Por René Rebolledo Salinas, arzobispo de La Serena.
La comunidad cristiana convocada por el Señor para la celebración eucarística este domingo 1 de septiembre, vive el 22° del Tiempo Ordinario. Acoge en la primera lectura un pasaje del Deuteronomio 4, 1-2. 6-8; el Salmo responsorial es el 14, 2-5; la segunda lectura de Santiago 1, 17-18. 21-22. 27. De pie -signo de dignidad delante de Dios y también de prontitud para salir a vivir lo anunciado- escuchará el Evangelio de Marcos 7, 1-8. 14-15. 21-23.
Finaliza hoy la Semana del Migrante, que iniciáramos el domingo precedente –25 de agosto-. Llega a su culminación con este domingo en la Jornada de los Migrantes. Es un grato deber para este servidor manifestar gratitud a la Comisión Arquidiocesana como también a la Oficina Atención Pastoral de la Movilidad Humana, por la cercanía, disposición y aprecio a su misión, la pastoral con las hermanas y hermanos Migrantes.
Comienza este domingo el Mes de La Palabra. Quiera el Señor estas semanas dedicadas a conocer más profundamente la Palabra, sean una instancia favorable de encuentro personal, familiar y comunitario con nuestro Señor presente en ella.
El pasaje de Marcos 7, 1-8.14-15.21-23, confrontaciones con los fariseos y los escribas provenientes de Jerusalén, es el que acoge hoy la comunidad cristiana. Se origina la discusión pues “algunos de sus discípulos comían con manos impuras, es decir, sin lavárselas” (v 2). Cuestionan los fariseos y letrados al Señor: “¿Por qué no siguen tus discípulos la tradición de los mayores, sino que comen con manos impuras?” (v 5). El Señor, señalando su hipocresía les responde: “Ustedes descuidan el mandato de Dios y mantienen la tradición de los hombres” (v 8) y manifiesta su enseñanza: “No hay nada afuera del hombre que, al entrar en él, pueda contaminarlo. Lo que lo hace impuro, es lo que sale de él” (v 15). Luego, añade: “Lo que sale del hombre es lo que contamina al hombre. De dentro, del corazón del hombre salen los malos pensamientos, fornicación, robos, asesinatos, adulterios, codicia, malicia, fraude, desenfreno, envidia, blasfemia, arrogancia, desatino. Todas estas maldades salen de dentro y contaminan al hombre” (vv 20-23).
La voluntad de Dios sobre el hombre, la Iglesia y el mundo, la conocemos principalmente por la Palabra del Señor. Este mes dedicado a ella, nos puede favorecer en gran medida. Tengamos presente, a la luz del pasaje
del Evangelio escuchado y acogido, que la ley y las normas -siempre necesarias- conllevan una intención más profunda. El cumplimiento “externo”, también necesario y valioso en sus aspectos pedagógicos, requiere de la
intención, la atención a lo interior, particularmente a la conciencia y a lo que está en el corazón de cada cual. ¡Nos fortalezca el Señor en su discipulado, especialmente en un real y profundo encuentro con Él que marque nuestra vida!