2º de Cuaresma. Morado.
No se canta ni se dice: Gloria. Credo. Prefacio Propio.
La Transfiguración
Jesús había anunciado a los suyos que pronto sería apresado y condenado a muerte, pero que resucitaría. Pedro lo reprendió para que no se expusiese y Jesús rechazó sus consejos, con duras palabras, definiéndolo como Satanás.
Pedro y sus compañeros comparaban a Jesús con los grandes profetas, Moisés y Elías. Debía triunfar definitivamente sobre los enemigos de Israel e inaugurar un reino sin fin. Moisés, el gran liberador y Elías, que había limpiado Israel de los falsos profetas. En un solo día, había eliminado cuatrocientos cincuenta.
Moisés y Elías representaban la Ley y los Profetas, las promesas de Dios que se tenían que cumplir. Pero la transfiguración resaltaba otros aspectos más importantes. Eran los únicos personajes del Antiguo Testamento que habían visto a Dios y, según la tradición, no habían muerto, sino que habían sido llevados al cielo para volver al final del mundo.
Además, se creía que el Mesías se manifestaría durante la fiesta de las tiendas, celebrada en recuerdo de la liberación de Egipto. Por eso, Pedro propuso enseguida levantar tres tiendas para recibir al Mesías.
Jesús se transfiguró mientras oraba en la montaña. Moisés y Elías dialogaron con él y son presentados como haciendo referencia a Jesús, que ocupaba el centro. Pedro, en cambio, seguía figurando a Moisés en el centro.
Los tres discípulos escucharon una voz que les dijo claramente cuando Jesús estaba solo: “Este es mi Hijo, el Elegido, escúchenlo”. Los Apóstoles tuvieron que poner definitivamente a Jesús en el centro, que, además, les pidió mantener en secreto lo que habían visto hasta su resurrección.
No entendían qué significaba, pero este hecho cambió sus vidas. Pedro lo recordó en sus cartas como uno de los encuentros más importantes de su vida con Jesús.
“Este es mi Hijo, el Elegido, escúchenlo” (Lc 9, 35).
P. Aderico Dolzani, ssp.
MOTIVACIÓN DE ENTRADA
Guía: Nos disponemos a celebrar la Palabra y la eucaristía. Un domingo para dejarnos sorprender, como alguno de sus discípulos, por la transfiguración de Jesús. Es esta una gracia para prepararnos con fe a los próximos días de su pasión y muerte, sin perder de vista la resurrección final.
1ª LECTURA Gn 15, 5-12. 17-18
Guía: La alianza que Abraham acepta firmar con Dios es un acto de fe en Quien lo invitó primero a salir de su tierra y lazos familiares. El mismo Dios es el que hoy nos invita a descubrirlo como quien nos propone el camino a transitar. ¿Estamos en esa ruta?
Lectura del libro del Génesis.
Dios dijo a Abrám: “Mira hacia el cielo y, si puedes, cuenta las estrellas”. Y añadió: “Así será tu descendencia”. Abrám creyó en el Señor, y el Señor se lo tuvo en cuenta para su justificación. Entonces el Señor le dijo: “Yo soy el Señor que te hice salir de Ur de los caldeos para darte en posesión esta tierra”. “Señor, respondió Abrám, ¿cómo sabré que la voy a poseer?”. El Señor le respondió: “Tráeme una ternera, una cabra y un carnero, todos ellos de tres años, y también una tórtola y un pichón de paloma”. Él trajo todos estos animales, los cortó por la mitad y puso cada mitad una frente a otra, pero no dividió los pájaros. Las aves de rapiña se abalanzaron sobre los animales muertos, pero Abrám las espantó. Al ponerse el sol, Abrám cayó en un profundo sueño, y lo invadió un gran temor, una densa oscuridad. Cuando se puso el sol y estuvo completamente oscuro, un horno humeante y una antorcha encendida pasaron en medio de los animales descuartizados. Aquel día, el Señor hizo una alianza con Abrám diciendo: “Yo he dado esta tierra a tu descendencia”. Palabra de Dios.
