24º durante el año. Verde.
Gloria. Credo. Prefacio dominical durante el año.
Tres breves parábolas utiliza el Señor para transmitirnos una gran enseñanza. En su tiempo, como ahora, entre quienes lo escuchan están los que quieren aprender y los que se aburren o prefieren escuchar otras palabras o ruidos.
El que sale en busca de una moneda o un animal perdido, como podría ser hoy en día una mascota en la ciudad, demuestra qué valor tiene para su corazón algo material que puede simbolizar un recuerdo, o un animal que se siente cercano a los sentimientos profundos porque es un ser vivo que expresa cariño…
En la tercera parábola, un padre sale a buscar un hijo… Las tres parábolas nos muestran que quien sale a la busca es quien lamenta y sufre la pérdida y no el perdido…
A veces, cuesta encontrar algo que hemos extraviado o no recordamos dónde lo pusimos… Si se nos escapó una mascota, salimos a buscarla y preguntamos a los vecinos, ponemos carteles en la calle… Nos damos cuenta que somos nosotros los que estamos en falta o somos incapaces.
Cuando un padre o una madre espera a un hijo que se distanció en el espacio y en los sentimientos duele más…Más duele cuando el perdido no tiene dolor. El amor a nuestros amigos y familiares se mide por el dolor de la pérdida y la capacidad de salir al encuentro… Quien poco ama no siente la distancia de los seres queridos… Es como alguien que se cansó de una mascota y la abandona…
Lo que queda claro es que quien sale a buscar no es la oveja perdida, ni la moneda, ni el hijo. El que se preocupa es siempre quien sufre la pérdida. El dueño, el padre, que son la imagen de Dios.
Personalmente, siempre estamos más o menos perdidos, porque nadie es perfecto. Pero Dios nunca dejará de buscarnos y nos encontrará.
“Mi hijo estaba perdido y fue encontrado” (Lc 15, 24).
P. Aderico Dolzani, ssp.
MOTIVACIÓN DE ENTRADA
Guía: Nuestra asamblea dominical debe ser un lugar de conversión, de cambio en todo sentido, para vivir acordes al proyecto que Dios tiene sobre cada uno de nosotros.
Guía: Con su plegaria de intercesión, Moisés obtiene para su pueblo el perdón de Dios, figura de lo que hará Jesús con todos los hombres.
Lectura del libro del Éxodo.
El Señor dijo a Moisés: «Baja en seguida, porque tu pueblo, ése que hiciste salir de Egipto, se ha pervertido. Ellos se han apartado rápidamente del camino que Yo les había señalado, y se han fabricado un ternero de metal fundido. Después se postraron delante de él, le ofrecieron sacrificios y exclamaron: “Este es tu Dios, Israel, el que te hizo salir de Egipto”». Luego le siguió diciendo: «Ya veo que éste es un pueblo obstinado. Por eso, déjame obrar: mi ira arderá contra ellos y los exterminaré. De ti, en cambio, suscitaré una gran nación». Pero Moisés trató de aplacar al Señor con estas palabras: «¿Por qué, Señor, arderá tu ira contra tu pueblo, ese pueblo que Tú mismo hiciste salir de Egipto con gran firmeza y mano poderosa? Acuérdate de Abraham, de Isaac y de Jacob, tus servidores, a quienes juraste por ti mismo diciendo: “Yo multiplicaré su descendencia como las estrellas del cielo, y les daré toda esta tierra de la que hablé, para que la tengan siempre como herencia”». Y el Señor se arrepintió del mal con que había amenazado a su pueblo.
Palabra del Señor.
R. Iré a la casa de mi Padre.
¡Ten piedad de mí, Señor, por tu bondad, por tu gran compasión, borra mis faltas! ¡Lávame totalmente de mi culpa y purifícame de mi pecado! R.
Crea en mí, Dios mío, un corazón puro, y renueva la firmeza de mi espíritu. No me arrojes lejos de tu presencia ni retires de mí tu santo espíritu. R.
Abre mis labios, Señor, y mi boca proclamará tu alabanza. Mi sacrificio es un espíritu contrito, Tú no desprecias el corazón contrito y humillado. R.
Guía: Pablo, en base a su experiencia de convertido, afirma que Cristo vino a salvar a los pecadores por puro amor.
Lectura de la primera carta del Apóstol san Pablo a Timoteo.
Querido hijo: Doy gracias a nuestro Señor Jesucristo, porque me ha fortalecido y me ha considerado digno de confianza, llamándome a su servicio a pesar de mis blasfemias, persecuciones e insolencias anteriores. Pero fui tratado con misericordia, porque cuando no tenía fe, actuaba así por ignorancia. Y sobreabundó en mí la gracia de nuestro Señor, junto con la fe y el amor de Cristo Jesús. Es doctrina cierta y digna de fe que Jesucristo vino al mundo para salvar a los pecadores, y yo soy el peor de ellos. Si encontré misericordia, fue para que Jesucristo demostrara en mí toda su paciencia, poniéndome como ejemplo de los que van a creer en Él para alcanzar la Vida eterna. ¡Al Rey eterno y universal, al Dios incorruptible, invisible y único, honor y gloria por los siglos de los siglos! Amén.
Palabra de Dios.
