13º domingo durante el año. Verde.
Jesús se encaminó decididamente hacia Jerusalén. Reprendió a Santiago y a Juan que pretendían hacer caer fuego del cielo sobre quienes no los recibían en ese viaje.
Por el camino, se acercó un voluntario que quería seguirlo. Como Jesús no lo vio muy decidido, le advirtió sobre las dificultades del grupo: ni el maestro ni los discípulos poseen una casa. Quien sigue al Señor tendrá menos refugio que los zorros. El voluntario se desanimó y se diluyó entre la gente.
El Señor, caminando, se encontró con otro joven que prometía. Lo invitó a seguirlo. El muchacho pidió tiempo, quería primero cuidar a su padre hasta la muerte y después lo seguiría… Jesús le respondió muy duramente: “deja que los muertos entierren a sus muertos”. Es decir, quien quiere antes cumplir con la familia nunca se decide.
Otro voluntario también anhelaba seguirlo después de despedirse de los suyos, familia, parientes y amigos. Tampoco a este el Señor lo consideró apto. Cuando se necesitan demasiadas despedidas, los lazos se hacen más fuertes, y la decisión más débil.
De una u otra forma, Jesús pedía una disponibilidad total para ponerse en camino, una ruptura con el pasado y una resolución firme. Ahora y para siempre.
Aparentemente, el Señor era despiadado, muy duro. Convendría recordar el episodio de cuando, siendo niño, se perdió entre los doctores del Templo, y dijo a sus padres que él debía ocuparse de las cosas de su Padre. O cuando sus parientes lo vinieron a buscar, y él respondió que sus parientes, sus hermanos y sus hermanas eran los que hacían la voluntad de Dios, y no los unidos por lazos de sangre.
El lenguaje duro se torna tierno cuando entendemos que los cristianos nacemos a una nueva familia en la Iglesia, en la cual también tiene lugar la familia natural. Allí, los vínculos creados en el Señor son más fuertes que los de sangre y no expuestos a todas las mezquindades que nos dominan cuando estamos lejos del Señor.
“El que pone la mano en el arado y mira hacia atrás, no sirve para el Reino de los Cielos” (Lc 9, 62).
P. Aderico Dolzani, ssp.
Guía: La celebración de hoy nos ofrece unas referencias muy ricas para orientar nuestra vida: cuáles son las exigencias para seguir a Jesús y cómo debemos acoger a los mensajeros del evangelio.
Guía: El profeta Elías llama a Eliseo, en nombre de Dios, a tomar su puesto de profeta. Eliseo deja todo y lo sigue.
Lectura del primer libro de los Reyes.
El Señor dijo a Elías: «A Eliseo, hijo de Safat, de Abel Mejolá, lo ungirás profeta en lugar de ti». Elías partió y encontró a Eliseo, hijo de Safat, que estaba arando. Delante de él había doce yuntas de bueyes, y él iba con la última. Elías pasó cerca de él y le echó encima su manto. Eliseo dejó sus bueyes, corrió detrás de Elías y dijo: «Déjame besar a mi padre y a mi madre; luego te seguiré». Elías le respondió: «Sí, puedes ir. ¿Qué hice yo para impedírtelo?» Eliseo dio media vuelta, tomó la yunta de bueyes y los inmoló. Luego, con los arneses de los bueyes, asó la carne y se la dio a su gente para que comieran. Después partió, fue detrás de Elías y se puso a su servicio.
Palabra de Dios.
R. Señor, Tú eres la parte de mi herencia.
Protégeme, Dios mío, porque me refugio en ti. Yo digo al Señor: «Señor, Tú eres mi bien». El Señor es la parte de mi herencia y mi cáliz, ¡Tú decides mi suerte! R.
Bendeciré al Señor que me aconseja, ¡hasta de noche me instruye mi conciencia! Tengo siempre presente al Señor: Él está a mi lado, nunca vacilaré. R.
Por eso mi corazón se alegra, se regocijan mis entrañas y todo mi ser descansa seguro: porque no me entregarás a la muerte ni dejarás que tu amigo vea el sepulcro. R.
Me harás conocer el camino de la vida, saciándome de gozo en tu presencia, de felicidad eterna a tu derecha. R.
Guía: Pablo recuerda que el cristiano ha sido llamado a la libertad de Cristo, para servir en el amor.
Lectura de la carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Galacia.
Hermanos: Ésta es la libertad que nos ha dado Cristo. Manténganse firmes para no caer de nuevo bajo el yugo de la esclavitud. Ustedes, hermanos, han sido llamados para vivir en libertad, pero procuren que esta libertad no sea un pretexto para satisfacer los deseos carnales: háganse más bien servidores los unos de los otros, por medio del amor. Porque toda la Ley está resumida plenamente en este precepto: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Pero si ustedes se están mordiendo y devorando mutuamente, tengan cuidado porque terminarán destruyéndose los unos a los otros. Yo los exhorto a que se dejen conducir por el Espíritu de Dios, y así no serán arrastrados por los deseos de la carne. Porque la carne desea contra el espíritu y el espíritu contra la carne. Ambos luchan entre sí, y por eso, ustedes no pueden hacer todo el bien que quieren. Pero si están animados por el Espíritu, ya no están sometidos a la Ley.
Palabra de Dios.
ALELUYA Sal 1Sam 3, 9; Jn 6, 68
Aleluya. Habla, Señor, porque tu servidor escucha; Tú tienes palabras de Vida eterna. Aleluya.
Guía: Jesús se encamina resueltamente a Jerusalén; quienes optan por seguirlo, deben dejarlo todo por el Reino.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
Cuando estaba por cumplirse el tiempo de su elevación al cielo, Jesús se encaminó decididamente hacia Jerusalén y envió mensajeros delante de Él. Ellos partieron y entraron en un pueblo de Samaría para prepararle alojamiento. Pero no lo recibieron porque se dirigía a Jerusalén. Cuando sus discípulos Santiago y Juan vieron esto, le dijeron: «Señor, ¿quieres que mandemos caer fuego del cielo para consumirlos?» Pero El se dio vuelta y los reprendió. Y se fueron a otro pueblo. Mientras iban caminando, alguien le dijo a Jesús: «¡Te seguiré adonde vayas!» Jesús le respondió: «Los zorros tienen sus cuevas y las aves del cielo sus nidos, pero el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza». Y dijo a otro: «Sígueme». Él respondió: «Señor, permíteme que vaya primero a enterrar a mi padre». Pero Jesús le respondió: «Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú ve a anunciar el Reino de Dios». Otro le dijo: «Te seguiré, Señor, pero permíteme antes despedirme de los míos». Jesús le respondió: «El que ha puesto la mano en el arado y mira hacia atrás, no sirve para el Reino de Dios».
Palabra del Señor.
Guía: Con el pan y el vino, ofrecemos sobre el altar nuestro servicio cristiano que nace de nuestra participación en el sacerdocio de Cristo.
Guía: Cristo en la comunión nos une a él con un amor perpetuo para que demos frutos duraderos.
Guía: Fortalecidos con la palabra de Dios y el sacramento de Cristo, vayamos a anunciar a todos la alegría del amor de Dios que nos hermana en una sola familia.