29º durante el año. Verde.
Gloria. Credo. Prefacio dominical durante el año. Semana 1ª del Salterio.
¿Por qué hay que rezar siempre?
Para enseñarnos cómo rezar, el Señor nos manda a la escuela de una viuda pobre y abandonada. Para las situaciones límite a lo largo del evangelio, Jesús nos presenta a mujeres solas como ejemplos. La enferma que quería tocar su manto para sanar después de tantos años de sufrimiento, la viuda de Naín que iba a sepultar a su único hijo, la adúltera, la samaritana. Ellas se nos brindan como ejemplos de verdades evangélicas.
Había un juez corrupto y una viuda que todos los días le rogaba que le hiciera justicia. No le exigía nada especial, solo que fuera lo que tenía que ser. La dignidad de la mujer contra la inmoralidad del juez. La fortaleza femenina contra la debilidad del poder abusador de los débiles. El juez hizo justicia porque no soportaba que todos los días lo molestara…
Con nuestra oración no molestamos a un juez inicuo, sino a Dios Padre. No le pedimos justicia para nosotros, pero aprendemos a recibirlo todos los días como Padre. Cuando rezamos el Padre Nuestro, en la primera parte, lo alabamos por lo que él es y su Reino. Le imploramos que haga su voluntad… Así se relaciona un hijo con su padre cuando están unidos por el vínculo del amor.
¿Por qué tenemos que rezar siempre? No porque Dios tarda y queremos apurarlo, o para obtener lo imposible, o lo que nos interesa. Nuestra oración es infinita no porque Dios es sordo, sino porque él se da así mismo. No puede hacer otra cosa. Él es infinito, y nosotros necesitamos abrirnos a él todos los días y acordarnos de él varias veces al día. ¿No les sucede lo mismo a los enamorados? ¿O a una madre con los hijos lejanos?
Debemos rezar para mantener siempre atentos los sentidos y abierto el corazón para escucharlo y recibirlo. Los injustos como el juez podemos ser nosotros, pero Dios será siempre insistente como la viuda.
“Les enseñó con una parábola que era necesario orar siempre sin desanimarse” (Lc 18, 1).
P. Aderico Dolzani, ssp.
MOTIVACIÓN DE ENTRADA
Guía: Nos preguntamos: ¿por qué hay que rezar siempre? El Señor hoy nos manda a la escuela de una viuda, pobre y abandonada. Para las situaciones límite, a lo largo del evangelio, también nos presenta a otras mujeres solas. Participamos de esta celebración con la esperanza de aprender un poco más sobre cómo y por qué es necesario rezar.
1ª LECTURA Éx 17, 8-13
Guía: Este episodio de la historia de Israel, que ahora escucharemos, pone de relieve la fuerza de la oración continua y que Dios la escucha.
Lectura del libro del Éxodo.
Los amalecitas atacaron a Israel en Refidim. Moisés dijo a Josué: «Elige a algunos de nuestros hombres y ve mañana a combatir contra Amalec. Yo estaré de pie sobre la cima del monte, teniendo en mi mano el bastón de Dios». Josué hizo lo que le había dicho Moisés, y fue a combatir contra los amalecitas. Entretanto, Moisés, Aarón y Jur habían subido a la cima del monte. Y mientras Moisés tenía los brazos levantados, vencía Israel; pero cuando los dejaba caer, prevalecía Amalec. Como Moisés tenía los brazos muy cansados, ellos tomaron una piedra y la pusieron donde él estaba. Moisés se sentó sobre la piedra, mientras Aarón y Jur le sostenían los brazos, uno a cada lado. Así sus brazos se mantuvieron firmes hasta la puesta del sol. De esa manera, Josué derrotó a Amalec y a sus tropas al filo de la espada. Palabra de Dios.
SALMO Sal 120, 1-8
R. Nuestra ayuda está en el Nombre del Señor.
Levanto mis ojos a las montañas: ¿de dónde me vendrá la ayuda? La ayuda me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra. R.
Él no dejará que resbale tu pie: ¡tu guardián no duerme! No, no duerme ni dormita el guardián de Israel. R.
El Señor es tu guardián, es la sombra protectora a tu derecha: de día, no te dañará el sol, ni la luna de noche. R.
El Señor te protegerá de todo mal y cuidará tu vida. Él te protegerá en la partida y el regreso, ahora y para siempre. R.
2ª LECTURA 2Tim 3, 14–4, 2
Guía: Pablo exhorta a su discípulo Timoteo a alimentarse cada día con la Palabra de Dios, viviéndola primero y comunicándola a todos.
Lectura de la segunda carta del Apóstol san Pablo a Timoteo.
Querido hijo: Permanece fiel a la doctrina que aprendiste y de la que estás plenamente convencido: tú sabes de quiénes la has recibido. Recuerda que desde la niñez conoces las Sagradas Escrituras: ellas pueden darte la sabiduría que conduce a la salvación, mediante la fe en Cristo Jesús. Toda la Escritura está inspirada por Dios, y es útil para enseñar y para argüir, para corregir y para educar en la justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto y esté preparado para hacer siempre el bien. Yo te conjuro delante de Dios y de Cristo Jesús, que ha de juzgar a los vivos y a los muertos, y en nombre de su Manifestación y de su Reino: proclama la Palabra de Dios, insiste con ocasión o sin ella, arguye, reprende, exhorta, con paciencia incansable y con afán de enseñar. Palabra de Dios.
ALELUIA Heb 4, 12
Aleluia. La Palabra de Dios es viva y eficaz, discierne los pensamientos y las intenciones del corazón. Aleluia.
EVANGELIO Lc 18, 1-8
Guía: Con la parábola del juez injusto, que ante tanta insistencia cumple con su deber, Jesús enseña la eficacia de la oración perseverante: Dios, Padre bueno, atiende siempre a quien le pide con fe e insistencia.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
Jesús enseñó con una parábola que era necesario orar siempre sin desanimarse: «En una ciudad había un juez que no temía a Dios ni le importaban los hombres; y en la misma ciudad vivía una viuda que recurría a él, diciéndole: “Te ruego que me hagas justicia contra mi adversario”. Durante mucho tiempo el juez se negó, pero después dijo: “Yo no temo a Dios ni me importan los hombres, pero como esta viuda me molesta, le haré justicia para que no venga continuamente a fastidiarme”». Y el Señor dijo: «Oigan lo que dijo este juez injusto. Y Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos, que claman a Él día y noche, aunque los haga esperar? Les aseguro que en un abrir y cerrar de ojos les hará justicia. Pero cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará fe sobre la tierra?». Palabra del Señor.
PRESENTACIÓN DE LAS OFRENDAS
Guía: El pan y el vino son símbolos de unidad y de fraternidad. Con ese espíritu, ofrecemos nuestra oración al Padre y nuestro compromiso por construir un mundo de hermanos.
PREPARACIÓN A LA COMUNIÓN
Guía: La unión con Cristo nos ayude a vivir la vida cotidiana en continuo contacto con Dios y colaborar en la instauración del Reino en este mundo.
DESPEDIDA
Guía: Luego de haber compartido la Eucaristía, principal oración comunitaria de la Iglesia, volvemos a nuestras ocupaciones cotidianas tratando de hacer realidad el mensaje de Cristo, dejando que su Espíritu anime nuestra existencia.