Todos los Santos (S). Blanco.
Gloria. Credo. Prefacio propio.
Jesús y su receta de la felicidad
“Felices los que tienen alma de pobres”. O mejor traducido, vida de pobre: no solo desapegado de los bienes terrenales y sin angustias por poseer, sino también sin pretensiones de ser el centro del mundo por sus capacidades y sus ideas… La vida del pobre depende de los demás; la del rico gobierna a otros…
“Felices los pacientes”. La paciencia o la mansedumbre es la capacidad para soportar las penas sin perturbarse; la virtud para hacer trabajos minuciosos o pesados con calma y tranquilidad. El manso es también dulce de corazón y abierto al hermano.
“Felices los afligidos”. El Señor envió a los suyos a consolar a los afligidos. No solo los que sufren desgracias, sino sobre todo los perseguidos por poner en práctica el plan de Dios.
“Felices los que tienen hambre y sed de justicia”. Nada tiene de violento. Es el intenso deseo de actuar en sí mismos primero, y en el prójimo después, el plan de Dios sobre todos nosotros, basado en el amor.
“Felices los misericordiosos”. Tan misericordiosos como Dios Padre que perdona todo. Ese es el plan de Dios para una sana y feliz convivencia humana.
“Felices los que tienen el corazón puro”. En esa pureza anidan la espiritualidad y el amor desinteresado, sin segundas intenciones. Es el corazón del niño, inocente hasta en sus caprichos.
“Felices los que trabajan por la paz”. Son los que continúan la obra de Jesús en nuestros días, tan llenos de violencias y luchas. Un cristiano es un obrero de la paz.
“Felices los que son perseguidos por practicar la justicia”. Justicia en sentido bíblico: santidad u honestidad. Dios justo no tiene un código legal, sino un amor infinito.
“Felices ustedes, cuando sean insultados y perseguidos, se los calumnie a causa de mí”. Felices, porque sufrimos por Jesús, el prójimo y no a causa de nuestro egoísmo.
Seremos felices cuando logremos ser pobres y humildes de corazón como Jesús.
Felices ustedes… tendrán una gran recompensa en el cielo (Mt 5, 1-12).
P. Aderico Dolzani, ssp.
MOTIVACIÓN DE ENTRADA
Guía: Celebramos hoy a todos los santos en una sola fiesta, aún los no canonizados por la Iglesia. Es una excelente oportunidad para recordar aquello que proclamaba el Concilio Vaticano II: todos estamos llamados a serlo y que en realidad es Dios quien nos santifica, aunque exigiendo de nuestra cooperación.
1ª LECTURA Apoc 7, 2-4. 9-14
Guía: En una visión Juan ve a la multitud de los salvados, luego de haber pasado por la gran tribulación y ahora, glorificados, adoran y alaban a Dios en la eternidad.
Lectura del libro del Apocalipsis.
Yo, Juan, vi a un Ángel que subía del Oriente, llevando el sello del Dios vivo. Y comenzó a gritar con voz potente a los cuatro Ángeles que habían recibido el poder de dañar a la tierra y al mar: «No dañen a la tierra, ni al mar, ni a los árboles, hasta que marquemos con el sello la frente de los servidores de nuestro Dios». Oí entonces el número de los que habían sido marcados: eran 144.000, pertenecientes a todas las tribus de Israel. Después de esto, vi una enorme muchedumbre, imposible de contar, formada por gente de todas las naciones, familias, pueblos y lenguas. Estaban de pie ante el trono y delante del Cordero, vestidos con túnicas blancas; llevaban palmas en la mano y exclamaban con voz potente: «¡La salvación viene de nuestro Dios que está sentado en el trono, y del Cordero!». Y todos los Ángeles que estaban alrededor del trono, de los Ancianos y de los cuatro Seres Vivientes, se postraron con el rostro en tierra delante del trono, y adoraron a Dios, diciendo: «¡Amén! ¡Alabanza, gloria y sabiduría, acción de gracias, honor, poder y fuerza a nuestro Dios para siempre! ¡Amén!». Y uno de los Ancianos me preguntó: «¿Quiénes son y de dónde vienen los que están revestidos de túnicas blancas?». Yo le respondí: «Tú lo sabes, señor». Y él me dijo: «Estos son los que vienen de la gran tribulación; ellos han lavado sus vestiduras y las han blanqueado en la sangre del Cordero». Palabra de Dios.
