11º durante el año. Verde.
Gloria. Credo. Prefacio dominical durante el año.
El Reino de Dios es una semilla
El Reino de Dios es como un hombre que echa la semilla en la tierra, pero la protagonista es la semilla. Una vez en la tierra, se olvida y vuelve a sus ocupaciones. La semilla, en el silencio y la oscuridad explota de energía día y noche. Surge el milagro: germina, nace, crece, da frutos.
El Reino de Dios es como un grano de mostaza, la más pequeña de las semillas, que nace, crece y se convierte en la más grande de las hortalizas. Nadie controla a esta planta en su crecimiento, nadie le da órdenes ni reglas. Es un milagro que se manifiesta por su propia energía y sin ser invocado por nadie.
Jesús siguió hablando en parábolas a la gente… Pero el evangelista no nos transmitió el contenido. A los discípulos les hablaba claramente.
Estas parábolas nos dicen que el Reino de Dios es un proceso de crecimiento silencioso. No crecer es morir. En el reino del Espíritu no hay nada estático, inmóvil. Todo está en movimiento y vivo. Cuando el cristiano renuncia a cambiar y a crecer, simplemente, muere a su vida espiritual y se vuelve rutinario y estéril.
En el Reino de Dios, la Palabra entra en el corazón de una persona y en silencio trabaja, germina y crece, da frutos. Nosotros vemos las obras y nos maravillamos, pero nos olvidamos de la semilla…
La semilla entró en el corazón de una joven mujer, y hoy la veneramos como madre Teresa de Calcuta. ¿Cuánto tiempo trabajó en silencio esa semilla hasta dar frutos? Muchos años.
También entró en el corazón de Saulo… y lo transformó en Pablo apóstol… y en el de un hombre joven llamado Agustín, y así muchos más.
Esa semilla también está en nuestro corazón y trabaja… no la ahoguemos, no cortemos la plantita tierna cuando vea la luz por primera vez… es el Reino de Dios que se manifiesta en nuestra vida. Dios quiere acampar en nosotros.
“El Reino de Dios es como un hombre que echa la semilla en la tierra” (Mc 4, 26).
P. Aderico Dolzani, ssp.
MOTIVACIÓN DE ENTRADA
Guía: ¡Sean bienvenidos! La eucaristía de hoy nos invita a considerar que el Reino de Dios está en nosotros pero aún debe completar su desarrollo: hay un tiempo para sembrarlo, nacer, crecer y cosechar sus frutos.
1ª LECTURA Ez 17, 22-24
Guía: El profeta nos recuerda que el Señor desconcierta a los que se creen poderosos y levanta el ánimo a los humildes.
Lectura de la profecía de Ezequiel.
Así habla el Señor: Yo tomaré la copa de un gran cedro, cortaré un brote de la más alta de sus ramas, y lo plantaré en una montaña muy elevada: lo plantaré en la montaña más alta de Israel. Él echará ramas y producirá frutos, y se convertirá en un magnífico cedro. Pájaros de todas clases anidarán en él, habitarán a la sombra de sus ramas. Y todos los árboles del campo sabrán que Yo, el Señor, humillo al árbol elevado y exalto al árbol humillado, hago secar al árbol verde y reverdecer al árbol seco. Yo, el Señor, lo he dicho y lo haré. Palabra de Dios.
SALMO Sal 91, 2-3. 13-16
R. Es bueno darte gracias, Señor.
Es bueno dar gracias al Señor, y cantar, Dios Altísimo, a tu Nombre; proclamar tu amor de madrugada, y tu fidelidad en las vigilias de la noche. R.
El justo florecerá como la palmera, crecerá como los cedros del Líbano: trasplantado en la Casa del Señor, florecerá en los atrios de nuestro Dios. R.
En la vejez seguirá dando frutos, se mantendrá fresco y frondoso, para proclamar qué justo es el Señor, mi Roca, en quien no existe la maldad. R.
2ª LECTURA 2Cor 5, 6-10
Guía: San Pablo nos enseña a proyectarnos con fe a la vida que tendremos al final de nuestros días terrenos, donde esperamos estar con Dios y nuestros seres queridos.
Lectura de la segunda carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto.
Hermanos: Nosotros nos sentimos plenamente seguros, sabiendo que habitar en este cuerpo es vivir en el exilio, lejos del Señor; porque nosotros caminamos en la fe y todavía no vemos claramente. Sí, nos sentimos plenamente seguros, y por eso, preferimos dejar este cuerpo para estar junto al Señor; en definitiva, sea que vivamos en este cuerpo o fuera de él, nuestro único deseo es agradarle. Porque todos debemos comparecer ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba, de acuerdo con sus obras buenas o malas, lo que mereció durante su vida mortal. Palabra de Dios.
ALELUIA
Aleluia. La semilla es la palabra de Dios, el sembrador es Cristo; el que lo encuentra permanece para siempre. Aleluia.
EVANGELIO Mc 4, 26-34
Guía: Jesús compara el Reino de Dios con una semilla que se siembra y crece lentamente. Dios quiere sembrar su Palabra del Reino en nosotros, esperando que maduremos en nuestra fe.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos.
Jesús decía a sus discípulos: «El Reino de Dios es como un hombre que echa la semilla en la tierra: sea que duerma o se levante, de noche y de día, la semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo. La tierra por sí misma produce primero un tallo, luego una espiga, y al fin grano abundante en la espiga. Cuando el fruto está a punto, él aplica en seguida la hoz, porque ha llegado el tiempo de la cosecha». También decía: «¿Con qué podríamos comparar el Reino de Dios? ¿Qué parábola nos servirá para representarlo? Se parece a un grano de mostaza. Cuando se la siembra, es la más pequeña de todas las semillas de la tierra, pero, una vez sembrada, crece y llega a ser la más grande de todas las hortalizas, y extiende tanto sus ramas que los pájaros del cielo se cobijan a su sombra». Y con muchas parábolas como éstas les anunciaba la Palabra, en la medida en que ellos podían comprender. No les hablaba sino en parábolas, pero a sus propios discípulos, en privado, les explicaba todo. Palabra del Señor.
PRESENTACIÓN DE LAS OFRENDAS
Guía: El pan y el vino ofrecidos para que se conviertan en presencia de Cristo, además son una súplica para que nunca falten en las mesas de nuestros hogares.
PREPARACIÓN PARA LA COMUNIÓN
Guía: En la comunión recibimos a Jesús Eucaristía y, con él, las semillas del Reino de Dios. Nos acercamos con fe a recibir este alimento para vivir este día y la presente semana.
DESPEDIDA
Guía: Hemos compartido la Palabra y el Pan que nos entregaron las semillas del Reino de Dios para que se desarrolle en nuestra sociedad. Vayamos a compartir esta bella noticia, especialmente con los enfermos y los más necesitados.