Gloria. Prefacio propio.
Lectura del libro de los Números.
En el camino por el desierto, el pueblo perdió la paciencia y comenzó a hablar contra Dios y contra Moisés: «¿Por qué nos hicieron salir de Egipto para hacemos morir en el desierto? ¡Aquí no hay pan ni agua, y ya estamos hartos de esta comida miserable!». Entonces el Señor envió contra el pueblo unas serpientes abrasadoras, que mordieron a la gente, y así murieron muchos israelitas. El pueblo acudió a Moisés y le dijo: «Hemos pecado hablando contra el Señor y contra ti. Intercede delante del Señor, para que aleje de nosotros esas serpientes». Moisés intercedió por el pueblo, y el Señor le dijo: «Fabrica una serpiente abrasadora y colócala sobre un mástil. Y todo el que haya sido mordido, al mirarla, quedará sano». Moisés hizo una serpiente de bronce y la puso sobre un mástil. Y cuando alguien era mordido por una serpiente, miraba hacia la serpiente de bronce y quedaba sano. Palabra de Dios.
Comentario: El pueblo de Israel, desesperado por no tener lo básico para vivir, no logra ver en su marcha la compañía y cercanía del poder del Señor. La intervención de Moisés como mediador es vital para salvaguardar el vínculo entre Dios y su Pueblo. La imagen de la serpiente representa a la divinidad y es capaz de sanar. Así, inspira a su Pueblo para que confirme su fe y la credibilidad en Dios por medio de Moisés.
O bien: Flp 2, 6-11
R. No olviden las proezas del Señor.
Pueblo mío, escucha mi enseñanza, presta atención a las palabras de mi boca: yo voy a recitar un poema, a revelar enigmas del pasado. R.
Cuando los hacía morir, o buscaban y se volvían a Él ansiosamente: recordaban que Dios era su Roca, y el Altísimo, su libertador. R.
Pero lo elogiaban de labios para afuera y mentían con sus lenguas; su corazón no era sincero con Él y no eran fieles a su alianza. R.
El Señor, que es compasivo, los perdonaba en lugar de exterminarlos; una y otra vez reprimió su enojo y no dio rienda suelta a su furor. R.
Aleluia. Te adoramos, Cristo, y te bendecimos, porque con tu cruz has redimido al mundo. Aleluia.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan.
Jesús dijo: “Nadie ha subido al cielo, sino el que descendió del cielo, el Hijo del hombre que está en el cielo. De la misma manera que Moisés levantó en alto la serpiente en el desierto, también es necesario que el Hijo del hombre sea levantado en alto, para que todos los que crean en Él tengan Vida eterna. Sí, Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo Único para que todo el que cree en Él no muera, sino que tenga Vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por Él”. Palabra del Señor.
Comentario: Dios, en su gran amor, viendo la necesidad que tenía el mundo de ser salvado, no dudó en entregar a su propio Hijo para su salvación. A pesar de que Jesús se puso el primero en el padecer, como creyentes, no nos resulta fácil asumir la realidad de la cruz y de alguna forma intentamos esquivarla. Pero si ser cristiano es seguir al Crucificado, ¿por qué rehusamos seguir sus huellas? Solo desde el amor se entiende esta entrega y hace posible convertir en alegrías las mayores angustias de la vida.