SALMO Sal 23, 1-6
R. ¡Benditos los que buscan al Señor!
Del Señor es la tierra y todo lo que hay en ella, el mundo y todos sus habitantes, porque Él la fundó sobre los mares, Él la afirmó sobre las corrientes del océano. R.
¿Quién podrá subir a la Montaña del Señor y permanecer en su recinto sagrado? El que tiene las manos limpias y puro el corazón; el que no rinde culto a los ídolos ni jura falsamente. R.
Él recibirá la bendición del Señor, la recompensa de Dios, su Salvador. Así son los que buscan al Señor, los que buscan su rostro, Dios de Jacob. R.
2ª LECTURA 1Jn 3, 1-3
Guía: Por su gran amor, el Padre nos ha dado la vida, y por ello somos hijos suyos. Esto nos compromete a llevar una vida santa.
Lectura de la primera carta de san Juan.
Queridos hermanos: ¡Miren cómo nos amó el Padre! Quiso que nos llamáramos hijos de Dios, y nosotros lo somos realmente. Si el mundo no nos reconoce, es porque no lo ha reconocido a Él. Queridos míos, desde ahora somos hijos de Dios, y lo que seremos no se ha manifestado todavía. Sabemos que cuando se manifieste, seremos semejantes a Él, porque lo veremos tal cual es. El que tiene esta esperanza en Él, se purifica, así como Él es puro. Palabra de Dios.
ALELUIA Mt 11, 28
Aleluia. «Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y Yo los aliviaré», dice el Señor. Aleluia.
EVANGELIO Mt 4, 25—5, 12
Guía: Las bienaventuranzas son el camino de la vida auténticamente cristiana. Seremos felices en la medida en que seamos pobres, transparentes y misericordiosos.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.
Seguían a Jesús grandes multitudes, que llegaban de Galilea, de la Decá-polis, de Jerusalén, de Judea y de la Transjordania. Al ver a la multitud, Jesús subió a la montaña, se sentó, y sus discípulos se acercaron a Él. Entonces tomó la palabra y comenzó a enseñarles, diciendo: «Felices los que tienen alma de pobres, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos. Felices los afligidos, porque serán consolados. Felices los pacientes, porque recibirán la tierra en herencia. Felices los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados. Felices los misericordiosos, porque obtendrán misericordia. Felices los que tienen el corazón puro, porque verán a Dios. Felices los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios. Felices los que son perseguidos por practicar la justicia, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos. Felices ustedes, cuando sean insultados y perseguidos, y cuando se los calumnie en toda forma a causa de mí. Alégrense y regocíjense entonces, porque ustedes tendrán una gran recompensa en el cielo; de la misma manera persiguieron a los profetas que los precedieron». Palabra del Señor.
PRESENTACIÓN DE LAS OFRENDAS
Guía: El pan y el vino que ofrecemos, fruto de la tierra y del trabajo cotidiano, son también fruto de nuestro amor a Dios y al prójimo. El Espíritu Santo, al convertirlos en el Cuerpo y la Sangre de Jesús, también nos transforma en testigos del Reino.
PREPARACIÓN A LA COMUNIÓN
Guía: La comunión con Cristo nos hace participar de la santidad de Dios. De aquí nace nuestro compromiso de “ser santos como Dios es santo“.
DESPEDIDA
Guía: Volvamos a nuestra vida cotidiana con la certeza de que la santidad es el camino propio del cristiano. El santo es el amigo de Cristo y el servidor de los hermanos en el trabajo, la profesión, e incluso en el descanso y el entretenimiento. Todo realizado con amor y alegría.