1° de Adviento. Morado.
No se dice Gloria. Credo. Prefacio de Adviento. Se inicia un nuevo año litúrgico. Ciclo dominical B. Apertura del Año de la Vida Consagrada.
El Señor nos quiere despiertos
“Estén prevenidos”, “estén despiertos”, “en vela”… Las primeras comunidades cristianas vivieron esperando la pronta y repentina venida de Jesús. El resucitado no podía tardar en volver. Querían encontrarse de nuevo con él. Las angustias empezaron cuando el tiempo pasaba y el Señor se demoraba… Comenzaron a surgir problemas de convivencia, moral y culto, se apagaba el primer fervor. En las cartas de Pablo, podemos ver toda esta problemática y sus consecuencias.
Han pasado veinte siglos de cristianismo. ¿Qué ha sido de esta orden de Jesús? ¿Cómo vivimos los cristianos de hoy? ¿Seguimos despiertos? ¿Se mantiene viva nuestra fe o se ha ido apagando en medio de la lucha por la vida y de los intereses? ¿Perdimos el fervor y entramos en la indiferencia y la mediocridad?
La pregunta clave es ¿Qué venida del Señor espero? Las primeras comunidades rezaban en la liturgia: “Maranatha” (Ven, Señor Jesús). Vivieron la contradicción de una venida realizada y otra futura. “Ya, pero todavía no”. “Ya”, por parte de Dios, que nos ha dado ya todo lo que necesitamos para esa salvación. “Todavía no”, por otra parte de nosotros, porque seguimos esperando una salvación que nos satisfaga y no hemos descubierto el alcance del don de Dios.
Esta es la espiritualidad del Adviento. La verdadera salvación “todavía no” ha llegado hasta nosotros porque no la podemos ver. Como los judíos, seguimos esperando una tierra que mane leche y miel; es decir, mayor bienestar material, más salud, mejor vida, más riquezas, más seguridades de todo tipo… Seguimos apegados a lo caduco, a lo transitorio, a lo terreno. No necesitamos para nada una salvación que nos sane interiormente.
Sin sentir necesidad, no puede haber verdadero deseo de ver la venida del Señor, y sin deseo no hay esperanza. Parecería que hoy ni los creyentes ni los ateos esperamos algo espiritual más allá de los bienes materiales. Pero siempre es verdad, Dios continuamente sigue esperando.
“Tengan cuidado y estén prevenidos porque no saben cuándo llegará el momento” (Mc 13, 33).
P. Aderico Dolzani, ssp.
MOTIVACIÓN DE ENTRADA
Guía: La celebración de la eucaristía hoy nos prepara a la última venida del Señor. Participemos activamente en ella que es la manifestación privilegiada de su presencia entre nosotros.
1ª LECTURA Is 63, 16-17. 19; 64, 2-7
Guía: El profeta suplica al Señor que venga a salvar a su pueblo.
Lectura del libro de Isaías.
¡Tú, Señor, eres nuestro padre, «nuestro Redentor» es tu Nombre desde siempre! ¿Por qué, Señor, nos desvías de tus caminos y endureces nuestros corazones para que dejen de temerte? ¡Vuelve, por amor a tus servidores y a las tribus de tu herencia! ¡Si rasgaras el cielo y descendieras, las montañas se disolverían delante de ti! Cuando hiciste portentos inesperados, que nadie había escuchado jamás, ningún oído oyó, ningún ojo vio a otro Dios, fuera de ti, que hiciera tales cosas por los que esperan en Él. Tú vas al encuentro de los que practican la justicia y se acuerdan de tus caminos. Tú estás irritado, y nosotros hemos pecado, desde siempre fuimos rebeldes contra ti. Nos hemos convertido en una cosa impura, toda nuestra justicia es como un trapo sucio. Nos hemos marchitado como el follaje y nuestras culpas nos arrastran como el viento. No hay nadie que invoque tu Nombre, nadie que despierte para aferrarse a ti, porque Tú nos ocultaste tu rostro y nos pusiste a merced de nuestras culpas. Pero Tú, Señor, eres nuestro padre; nosotros somos la arcilla, y Tú, nuestro alfarero: ¡todos somos la obra de tus manos! Palabra de Dios.
SALMO Sal 79, 2. 3. 15-16. 18-19
R. Restáuranos, Señor del universo.
Escucha, Pastor de Israel, Tú que tienes el trono sobre los querubines, reafirma tu poder y ven a salvarnos. R.
Vuélvete, Señor de los ejércitos, observa desde el cielo y mira: ven a visitar tu vid, la cepa que plantó tu mano, el retoño que Tú hiciste vigoroso. R.
Que tu mano sostenga al que está a tu derecha, al hombre que Tú fortaleciste, y nunca nos apartaremos de ti: devuélvenos la vida e invocaremos tu Nombre. R.
2ªLECTURA 1Cor 1, 3-9
Guía: Dios nos ha llamado a participar de la vida de su Hijo, Jesús.
Lectura de la primera carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto.
Hermanos: Llegue a ustedes la gracia y la paz que proceden de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo. No dejo de dar gracias a Dios por ustedes, por la gracia que Él les ha concedido en Cristo Jesús. En efecto, ustedes han sido colmados en Él con toda clase de riquezas, las de la palabra y las del conocimiento, en la medida que el testimonio de Cristo se arraigó en ustedes. Por eso, mientras esperan la Revelación de nuestro Señor Jesucristo, no les falta ningún don de la gracia. Él los mantendrá firmes hasta el fin, para que sean irreprochables en el día de la Venida de nuestro Señor Jesucristo. Porque Dios es fiel, y Él los llamó a vivir en comunión con su Hijo Jesucristo, nuestro Señor. Palabra de Dios.
ALELUIA Sal 84, 8
Aleluia. ¡Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación! Aleluia.
EVANGELIO Mc 13, 33-37
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos.
Jesús dijo a sus discípulos: Tengan cuidado y estén prevenidos, porque no saben cuándo llegará el momento. Será como un hombre que se va de viaje, deja su casa al cuidado de sus servidores, asigna a cada uno su tarea, y recomienda al portero que permanezca en vela. Estén prevenidos, entonces, porque no saben cuándo llegará el dueño de casa: si al atardecer, a medianoche, al canto del gallo o por la mañana. No sea que llegue de improviso y los encuentre dormidos. Y esto que les digo a ustedes, lo digo a todos: ¡Estén prevenidos! Palabra del Señor.
PRESENTACIÓN DE LAS OFRENDAS
Guía: Con los dones del pan y del vino ofrecemos nuestras vidas, trabajos y alegrías.
PREPARACIÓN A LA COMUNIÓN
Guía: Pedimos al Señor nos ayude a desear ardientemente desde ahora los bienes definitivos y poner en ellos nuestros corazones, a la espera de su venida.
DESPEDIDA
Guía: El tiempo de Adviento es tiempo de esperanza. Testimoniemos con la vida la presencia del Señor que ha venido y viene constantemente a salvar a los hombres.