rezar de igual a igual con Dios es tan soberbio como rezarse a sí mismo.
En definitiva, lo que realmente vale es lo que tiene valor ante Dios. Para Dios sólo cuentan la verdad, la justicia y el amor con que obramos cada día. Para él perdonar es poco: su omnipotente misericordia nos hace criaturas nuevas. Esa fue la experiencia del publicano y puede ser la nuestra.
“Todo el que se ensalza será humillado, y el que se humilla, será ensalzado” (Lc 18, 14).
P. Aderico Dolzani, ssp.
Guía: El Salmo ofrece la expresión adecuada para acercarnos juntos a la eucaristía de hoy: “Que se alegren los que buscan al Señor. Recurran al Señor y a su poder, busquen continuamente su rostro” (Sal 104).
1ª LECTURA Ecli 35, 12-14. 16-18
Guía: La oración del pobre, hecha desde su pobreza con mucha confianza, llega al trono de Dios y es escuchada.
Lectura del libro del Eclesiástico.
El Señor es juez y no hace distinción de personas: no se muestra parcial contra el pobre y escucha la súplica del oprimido; no desoye la plegaria del huérfano, ni a la viuda, cuando expone su queja. El que rinde el culto que agrada al Señor, es aceptado, y su plegaria llega hasta las nubes. La súplica del humilde atraviesa las nubes y mientras no llega a su destino, él no se consuela: no desiste hasta que el Altísimo interviene, para juzgar a los justos y hacerles justicia.
Palabra de Dios.
R. El pobre invocó al Señor, y Él lo escuchó.
Bendeciré al Señor en todo tiempo, su alabanza estará siempre en mis labios. Mi alma se gloría en el Señor: que lo oigan los humildes y se alegren. R.
El Señor rechaza a los que hacen el mal para borrar su recuerdo de la tierra. Cuando los justos claman, el Señor los escucha y los libra de todas sus angustias. R.
El Señor está cerca del que sufre y salva a los que están abatidos. El Señor rescata a sus servidores, y los que se refugian en Él no serán castigados. R.
Guía: Pablo presiente próxima su muerte; ya que ha luchado bien por la causa de Cristo, ahora confía en el premio de Dios.
Lectura de la segunda carta del Apóstol san Pablo a Timoteo.
Querido hijo: Ya estoy a punto de ser derramado como una libación, y el momento de mi partida se aproxima: he peleado hasta el fin el buen combate, concluí mi carrera, conservé la fe. Y ya está preparada para mí la corona de justicia, que el Señor, como justo Juez, me dará en ese Día, y no solamente a mí, sino a todos los que hayan aguardado con amor su manifestación. Cuando hice mi primera defensa, nadie me acompañó, sino que todos me abandonaron. ¡Ojalá que no les sea tenido en cuenta! Pero el Señor estuvo a mi lado, dándome fuerzas, para que el mensaje fuera proclamado por mi intermedio y llegara a oídos de todos los paganos. Así fui librado de la boca del león. El Señor me librará de todo mal y me preservará hasta que entre en su Reino celestial. ¡A Él sea la gloria por los siglos de los siglos! Amén.
Palabra de Dios.
ALELUIA 2Cor 5, 19
Aleluia. Dios estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo, confiándonos la palabra de la reconciliación. Aleluia.
EVANGELIO Lc 18, 9-14
Guía: Una de las parábolas de Jesús más reconfortantes: el orgullo del fariseo es rechazado, la oración humilde del publicano es premiada.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
Refiriéndose a algunos que se tenían por justos y despreciaban a los demás, Jesús dijo esta parábola: Dos hombres subieron al Templo para orar; uno era fariseo y el otro, publicano. El fariseo, de pie, oraba así: «Dios mío, te doy gracias porque no soy como los demás hombres, que son ladrones, injustos y adúlteros; ni tampoco como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago la décima parte de todas mis entradas». En cambio el publicano, manteniéndose a distancia, no se animaba siquiera a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: « ¡Dios mío, ten piedad de mí, que soy un pecador!» Les aseguro que este último volvió a su casa justificado, pero no el primero. Porque todo el que se eleva será humillado, y el que se humilla será elevado.
Palabra del Señor.
Guía: Los dones del pan y del vino, que llevamos juntos al altar, sean expresión de nuestro deseo profundo de alcanzar un amor verdadero a Dios y a los hermanos.
Guía: Nuestra comunión con Cristo Jesús se hace plena en el amor a los hermanos que si es verdadero, llega hasta dar la vida, como Jesús.
Guía: Que la fe, la esperanza y el amor, que hoy hemos alimentado con la palabra y el sacramento, crezcan y se manifiesten en obras concretas, para que todos alaben a Dios. Es el augurio para todos.