19º durante el año. Verde.
Gloria. Credo. Prefacio dominical durante el año. Semana 3ª del Salterio.
Feliz pequeño rebaño
En el evangelio el Señor nos pide varias veces, no tener miedo, y muchas otras, ser alegres y felices; esto no es una doctrina para aprender, sino una sabiduría divina para vivir, que requiere asumir los criterios de vida de quien no conoce al Padre como Dios, es decir, como único Señor a quien servir y amar.
Pensar, decidir y sentir que nuestro único tesoro es nuestro Papá del cielo significa que todo lo demás es secundario y no merece que le dediquemos la vida. Nos impone una escala de valores materiales, de las relaciones humanas, de búsqueda de bienes espirituales.
Hoy Jesús nos define como un feliz pequeño rebaño al que el Padre del cielo le ha dado el Reino. Podemos pensar que, como a Adán, nos concedió este paraíso que es la tierra, nos dejó la administración total de todos los habitantes, los animales, la naturaleza. Como dice la parábola, todo está en muestras manos y vemos que no somos responsables porque lo hemos ensuciado, las relaciones humanas no son buenas, y hay guerras y muerte, podemos destruir nuestro paraíso antes de que él vuelva. Dios es el gran ausente de su creación. Esto nos duele, pero es la garantía de nuestra libertad. Si estuviera gestionando este mundo, lo temeríamos como a un gran jefe infalible e implacable y no lo amaríamos como a un papá.
Generalmente, pensamos el regreso del Padre como el fin del mundo y lo asociamos con el miedo. Jesús, en cambio, nos enseña a esperarlo con alegría porque, cuando llegue y nos encuentre administrando bien este paraíso y viviendo como hermanos, no nos sentará en el banquillo del juicio, sino a la mesa del banquete y será él quien nos sirva. No es el dueño de este mundo que vuelve a pedirnos cuenta y al que tenemos que servir; él nos pone a nosotros en el sitio del dueño y él nos sirve. Así es Dios Padre.
A este Dios es al que quiero servir todos los días y las noches de mi vida y a nadie más.
“Allí donde tengan su tesoro, tendrán también su corazón” (Lc 12, 34).
P. Aderico Dolzani, ssp.
MOTIVACIÓN DE ENTRADA
Guía: La misa dominical es un alto a nuestras actividades, mientras esperamos que el Señor venga. La Palabra de este domingo, 19º durante el año, reforzará nuestra fe y esperanza, preparándonos para su llegada. Oremos y cantemos, alimentándonos del Pan eucarístico mientras somos peregrinos hacia el Reino definitivo.
1ª LECTURA Sab 18, 5-9
Guía: Recordando la liberación de Israel de su esclavitud en Egipto, el libro de la Sabiduría nos invita a vivir siempre en espera del Señor que viene.
Lectura del libro de la Sabiduría.
Como los egipcios habían resuelto hacer perecer a los hijos pequeños de los santos –y de los niños expuestos al peligro, uno solo se salvó– para castigarlos, tú les arrebataste un gran número de sus hijos y los hiciste perecer a todos juntos en las aguas impetuosas. Aquella noche fue dada a conocer de antemano a nuestros padres, para que, sabiendo con seguridad en qué juramentos habían creído, se sintieran reconfortados. Tu pueblo esperaba, a la vez, la salvación de los justos y la perdición de sus enemigos; porque con el castigo que infligiste a nuestros adversarios, tú nos cubriste de gloria, llamándonos a ti. Por eso, los santos hijos de los justos ofrecieron sacrificios en secreto, y establecieron de común acuerdo esta ley divina: que los santos compartirían igualmente los mismos bienes y los mismos peligros; y ya entonces entonaron los cantos de los Padres. Palabra de Dios.
SALMO Sal 32, 1. 12. 18-20. 22
R. ¡Feliz el pueblo que el Señor se eligió como herencia!
Aclamen, justos, al Señor: es propio de los buenos alabarlo. ¡Feliz la nación cuyo Dios es el Señor, el pueblo que Él se eligió como herencia! R.
Los ojos del Señor están fijos sobre sus fieles, sobre los que esperan en su misericordia, para librar sus vidas de la muerte y sustentarlos en el tiempo de indigencia. R.
Nuestra alma espera en el Señor: Él es nuestra ayuda y nuestro escudo. Señor, que tu amor descienda sobre nosotros, conforme a la esperanza que tenemos en ti. R.
2ª LECTURA Heb 11, 1-2. 8-19
Guía: La carta a los Hebreos describe la fe a toda prueba que movió a Abraham, mientras caminaba hacia la tierra que le prometiera el Señor.
Lectura de la carta a los Hebreos.