SALMO Sal 26, 1. 7-9. 13-14
R. El Señor es mi luz y mi salvación.
El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré? El Señor es el baluarte de mi vida, ¿ante quién temblaré? R.
¡Escucha, Señor, yo te invoco en alta voz, apiádate de mí y respóndeme! Mi corazón sabe que dijiste: “Busquen mi rostro”. R.
Yo busco tu rostro, Señor, no lo apartes de mí. No alejes con ira a tu servidor, Tú, que eres mi ayuda; no me dejes ni me abandones, mi Dios y mi salvador. R.
Yo creo que contemplaré la bondad del Señor en la tierra de los vivientes. Espera en el Señor y sé fuerte; ten valor y espera en el Señor. R.
2ª LECTURA Flp 3, 17—4, 1
Guía: San Pablo se presenta él mismo como ejemplo sobre cómo ser fiel al Dios de la vida y la felicidad, dejando atrás un estilo de vida que lleva a la muerte.
Lectura de la carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Filipos.
Hermanos: Sigan mi ejemplo y observen atentamente a los que siguen el ejemplo que yo les he dado. Porque ya les advertí frecuentemente y ahora les repito llorando: hay muchos que se portan como enemigos de la cruz de Cristo. Su fin es la perdición, su dios es el vientre, su gloria está en aquello que los cubre de vergüenza, y no aprecian sino las cosas de la tierra. En cambio, nosotros somos ciudadanos del cielo, y esperamos ardientemente que venga de allí como Salvador el Señor Jesucristo. Él transformará nuestro pobre cuerpo mortal, haciéndolo semejante a su cuerpo glorioso, con el poder que tiene para poner todas las cosas bajo su dominio. Por eso, hermanos míos muy queridos, a quienes tanto deseo ver, ustedes que son mi alegría y mi corona, amados míos, perseveren firmemente en el Señor. Palabra de Dios.
ACLAMACIÓN Mt 17, 15
Desde la nube resplandeciente se oyó la voz del Padre: “Este es mi Hijo amado; escúchenlo”.
EVANGELIO Lc 9, 28-36
Guía: Tres de los discípulos preferidos de Jesús presencian la transfiguración de su Maestro, una gracia especial que los estaba preparando para los días difíciles que se avecinaban.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
Jesús tomó a Pedro, Juan y Santiago, y subió a la montaña para orar. Mientras oraba, su rostro cambió de aspecto y sus vestiduras se volvieron de una blancura deslumbrante. Y dos hombres conversaban con Él: eran Moisés y Elías, que aparecían revestidos de gloria y hablaban de la partida de Jesús, que iba a cumplirse en Jerusalén. Pedro y sus compañeros tenían mucho sueño, pero permanecieron despiertos, y vieron la gloria de Jesús y a los dos hombres que estaban con Él. Mientras estos se alejaban, Pedro dijo a Jesús: “Maestro, ¡qué bien estamos aquí! Hagamos tres carpas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías”. Él no sabía lo que decía. Mientras hablaba, una nube los cubrió con su sombra y al entrar en ella, los discípulos se llenaron de temor. Desde la nube se oyó entonces una voz que decía: “Este es mi Hijo, el Elegido, escúchenlo”. Y cuando se oyó la voz, Jesús estaba solo. Los discípulos callaron y durante todo ese tiempo no dijeron a nadie lo que habían visto. Palabra del Señor.
PRESENTACIÓN DE LAS OFRENDAS
Guía: Con el pan y el vino presentamos y ofrecemos nuestros límites humanos hasta que seamos transfigurados por Dios.
PREPARACIÓN PARA LA COMUNIÓN
Guía: Nos acercamos a recibir el alimento eucarístico que nos fortalece, mientras esperamos el encuentro definitivo con él en el Reino de Dios.
DESPEDIDA
Guía: Nos despedimos, con la alegría, de saber que las dificultades del tiempo presente no son ya un obstáculo, para perder la paz que Dios nos da, hasta que seamos transfigurados como nuestro Maestro.