ALELUIA 2Cor 5, 19
Aleluia. Dios estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo, confiándonos la palabra de la reconciliación. Aleluia.
Guía: Las parábolas de la conversión -especialmente la del hijo pródigo- revelan el gusto y la alegría que experimenta Dios, cuando nosotros, arrepentidos, volvemos a su amor de Padre.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
Todos los publicanos y pecadores se acercaban a Jesús para escucharlo. Pero los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: «Este hombre recibe a los pecadores y come con ellos». Jesús les dijo entonces esta parábola: «Si alguien tiene cien ovejas y pierde una, ¿no deja acaso las noventa y nueve en el campo y va a buscar la que se había perdido, hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, la carga sobre sus hombros, lleno de alegría, y al llegar a su casa llama a sus amigos y vecinos, y les dice: “Alégrense conmigo, porque encontré la oveja que se me había perdido”. Les aseguro que, de la misma manera, habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta, que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse». Y les dijo también: «Si una mujer tiene diez dracmas y pierde una, ¿no enciende acaso la lámpara, barre la casa y busca con cuidado hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, llama a sus amigas y vecinas, y les dice: “Alégrense conmigo, porque encontré la dracma que se me había perdido”. Les aseguro que, de la misma manera, se alegran los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierte». Jesús dijo también: «Un hombre tenía dos hijos. El menor de ellos dijo a su padre: “Padre, dame la parte de herencia que me corresponde”. Y el padre les repartió sus bienes. Pocos días después, el hijo menor recogió todo lo que tenía y se fue a un país lejano, donde malgastó sus bienes en una vida licenciosa. Ya había gastado todo, cuando sobrevino mucha miseria en aquel país, y comenzó a sufrir privaciones. Entonces se puso al servicio de uno de los habitantes de esa región, que lo envió a su campo para cuidar cerdos. Él hubiera deseado calmar su hambre con las bellotas que comían los cerdos, pero nadie se las daba. Entonces recapacitó y dijo: “¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan en abundancia, y yo estoy aquí muriéndome de hambre! Ahora mismo iré a la casa de mi padre y le diré: Padre, pequé contra el Cielo y contra ti; ya no merezco ser llamado hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros”. Entonces partió y volvió a la casa de su padre. Cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió profundamente; corrió a su encuentro, lo abrazó y lo besó. El joven le dijo: “Padre, pequé contra el Cielo y contra ti; no merezco ser llamado hijo tuyo”. Pero el padre dijo a sus servidores: “Traigan en seguida la mejor ropa y vístanlo, pónganle un anillo en el dedo y sandalias en los pies. Traigan el ternero engordado y mátenlo. Comamos y festejemos, porque mi hijo estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y fue encontrado”. Y comenzó la fiesta. El hijo mayor estaba en el campo. Al volver, ya cerca de la casa, oyó la música y los coros que acompañaban la danza. Y llamando a uno de los sirvientes, le preguntó que significaba eso. Él le respondió: “Tu hermano ha regresado, y tu padre hizo matar el ternero engordado, porque lo ha recobrado sano y salvo”. Él se enojó y no quiso entrar. Su padre salió para rogarle que entrara, pero él le respondió: “Hace tantos años que te sirvo, sin haber desobedecido jamás ni una sola de tus órdenes, y nunca me diste un cabrito para hacer una fiesta con mis amigos. ¡Y ahora que ese hijo tuyo ha vuelto, después de haber gastado tus bienes con mujeres, haces matar para él el ternero engordado!”. Pero el padre le dijo: “Hijo mío, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo. Es justo que haya fiesta y alegría, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido encontrado”».
Palabra del Señor.
O bien más breve: Lc 15, 1-10
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
Todos los publicanos y pecadores se acercaban a Jesús para escucharlo. Pero los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: «Este hombre recibe a los pecadores y come con ellos». Jesús les dijo entonces esta parábola: «Si alguien tiene cien ovejas y pierde una, ¿no deja acaso las noventa y nueve en el campo y va a buscar la que se había perdido, hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, la carga sobre sus hombros, lleno de alegría, y al llegar a su casa llama a sus amigos y vecinos, y les dice: “Alégrense conmigo, porque encontré la oveja que se me había perdido”. Les aseguro que, de la misma manera, habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta, que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse». Y les dijo también: «Si una mujer tiene diez dracmas y pierde una, ¿no enciende acaso la lámpara, barre la casa y busca con cuidado hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, llama a sus amigas y vecinas, y les dice: “Alégrense conmigo, porque encontré la dracma que se me había perdido”. Les aseguro que, de la misma manera, se alegran los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierte».
Palabra del Señor.
PRESENTACIÓN DE LAS OFRENDAS
Guía: Los dones que juntos ofrecemos sirvan para la salvación de todos. Es gracia de Dios y también respuesta nuestra.
PREPARACIÓN A LA COMUNIÓN
Guía: En un mundo que explota los instintos (¡a veces los más bajos!) pedimos que Jesús, recibido en la eucaristía, sea la fuerza que mueva nuestra vida.
DESPEDIDA
Guía: Cristo ha estado con nosotros; ha hecho su “pascua” con nosotros. Vayamos ahora a anunciar que, gracias a él, hemos pasado de la muerte a la vida.