Hermanos: La fe es la garantía de los bienes que se esperan, la plena certeza de las realidades que no se ven. Por ella nuestros antepasados fueron considerados dignos de aprobación. Por la fe, Abraham, obedeciendo al llamado de Dios, partió hacia el lugar que iba a recibir en herencia, sin saber adonde iba. Por la fe, vivió como extranjero en la Tierra prometida, habitando en carpas, lo mismo que Isaac y Jacob, herederos con él de la misma promesa. Porque Abraham esperaba aquella ciudad de sólidos cimientos, cuyo arquitecto y constructor es Dios. También por la fe, Sara recibió el poder de concebir, a pesar de su edad avanzada, porque juzgó digno de fe al que se lo prometía. Y por eso, de un solo hombre, y de un hombre ya cercano a la muerte, nació una descendencia numerosa como las estrellas del cielo e incontable como la arena que está a la orilla del mar. Todos ellos murieron en la fe, sin alcanzar el cumplimiento de las promesas: las vieron y las saludaron de lejos, reconociendo que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Los que hablan así demuestran claramente que buscan una patria; y si hubieran pensado en aquélla de la que habían salido, habrían tenido oportunidad de regresar. Pero aspiraban a una patria mejor, nada menos que la celestial. Por eso, Dios no se avergüenza de llamarse “su Dios” y, de hecho, les ha preparado una Ciudad. Por la fe, Abraham, cuando fue puesto a prueba, presentó a Isaac como ofrenda: él ofrecía a su hijo único, al heredero de las promesas, a aquél de quien se había anunciado: “De Isaac nacerá la descendencia que llevará tu nombre”. Y lo ofreció, porque pensaba que Dios tenía poder, aún para resucitar a los muertos. Por eso recuperó a su hijo, y esto fue como un símbolo. Palabra de Dios.
ALELUIA Mt 24, 42. 44
Aleluia. Estén prevenidos y preparados, porque el Hijo del hombre vendrá a la hora menos pensada. Aleluia.
EVANGELIO Lc 12, 32-48
Guía: Con diversas parábolas, Jesús enseña a sus discípulos la necesidad de velar porque el Señor sorprende, con su llegada, en el momento menos esperado.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
Jesús dijo a sus discípulos: “No temas, pequeño Rebaño, porque el Padre de ustedes ha querido darles el Reino. Vendan sus bienes y denlos como limosna. Háganse bolsas que no se desgasten y acumulen un tesoro inagotable en el cielo, donde no se acerca el ladrón ni destruye la polilla. Porque allí donde tengan su tesoro, tendrán también su corazón. Estén preparados, ceñidas las vestiduras y con las lámparas encendidas. Sean como los hombres que esperan el regreso de su señor, que fue a una boda, para abrirle apenas llegue y llame a la puerta. ¡Felices los servidores a quienes el señor encuentra velando a su llegada! Les aseguro que él mismo recogerá su túnica, los hará sentar a la mesa y se pondrá a servirlos. ¡Felices ellos, si el señor llega a medianoche o antes del alba y los encuentra así! Entiéndanlo bien: si el dueño de casa supiera a qué hora va a llegar el ladrón, no dejaría perforar las paredes de su casa. Ustedes también estén preparados, porque el Hijo del hombre llegará a la hora menos pensada”. Pedro preguntó entonces: “Señor, ¿esta parábola la dices para nosotros o para todos?”. El Señor le dijo: “¿Cuál es el administrador fiel y previsor, a quien el Señor pondrá al frente de su personal para distribuirle la ración de trigo en el momento oportuno? ¡Feliz aquél a quien su señor, al llegar, encuentra ocupado en este trabajo! Les aseguro que lo hará administrador de todos sus bienes. Pero si este servidor piensa: “Mi señor tardará en llegar”, y se dedica a golpear a los servidores y a las sirvientas, y se pone a comer, a beber y a emborracharse, su señor llegará el día y la hora menos pensada, lo castigará y le hará correr la misma suerte que los infieles. El servidor que, conociendo la voluntad de su señor, no tuvo las cosas preparadas y no obró conforme a lo que él había dispuesto, recibirá un castigo severo. Pero aquél que sin saberlo, se hizo también culpable, será castigado menos severamente. Al que se le dio mucho, se le pedirá mucho; y al que se le confió mucho, se le reclamará mucho más”. Palabra del Señor.
PRESENTACIÓN DE LAS OFRENDAS
Guía: Con los dones del pan y del vino, ofrecemos los frutos de nuestro trabajo, que el Señor transformará en alimento para nuestra salvación.
PREPARACIÓN A LA COMUNIÓN
Guía: Cristo es la luz y la verdad. Comulgando nos convertimos en irradiadores de su luz, y en anunciadores de sus instrucciones, que iluminan las tinieblas y los errores que nos hacen perder de vista su venida.
DESPEDIDA
Guía: La luz recibida al escuchar su Palabra y alimentarnos de la Eucaristía, son el viático para que vivamos esta semana, anunciando a todos su próxima venida.