28° durante el año. Verde.
Gloria. Credo. Prefacio dominical durante el año.
En su viaje a Jerusalén, Jesús atraviesa una región hostil a los judíos. Antes de entrar a un poblado, al que no podían ingresar a causa de la enfermedad, diez leprosos le piden la sanación. La lepra, contagiosa, era motivo de marginación total de la sociedad, y el enfermo vive preso de su soledad. La única compañía posible es la de otros enfermos.
Por el evangelio, sabemos que todos son curados, pero solo un samaritano, extranjero y enemigo para los judíos y para Jesús y sus discípulos, regresa para agradecer antes de reunirse con su familia y volver a la vida.
Con este agradecimiento reconoce a Jesús y al poder que se manifiesta en él. No es un gesto de buena educación o de cortesía como el que nos inculcan los mayores…
Cuando agradecemos a Dios reconocemos su poder sobre nosotros…
Somos conscientes de que dependemos de él más que de nosotros mismos…
Debería ser nuestro primer sentimiento antes de pedir perdón por nuestros pecados…
La gravedad de nuestras culpas brilla frente a toda nuestra deuda de agradecimiento…
Es el centro de nuestras acciones litúrgicas, y una alabanza agradecida es la manera de presentar nuestro corazón a Dios…
De un corazón agradecido brota la alabanza sin esfuerzos de la razón ni de la voluntad…
Pero no tenemos que olvidar que un corazón verdaderamente agradecido solo expresa lo que un corazón ama…
Todos fuimos sanados numerosas veces de la lepra de los pecados, de los odios y los rencores, de nuestros olvidos de que Dios existe, de las ofensas a los hermanos, del apego a las cosas y al egoísmo… Dios no necesita nuestro agradecimiento, lo necesitamos nosotros como el aire que respiramos para tener un corazón sano.
Fuera del amor, el agradecimiento es pura cortesía…
“¿Ninguno volvió a dar gracias a Dios, sino este extranjero?” (Lc 17, 18).
P. Aderico Dolzani, ssp.
Guía: Dios nos llama todos los días a la santidad y lo hace en forma apremiante: ¡Sed santos como yo soy santo! En la eucaristía tenemos el lugar apto para verificar si vamos por ese camino, y enmendar rumbos a la luz de la Palabra de Dios.
Guía: El milagro de sanación de este pagano indica que para Dios todos somos hijos. Sólo exige de todos una fe viva.
Lectura del segundo libro de los Reyes.
El profeta Eliseo mandó un mensajero para que dijera a Naamán, el leproso: «Ve a bañarte siete veces en el Jordán; tu carne se restablecerá y quedarás limpio». Naamán bajó y se sumergió siete veces en el Jordán, conforme a la palabra del hombre de Dios; así su carne se volvió como la de un muchacho joven y quedó limpio. Luego volvió con toda su comitiva adonde estaba el hombre de Dios. Al llegar, se presentó delante de él y le dijo: «Ahora reconozco que no hay Dios en toda la tierra, a no ser en Israel. Acepta, te lo ruego, un presente de tu servidor». Pero Eliseo replicó: «Por la vida del Señor, a quien sirvo, no aceptaré nada». Naamán le insistió para que aceptara, pero él se negó. Naamán dijo entonces: «De acuerdo; pero permite al menos que le den a tu servidor un poco de esta tierra, la carga de dos mulas, porque tu servidor no ofrecerá holocaustos ni sacrificios a otros dioses, fuera del Señor».
Palabra de Dios.
R. El Señor manifestó su victoria.
Canten al Señor un canto nuevo, porque Él hizo maravillas: su mano derecha y su santo brazo le obtuvieron la victoria. R.
El Señor manifestó su victoria, reveló su justicia a los ojos de las naciones: se acordó de su amor y su fidelidad en favor del pueblo de Israel. R.
Los confines de la tierra han contemplado el triunfo de nuestro Dios. Aclame al Señor toda la tierra, prorrumpan en cantos jubilosos. R.
2ª LECTURA 2Tim 2, 8-13
Guía: Hermosa conclusión de Pablo: si sufrimos y morimos con Cristo, reinaremos con él, pues Dios es fiel.
Lectura de la segunda carta del Apóstol san Pablo a Timoteo.
Querido hijo: Acuérdate de Jesucristo, que resucitó de entre los muertos y es descendiente de David. Ésta es la Buena Noticia que yo predico, por la cual sufro y estoy encadenado como un malhechor. Pero la palabra de Dios no está encadenada. Por eso soporto estas pruebas por amor a los elegidos, a fin de que ellos también alcancen la salvación que está en Cristo Jesús y participen de la gloria eterna. Esta doctrina es digna de fe: Si hemos muerto con Él, viviremos con Él. Si somos constantes, reinaremos con Él. Si renegamos de Él, Él también renegará de nosotros. Si somos infieles, Él es fiel, porque no puede renegar de sí mismo.
Palabra de Dios.
Aleluia. Den gracias a Dios en toda ocasión: esto es lo que Dios quiere de todos ustedes, en Cristo Jesús. Aleluia.
Guía: El milagro de los diez leprosos evidencia con claridad que son pocos los que agradecen a Dios por sus dones. Aquí sólo uno, encima pagano y extranjero.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
Mientras se dirigía a Jerusalén, Jesús pasaba a través de Samaría y Galilea. Al entrar en un poblado, le salieron al encuentro diez leprosos, que se detuvieron a distancia y empezaron a gritarle: «¡Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros!» Al verlos, Jesús les dijo: «Vayan a presentarse a los sacerdotes». Y en el camino quedaron purificados. Uno de ellos, al comprobar que estaba sanado, volvió atrás alabando a Dios en voz alta y se arrojó a los pies de Jesús con el rostro en tierra, dándole gracias. Era un samaritano. Jesús le dijo entonces: «¿Cómo, no quedaron purificados los diez? Los otros nueve, ¿dónde están? ¿Ninguno volvió a dar gracias a Dios, sino este extranjero?» Y agregó: «Levántate y vete, tu fe te ha salvado».
Palabra del Señor.
Guía: El Señor nos invita al banquete de la vida, con los dones del pan y del vino; nosotros aportamos nuestros trabajos, sufrimientos y alegrías. Hagámoslo con generosidad y entrega.
Guía: Dios Padre nos alimenta con el Cuerpo y la Sangre de su Hijo, le pedimos poder comunicar su misma vida divina.
Guía: El cristiano, alimentado por el mismo Cristo, está obligado a ser signo de la santidad de Dios, no con grandes obras, sino en las pequeñas cosas de la vida diaria. Eso nos hace testigos creíbles.